Edén.
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Camino por la calle fastidiada con esta lluvia que parece no terminar, mala hora para traer falda, me detengo bajo el techo de una tienda, pero al ver que la lluvia parece no detenerse decido seguir mi rumbo, suficiente tengo con poner mil excusas para que Sebastián me deje salir temprano de Hendricks como para también poner pretextos por llegar tarde.
sujeto fuertemente mi bolso y comienzo a caminar por la acera.
Un auto avanza al lado mío de forma muy lenta, lo ignoro y sigo caminando, me ha pasado en más ocasiones, imbéciles tratando de hacerse los galanes intentando que suba a sus autos, sigo mi camino sin prestar atención, pero el auto sigue cerca. Me detengo rodando los ojos y bajan la ventanilla trasera.
—¿Quieres que te lleve Edén? podrías llegar más pronto a tu casa o quizá ir a la mía— Ladra el imbécil de Román, uno de los hombres que trabajan para Santoro.
—Vete al diablo— Farfullo y sigo caminando
—No te creas intocable, perra infeliz, un día lo cumpliré y te follarte duro en este mismo auto— gruñe mientras los hombres que van con el sonríen, maldito animal, pienso.
Llego a mi departamento fastidiada, comienzo a retirarme la ropa mojada en la entrada para no mojar toda la casa y pego un brinco al ver a ver a Harvey sentado en el sofá de la entrada
—Idiota, me asustaste— gruño lanzándole mi zapato
—¿Cómo entraste y que rayos haces aquí? — le cuestiono mientras me lanza una toalla para que me seque
—Toque, pero no salías y no me fui por la lluvia así que abrí— dice encogiéndose de hombros
—Por esa razón no llegaba, mírame estoy escurriendo— digo tratando de secar mi cabello.
Avanzo a la habitación y termino de cambiarme, pronto recibo una llamada de Perla, me dice que no vaya al café tuvieron que cerrar pues una ventana se rompió ocasionando que se metiera el agua, el lugar estaba hecho un desastre, colocaron un parche improvisado mientras se calmaba la lluvia para poder llamar a la persona que se encargara de cambiarlo.
—No me has dicho que haces aquí— cuestiono a mi hermano
—Necesito dinero Edén— musita
—Yo no tengo dinero, recién pague la colegiatura y los gastos del departamento, me he quedado sin un quinto— respondo
—Necesito 5 mil— Exclama
—¿Qué? — para que quieres 5 mil
—Le debo a Santoro— espeta y cierro los ojos por la estupidez que estoy escuchando.
—¿A caso eres idiota? — por qué le pediste dinero a ese infeliz, un día provocaras que te maten, que nos maten, que imbécil— gruño molesta mientras me llevo las manos a la nuca
—Acompáñame al casino— espeta
—¿No tienes dinero y piensas apostar? — cuestiono aún más molesta
—Solo serán 500, si vas conmigo los puedo convertir en 5000 y no habrá más rollo con Santoro, lo único que necesito es que distraigas a quienes juegan bien y yo me hago cargo de los otros— Inquiere cómo si nada
—¿Qué? encima quieres que te sirva de distracción, no lo puedo creer Harvey— Ya no estoy molesta ahora estoy furiosa
—Si no le p**o está semana mandara a su gente a golpearme— dice desgarbado
—Mas te vale que juntes esos 5000 en menos de dos horas, no te pienso ayudar más de ese tiempo— espeto y regreso a mi habitación a cambiarme.
Me coloco un vestido verde que resalta mis ojos, es ceñido al cuerpo y cubre sutilmente mis muslos, el vestido es casual lo que hace que cualquier encuentro con alguien parezca una coincidencia y no se vea que me he vestido así a propósito para conseguir algo. Ya he hecho esto antes, solo te tengo que hacer que los hombres que me señale mi hermano se embriaguen para que no puedan acercarse a la mesa de juego y él se encarga del resto.
Me coloco mis tacones y me dispongo a salir de ahí
—Apúrate quiero regresar temprano, Brady vendrá y no quiero que se entere de esto— le digo molesta
—Gracias, no se enterará— Inquiere depositando un beso en mi mejilla
Llegamos al casino Inferno, ya que es el que nos queda más cerca y dónde bien o mal ya saben que Harvey si paga, así que entramos y comenzamos con el plan.
Harvey me señala a un tipo que por fortuna es joven y simpático, paso al lado de él y le coqueteo un poco mientras me adentro en la parte del bar, tomo uno de los bancos giratorios y espero a que como siempre el tipo me siga y me invite un trago.
No pasa mucho tiempo para que el venga a mí y haga exactamente lo que tenía planeado, me invita un trago y yo acepto dándole una linda sonrisa, comienzo a hacerle plática mientras ordeno bebidas para ambos, ordeno las que conozco son más fuertes para que no me tome mucho tiempo, el tipo comienza a emborracharse y llega un momento en el que ya no sabe ni lo que hace y en uno de sus movimientos torpes a causa del alcohol me tira la bebida encima.
Me levanto molesta de mi asiento y me dirijo al sanitario para limpiar mi escote y parte del vestido. escucho que se cierra la puerta y cuando volteo al espejo para limpiar mi cuello veo su reflejo detrás de mí, el diablo.
—Sabía que volvería a verte, aunque no pensé que tan pronto— Inquiere esbozando su típica sonrisa ladeada.
Verlo me causa escalofríos, pero también otra sensación que no puedo describir.
—En cambio yo no esperaba verlo— digo dando la vuelta en dirección hacia la puerta, pero el me sostiene del brazo. Siento una ligera electricidad cuando lo hace.
—Tu amigo ya no se puede levantar, tuve que pedir a mi seguridad que lo sacarán del bar—
Inquiere mientras se pega más a mi cuerpo ampliando una nueva sonrisa.
—Él no es mi amigo y no es mi culpa que no sepa beber— espeto y nuevamente trato de salir, pero él no suelta su agarre. Veo que me recorre con esa mirada que siento desnudar hasta mi alma, se acerca a mis labios, siento mi corazón latir fuertemente
—Este es el baño de mujeres, no debería de estar aquí— respondo con su misma altanería tratando de que mi voz suene normal e intento soltarme de su agarre.
—El lugar es mío, puedo estar en dónde me dé la gana— dice soltándome mientras coloca ambos brazos a mi costado acorralándome en el lavamanos, estoy hiperventilando y siento una leve excitación al sentir su cuerpo tan cerca.
—Eso no le da derecho de entrar en el baño de mujeres— Inquiero componiendo mi gesto, no debo dejar que me intimide
—¿Si me aparto te irás? por qué algo me dice que no deseas que me vaya— Musita mientras se inclina acercando su rostro aún más, su boca está tan cerca de la mía.
Descubro que no quiero que se aleje y en este momento me odio a mí misma por qué tengo novio y no debería pensar de esta forma, menos con un tipo al que no conozco.
Quiero irme, pero al mismo tiempo quiero que avance esa pequeña distancia y me bese.
Trato de hacer a un lado estos pensamientos absurdos y lo toco, está vez para tratar de mover su brazo, pero me toma de la cintura y me besa.
Siento sus labios sobre los míos, sus labios son suaves y su aliento sabe a menta, me siento embriagada y no precisamente por el escaso alcohol que consumí con ese otro tipo, le estoy correspondiendo, lleva su mano a uno de mis senos y lo presiona con fuerza haciendo que suelte un jadeo y deseo tenerlo aún más cerca si es que eso es posible, su lengua se abre paso entre mi boca encontrándose con la mía, lleva la otra mano a mi muslo y lo presiona con fuerza, comienza a subir su mano dejando una estela de calor que hace que me arda la piel, suelto un nuevo jadeo cuando escucho la puerta.
—¿Edén estás ahí? — es Harvey
Me separó de él y acomodo los tirantes de mi vestido no recordando en qué momento los bajó y le respondo
—Estoy aquí, un momento— digo tratando de que mi respiración suene normal
—Es hora de irnos, te espero afuera— escucho sus pasos cuando se marcha.
El diablo intenta retomar dónde nos quedamos, pero lo aparto.
—Está bien, me gusta que sea difícil— dice llevando su mano a sus comisuras
—Esto no debió pasar y usted no debería de invadir los baños de las mujeres por más dueño que sea— espeto molesta
—Greco, llámame Greco, no te prometo no volver a hacerlo, estoy seguro de que al igual que a mí esto también te gustó— Inquiere con esa soberbia que lo caracteriza y se da la vuelta dejándome ahí.
Tomo unos minutos para recomponerme, me echo agua en la cara y volteo a ver mi reflejo, mis labios están ligeramente hinchados y mi vestido está más arriba de lo que debería, jalo la tela hacia abajo sintiéndome desprotegida.
Después de un rato salgo y me encuentro con Harvey, quien estaba regresando para seguramente entrar por mí.
—¿Por qué tardas tanto? — cuestiona, se nota preocupado
—El imbécil que me dijiste me tiró su bebida encima, tuve que quitarme el vestido para limpiarlo— miento, pensando que, si estuve a punto de quitarme el vestido, pero no fue por esa razón.
—¿Obtuviste los 5000? — cuestiono preocupada
—Los tengo Edy — dice sonriendo, el suele llamarme de esa forma.
Acompaño a Harvey a dejar el dinero con los hombres de Santoro, sale Román de su madriguera y lo atiende con una sonrisa, el tipo comienza a contar el dinero al tiempo que me recorre con la mirada, cuenta cada billete y cuando me mira pasa su asquerosa lengua alrededor de sus labios.
—Esta completo— dice mientras mira fijamente a mis senos, maldito depravado...
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Una vez que llego a casa me quito el vestido y me meto a la ducha, aún siento el aroma a licor que el tipo tiró sobre mi impregnado en mi cuerpo, pero no es solo eso, siento el aroma de el en cada parte que recorrió con sus manos, paso mis dedos por mis labios y aún tengo la sensación de sus labios sobre los míos.
«Greco» es como me dijo que lo llamara, no sé quién es y solo he estado cerca de el en dos ocasiones «que idiota» pienso, no debí permitir que me besara y menos de esa manera, yo amo a Brady he estado esperando a que llegue el momento indicado para hacer el amor con el ¿cómo es que permití que ese tipo me tocará de esa forma? y es que el tenerlo tan cerca, hizo que perdiera la cordura, me hizo des3ar sentir sus labios y despertó un deseo que jamás había sentido por nadie, ni siquiera Brady, un deseo de querer más, no es solo su aspecto, es que tiene ese aire misterioso y su aroma definitivamente es embriagante.