Ana Lago —Ana, te estaba esperando —escrutó Carlos, nos miramos fijamente. —Necesitamos hablar —espeté frunciendo el ceño. Él asintió. —Ven —señaló hacía un pasillo conjunto al recibidor. Apenas di un paso cuando la voz molesta de su madre apareció. Me detuve. —Pero que sorpresa tenemos aquí, tal parece que nunca nos desharemos de ti… Anita — soltó su madre con tono sarcástico, la fulmine con la mirada —no sé cómo tienes el descaro de atreverte a regresar a esta casa, juraste amar a mi hijo y en la primera oportunidad que tuviste, no pasaron ni dos meses y ya estabas saliendo con su jefe, que bonito, digno de una mujer como tú. Ella se posicionó a lado de su hijo, noté como Carlos tenso su cuerpo, nunca le pareció que su madre siempre tratará de hacerme menos, pero creo que esa er