En el transcurso de los últimos días, mi nueva amiga Edith vino a visitarme cuatro veces. Aunque en todas las ocasiones tuve que ser yo quien la invitara, porque ella todavía no se animaba a preguntarme si podía venir. La tarde del martes vino por quinta vez, pero en esta ocasión ya nos habíamos puesto de acuerdo de antemano. Nos pusimos a charlar dentro de mi cuarto, como de costumbre. Me comentó que había comenzado a leer el primer libro de Harry Potter, y que le estaba gustando mucho. En un momento ella se quitó los enormes parabrisas que usaba como anteojos, y los limpió con un paño. Me di cuenta que sin eso puesto su aspecto mejoraba considerablemente, su cara ya no parecía la de una mosca, y hasta se podía decir que tenía rasgos delicados. Los brackets le quedaban incluso mejor si