Ana Lago
La tensión que emanaba del cuerpo de los tres presentes en la sala de mi departamento, era demasiado, Arturo y Carlos se asesinaban con la mirada, mientras yo estaba lista para gritar en caso de que se quisieran agarrar a golpes. Era lo peor que podría pasar, no lo podía permitir, Carlos acababa de ser dado de alta después de pasar meses en coma una pelea podría ocasionar una nueva recaída.
- Carlos… - dije por fin – podemos hablar otro día si tú quieres, pero ahora no puedo.
- Ya la escuchaste, ¡veté! – Arturo gruñó, dando un paso al frente y tapando la mitad de mi cuerpo.
- Contigo no estoy hablando – replicó Carlos lleno de furia en su mirada, también dio un paso al frente. Como pude me posicioné en medio de los dos, no podía permitir que Arturo le diera algún golpe, era mi mayor temor.
- Por favor no peleen – alcé la voz – Carlos podemos hablar después te lo prometo. Hice mueca de súplica.
- Esta bien, después hablamos – giró la vista hacía Arturo – en cuánto a ti, quiero que sepas que no descansaré hasta hacerte pagar todo el daño que le has hecho a mi vida, ¿sabías que es delito hacer pasar como muerto a uno de tus empleados?
Volteé a ver enseguida a Arturo, frunció el ceño. ¿De que hablaba Carlos?
- Lo hice por que tus padres y yo teníamos un trato.
- El trato lo hiciste con ellos no conmigo – dijo Carlos esbozando una media sonrisa burlona. Yo sólo observaba de un lado a otro mientras se contestaban.
- ¡Eres un….! – antes de que Arturo pudiera abalanzarse a golpes hacía Carlos, yo me aferré a su cuerpo abrazándolo, tenía que evitar a toda costa que llegarán a los golpes. Arturo no se movió, me tomó por la cintura.
- Disfruten el tiempo que les quede – rio con sarcasmo. No reconocía a Carlos, en qué momento se convirtió en un hombre lleno de rencor, o más bien yo lo convertí en esto. Salió del departamento dando tremendo portazo. Aún estaba abrazada a Arturo, me separé poco a poco de él. Me observaba atento.
- ¿Qué ha sido todo esto? – preguntó con voz seca su expresión facial era seria - ¿Qué es lo que quieres hablar conmigo?, Ana.
- Arturo… yo… te llamé porque necesito que sepas que ya tengo mis sentimientos claros – él arrugó la frente. Dio unos pasos hacía uno de los sillones de la sala y se sentó sobre el reposa brazos. Yo di unos pasos cerca de él. Me veía fijamente, podía notar como aún estaba enfadado por lo que Carlos le dijo, estaba inquieto.
- Habla – me miró directamente.
- No se si el conocernos fue un capricho del destino, no sé si yo esté siendo egoísta al pensar primero en mis sentimientos antes de pensar en el sufrimiento que pueda ocasionarle al hombre al que una vez le jure amor eterno, pero el corazón no miente y ahora mismo me dice que la persona con la que yo deseo compartir mi compañía, mi tiempo y mi vida eres tú.
Arturo se puso de pie enseguida.
- Ana… amor – me jaló del vestido hacía el, ni si quiera opuse resistencia – prometo defender nuestro amor, nadie ni nada nos va a separar, lo prometo – sonrió – yo sabía… sabía que me amabas, pero te negabas a admitirlo – alzó mi barbilla, para besarme en los labios, me besó con ímpetu y pasión, pasando sus manos por todo mi cuerpo como si no hubiera un mañana para nosotros.
- Siento haberme tardado tanto – musité pegando mi rostro a su pecho y rodeándolo con mis brazos por la cintura.
- ¿Qué haré contigo? – preguntó con sarcasmo, entrecerré los ojos.
Estuvimos abrazados por un largo rato, disfrutando de nuestra cercanía, a su lado me sentía plena, completa, como si no necesitará algo más que su presencia. Me miró a los ojos fijamente, rozando su nariz por todo mi rostro, sentí cosquillas como si estuviera percibiendo mi aroma, solté una pequeña risita.
- Me encantaría hacerte mía en este mismo momento – toda mi piel se erizó al escucharlo - pero no quiero más interrupciones, ¿quieres hacer un viaje exprés? – posó sus labios en mi cuello, al momento en el que hice mi cabeza hacía atrás para darle mejor acceso.
- ¿cómo a dónde? – ni si quiera pude armar una pregunta coherente.
El sonrío con lascivia.
- A Santiago, tengo una casa, muy pocas personas saben de ella así que ahí nadie nos encontrará – sonrió de manera divertida mientras que mi instinto de supervivencia se activó.
- Pero tengo que trabajar – lo interrumpí de inmediato.
- No te preocupes, le pediré un favor a ya sabes quién – guiño un ojo.
- ¡No!, la doctora Ruíz en cuánto se entero que lo nuestro había terminado me hizo recuperar todo el tiempo que tu le pediste libre para mí, hacia jornadas de 12 horas al día, fue un infierno – le confesé haciendo mueca de disgusto de sólo recordar los días en los que me dejaba salir hasta las nueve o diez de la noche, vivía sólo para trabajar.
- ¿Se atrevió a eso? – gruñó enfadado – a mi chica nadie la molesta, no te preocupes le pediré algunos días para ti, si ella vuelve a hacer eso me lo dirás enseguida ¿verdad? – yo asentí por inercia.
Saco su celular del bolsillo de su pantalón mientras me jaló de la mano para sentarse en el sofá, me sentó a un lado de él, me rodeo con su brazo por la cintura y con su otra mano tecleó un mensaje, yo miraba de reojo la pantalla de celular, pero mi vista no me permitía leer desde donde estaba.
- Ya quedo – esbozó una amplia sonrisa – vamos a hacer tu maleta, nos iremos por algunos días.
- ¿Algunos, como cuántos? – pregunté con intriga, tenía que avisarle a Lily, a mis padres a mi hermana.
- Algunos – dijo sonriente.
- Esta bien, sólo tengo que llamar a mis padres y a Lily que estaré contigo.
- Sólo no les digas a donde vamos.
- Pero es que no sé a dónde vamos – lo interrumpí.
El soltó una risotada.
- Así es mejor.
Entonces caminamos de la mano hasta mi habitación, el tomó una maleta que estaba a la vista, la abrió y mientras yo revisaba mi closet para ver que ropa podría llevar. De pronto, recordé algo muy importante que no estaba tomando en cuenta.
- ¿Pero y Lisa? – solté de repente con preocupación.
Arturo se acercó a mi besándome en los labios.
- Tranquila, el fin de semana se queda con mis padres, después le pediré a Sam que la lleve a la casa para que este con nosotros, llamaré al colegio, necesitamos unos días de tranquilidad por todo el estrés que hemos vivido últimamente – Arturo parecía tener todo bajo control, confiaba en que las cosas entre nosotros mejorarán y pedía por que Carlos pudiera aceptar mi decisión de estar con Arturo y no con él.
En unos minutos la maleta estuvo lista, él me pidió que incluyera un par de trajes de baño por que la casa a la que íbamos tenía alberca. Llamé a mis padres y llamé a Lily, todos muy contentos me dijeron que no me preocupara que me divirtiera junto a Arturo. Mi padre sonó muy alegre durante la llamada por alguna razón sentía que sentía afecto por Arturo y yo se los agradecía. Por su parte Lily se emociono tanto por saber que Arturo y yo habíamos regresado, casi me revienta el oído con sus gritos. Hasta él los escucho desde donde estaba.
- Vamos – me extendió la mano al momento que colgué la llamada. Salimos del departamento tomados de la mano. Esto era nuevo en mi vida, no era una persona muy aventurera que digamos, pero me gustaba que Arturo si lo fuera, siempre me sorprendía, me encantaba su personalidad tan atrayente y pasional, tan seguro de si mismo que me daba seguridad a mí también, la manera en cierta forma posesiva en la que me veía siempre erizaba toda mi piel provocando sensaciones que se centraban en la parte central de mi cuerpo como si fueran mariposas parloteando por mi estómago.
Cuando llegamos al exterior del edificio donde vivía, Sam nos esperaba ya con una maleta color gris de tamaño mediano, me sorprendía mucho la eficiencia con la que Arturo y Sam trabajaban, no me percate cuando el le pidió que viniera. Arturo le dio instrucciones sobre llevar a Lisa a casa de sus padres y algunos otros pendientes de la oficina que necesitaba que le ayudara. Nos despedimos de él, subimos al auto y Arturo condujo rumbo a carretera nacional.
Apenas iba a encender la radio, pero el detuvo mi mano con la suya.
- Puedo preguntarte algo – soltó sin dejar de mirar al frente.
- Dime.
- Hace un rato sentí muchos celos de la manera tan dulce en que te diriges a Alcázar, le prometiste volver a verlo – su voz era gruesa, casi la sentí como si de un reclamo se tratará.
Lo miré.
- Te explicaré, Carlos acaba de ser dado de alta apenas hoy, pude ver claramente las intenciones que tenías de golpearlo, si lo haces, él puede recaer de nuevo y tu podrías ir a la cárcel, yo no podía permitir eso.
- ¿Entonces lo hiciste por mí? – preguntó, girando su rostro para verme, el semáforo paso a rojo.
Asentí.
- Por que te amo y me preocupas, no quiero que te metas en problemas por mí.
El acarició mi mejilla con su mano.
- Te amo Arturo – dije, tronando un beso en su mejilla. Él sonrío alegremente.
- Te amo Ana.
Mientras Arturo conducía a nuestro destino, puse mi playlist favorito de canciones de Spotify en el auto, me sentía como Katy Perry en el video viendo por la ventana del auto mientras el viento revolotea mi cabello, sonriendo y cantando como como boba enamorada, mientras él entrelaza su mano a la mía.
You think I'm pretty without any makeup on
You think I'm funny when I tell the punch line wrong
I know you get me, so I let my walls come down, down
Before you met me
I was alright, but things were kinda heavy
You brought me to life, now every February
You'll be my Valentine, Valentine ♪ ♪ ♪ ♫