Las calles estaban repletas de gente deambulando a pie, por lo que tuve que manejar despacio. Tati me acarició la pierna derecha, supe que lo hizo con la intención de mantenerme a la temperatura ideal. Su mano buscaba constantemente mi ropa interior. Algunos peatones que notaron las caricias de mi amiga, pero no me importó, al contrario, la situación me divertía mucho. Tuve que confesarle a Tatiana que nunca antes había ido a un telo, y no sabía dónde podía encontrar uno. Ella me dio indicaciones, hasta que llegamos a un sitio oscuro y de mala muerte, con un cartel desgastado y una puerta que no estaba en mejores condiciones. No me gustó para nada. ―No te ofendas Tati, pero me da un poco de miedo entrar a ese lugar. Parece la casa de Jack el Destripador ¿No hay otro mejor? ―Mejores hay m