Abro la puerta de mi despacho y le hago señas a Ian para que pase, otra vez tengo esa corriente subiendo por mi cuerpo ¿Por qué no puedo tranquilizarme? entra y cierro la puerta con pestillo ¿por qué hice eso? de todas formas, ya no puedo retractarme. Su espalda ancha aparece frente a mis ojos y no puedo evitar mirar para abajo, anoche toque todo eso, todo su bendito cuerpo tallado a mano y ahora se encuentra frente a mis ojos. - Usted dirá - me quedo parada mientras me da la espalda - ¿Hice algo que te molesto? - su voz es tranquila, y dulce. - ¿Qué? - levanto mis cejas - Algo, ¿cómo qué? - gira para verme - No sé, ahora por ejemplo me tratas de usted, hace un rato frunciste el ceño – me señala - Está