Ana Lago
Llegué a mi casa con un amargo sabor en la boca, mientras me ponía el pijama pensaba en Carlos, su semblante era completamente diferente al Carlos que yo había conocido, esperaba que algún día pudiera ser el Carlos alegre de antes, del que un día me había enamorado. Suspiré. Rocé mis labios con los dedos de mi mano, pensando en que hoy Arturo estuvo a punto de besarme si tan sólo el miedo no me hubiera traicionado.
El día en que Carlos sería dado de alta era mi día de descanso, no le había prometido acompañarlo y la verdad no tenía muchas ganas hacerlo por que sabía que el sentimiento al verlo dolido me ganaría, suspiré, también era el día de descanso de Lily y Miguel estaba de viaje por que lo enviaron a tomar un diplomado sobre cirugía obstetra, así que este día seríamos sólo ella y yo, planeaba preguntarle si quería que hiciéramos algo juntas. Me dirigí a su habitación, tenía la puerta abierta y estaba acomodando ropa en el closet.
- Hola amiga, te quería preguntar si te gustaría comer hoy juntas – pregunté tímidamente.
Ella sonrió alegre.
- Claro que sí, aunque ¿no era hoy cuando darán de alta a Carlos?, pensé que lo acompañarías – negué bajando la cabeza.
Me senté en el borde de la cama y ella hizo lo mismo también.
- He hablado con él y le he hecho saber que mis sentimientos hacía él han cambiado, ya no son los mismos, que ya no lo amo – Mis ojos se volvieron cristalinos. Lily me tomó de la mano y la acaricio con suavidad haciendo una mueca de compasión.
- ¿Amas a Arturo verdad? – asentí – amiga, no tienes por que sufrir para hacer feliz a alguien que no amas, Carlos debe hacerse a la idea, fue el destino, tu no tienes la culpa de nada, a veces la vida no es como uno la planea.
Sonreí tímidamente.
- Ya había pensado hablar con Arturo, pero quisiera esperarme hasta que Carlos regresé a su vida normal.
Lily rodó los ojos.
- Ana, amiga, por que no hablas con él de una vez no veo que hay que esperar, él te ama, tu lo amas… no entiendo.
- Lo extraño – suspiré.
Entonces Lily tomó su teléfono y tecleó un número. Fruncí el ceño.
- ¿Arturo? ¡Hola soy Lily la amiga de Ana! – todo mi cuerpo se tensó cuando escuche su nombre, Lily era incontrolable – si no te preocupes Ana esta bien, de echo te llamo por que ella quiere hablar contigo – “no… no… no” hice señas con mi mano, pero ella me ignoró puso el teléfono en mi mano, ésta temblaba y mi cuerpo también, estaba muy nerviosa.
- Ho.. hola – dije con voz temblorosa.
- Hola – escuché su voz gruesa y serena al otro lado del teléfono, estaba tan nerviosa que no salía palabra de mi boca, Lily desde su lugar me hacía señas para que continuará – Lily me ha dicho que quieres hablar conmigo ¿es cierto?
- Yo… si, quiero hablar contigo sobre algo, bueno no se si ahora tengas tiempo igual puede ser otro día – “soy una tonta” pensé en mi interior, mi cuerpo latía tan fuerte que casi podía sentir como se sale de mi pecho. Lily me veía con reprobación, ella esperaba que de una vez le declarara mi amor, pero necesitaba verlo frente a frente.
- ¿Dónde estás ahora? – preguntó.
- En el departamento.
- Bien, en cuarenta minutos estoy ahí.
Colgó.
- ¿Qué te dijo Ana? – cuestionó Lily con desesperación.
- Viene para acá en cuarenta minutos.
Lily aplaudió con entusiasmo.
- Yeeiii, lo siento amiga, creo que tendré que salir sola el día de hoy – me guiño un ojo – ahora ve a bañarte, ponte guapa que el amor de tu vida viene en camino.
Me abalancé sobre mi amiga abrazándola con fuerza.
- Lily muchas gracias por todo tu apoyo, en verdad que yo no me hubiera atrevido a llamarle hasta que me hubiera sentido que… olvídalo, amo a Arturo y como dices, es lo único que debería importar, ahora me iré a bañar por que con estas fachas que traigo no puedo recibirlo, que pena.
- Si ya te ha visto muchas veces sin ropa Ana – me sonrojé al instante mientras que ella soltó una carcajada, sentía todo mi cuerpo acelerado, dejé a Lily en su habitación, me dijo que saldría a dar un paso tal vez iría a visitar a sus padres pero que le mandara un mensaje en caso de que necesitará más tiempo a solas con Arturo, le prometí que la mantendría al tanto. Me dirigí a mi recamará fui a mi closet y busqué algo de ropa decente. Un vestido sería muy exagerado y sugerente por ahora, pero una falda… estaba muy indecisa, pocas veces me pasaba esto con la ropa, al final me decidí por un vestido casual, nada formal, con formas en zigzag negras y blancas, algo holgado y con un cinto que moldeaba mi figura y unos zapatos abiertos negros.
Después de bañarme casi al estilo de “flash” me peine tan rápido como pude, desenrede mi cabello y lo dejé suelto.
Arturo dijo que vendría en cuarenta minutos y ya habían pasado treinta y cinco, casi era la hora, mi corazón comenzó a latir más rápido al ver como el segundero del reloj avanzaba, me fui a la sala de estar, pero antes pasé por la habitación de Lily quien estaba vacía, ella ya se había ido.
Caminaba pensando en que le diría, “Arturo, lo que quiero decirte es que yo te amo” no, no, no “Arturo, se que la relación que habíamos intentado no comenzó bien, pero ahora que ya no hay mentiras de por medio, quiero que sepas que te amo y quiero estar contigo” eso se escuchaba mejor, el timbre de la puerta sonó.
Puse mi mejor sonrisa, incluso salió natural, deseaba tanto estar en los brazos de Arturo. Abrí la puerta de golpe, pero mi sorpresa fue ver que quién estaba frente a mí no era él si no Carlos, mi rostro se descompuso al verlo.
- ¿Esperabas a alguien más? – preguntó de forma seca, sin que lo invitará a pasar entro al interior del departamento, yo cerré la puerta, estaba muy nerviosa, en cualquier momento Arturo llegaría y podría enfadarse al ver que Carlos estaba aquí, mis manos comenzaron a sudar, comencé a sentir que me faltaba la respiración.
- ¿Carlos que haces aquí? – pregunté, se supone que ahora debería estar descansando en casa de sus padres, ya que había decidido irse a vivir con ellos después de la última conversación que tuvimos.
- A la primera persona que deseaba visitar después de que me dieran de alta en el hospital fue a ti, Ana, es que no puedo dejar de pensarte, te amo, no me hago a la idea de que no regresemos a vivir a nuestro departamento.
- Carlos yo he hablado contigo y he sido sincera, ya no siento lo mismo por ti, se que mis palabras te hacen sufrir, pero es lo que siento y a mi corazón no le puedo mentir.
En ese momento el timbre de la puerta volvió a sonar. Todo mi cuerpo se tensó y me mantuve inmóvil, no quería que Arturo y Carlos se enfrentarán, tal vez si no abría el se marcharía, pero el timbre se volvió a escuchar, cerré los ojos rogando porque Arturo se fuera.
- Si no abres tu abro yo – soltó con voz seca. Camino hasta la puerta, yo me quedé atónita al ver como la abría.
Vi como la expresión de Arturo cambio totalmente al ver a Carlos en lugar de a mí.
- Arturo Rocamonte – espetó Carlos con voz despectiva.
Yo no sabía si Arturo conocía a Carlos, pero intuía que se trataba de él, por que lo asesinó con la mirada, mientras pasaba de él hacía mí y viceversa, sentía que comenzaba a hiperventilar de los nervios.
- ¿Qué haces aquí? – preguntó Arturo, con voz ronca.
- Al parecer lo mismo que tú, Abad – dijo Carlos sin dejar de mirarlo – vine a ver a la mujer de mi vida.
Mi respiración se cortó cuando escuché eso. Arturo me miró frunciendo el ceño con reclamo.
Arturo empujó a Carlos pasando de largo hasta llegar a donde estaba yo de pie.
- Me quieres explicar que hace él aquí, ¿que no me llamaste para hablar conmigo? – preguntó él con molestia mientras me fulminaba con la mirada.
- Voy a explicarte, no es lo que parece, sólo no te vayas por favor – dije en voz baja que sólo el me pudiera escuchar. Era una suplica. El suavizó la mirada. Se posicionó a un lado mío y los dos volteamos hacía donde Carlos observaba con atención nuestras interacciones.