Llegué a la casa de Tatiana en pocos minutos, ya que no había demasiado tráfico en las avenidas. Era la primera vez que la visitaba, y al llegar tuve una extraña sensación que no logro expresar con palabras, la casa de mi nueva amiga era humilde y necesitaba, con suma urgencia, refacciones. Me hizo pasar y aguardé por ella mientras se daba los últimos retoques con maquillaje. Inspeccioné, con el mayor disimulo posible, el interior de la vivienda; me apenó ver en qué condiciones vivía Tati, y su familia. Sabía que era hija única y que sus padres eran honestos y trabajadores, pero la precaria situación económica era evidente. La casa estaba limpia y ordenada pero era muy pequeña, tan sólo mi cuarto abarcaba casi la mitad del espacio habitable. Se me hizo un nudo en la garganta. Me pregunté