Me hizo muy bien el poder pasar una tarde con una amiga y saber que me apoyaba con mis inclinaciones sexuales, eso me facilitaba mucho la aceptación; tenía a Tatiana, a mi hermana y a Jorgelina a mi favor. Incluso la misma Lara estaba totalmente de acuerdo en que me gustaran las mujeres, aunque después se encargara de difundirlo por toda la universidad. También me reconfortó mucho saber que algunas de mis amigas más cercanas no me atacaban por lo sucedido. El único ataque que recibí fue, irónicamente, de otra lesbiana. Ni siquiera sé su nombre, pero me vio hablando con la que debía ser su pareja, mientras esperábamos a ser atendidas en la fotocopiadora de la universidad. Esta chica llegó de la nada y comenzó a insultarme frente a todo el mundo, asegurándome que yo nunca me podría robar a