Coloco mi mochila en mi hombro derecho y me acomodo los lentes en el puente de mi nariz, era tiempo de ir a almorzar, mi hora favorita de todo el día, pues era cuando podía saborear la comida más grasienta que podía encontrarme, pues, de forma lamentable para mí y para papá, mi madre era un tanto obsesionada por todo lo que fuese saludable: sin cigarrillos, sin licor (mandato que ignoraba porque ingería y mucho) y por supuesto, comer bastante saludable, todo esto con el único propósito de que llegáramos a morir de una forma natural y no por alguna enfermedad ocasionada por los malos hábitos. —¿Pizza o deditos de pollo? —interroga Ashley al alcanzarme en el pasillo. —Mmmm, creo que hoy se me antojan los deditos de pescado, y papas fritas y por supuesto, un enorme vaso de coca cola. Mi me