Ann tenía los ojos clavados en mí, esos grandes ojos grises con motas verdes y turquesas, se la notaba angustiada, agotada y nerviosa.
Sus iris bajaron a mis labios para luego volver a mi mirada, sentí como se me aceleraba el corazón y las ganas de besarla aumentaban cada vez más, algo ilógico si no ponemos a ver la situación en la que nos encontrábamos en este momento.
Se mordió el labio lentamente y tuve q controlarme para no arruinar las cosas.
- Mira si serás una puta, que ya te estás revolcando con cualquiera – sus desafortunadas palabras me hicieron apretar mi mandíbula.
Me volví para contemplarlo otra vez, sus ojos me repasaban y luego volvían a la mujer que se encontraba a mi espalda, cerré mi puño con fuerza.
Luck me miro un momento y volvió a observar al caprichoso hijo de Harold Beneck.
- ¿Y te enojaste porque me cogí a otra? no tienes cara - dijo gritando y levantando los brazos.
Asique por eso tenía los ojos hinchados y llorosos. Este cabron la engaño, el idiota se acostó con otra y ahora pretende que ella vaya con él como sí no hubiera pasado nada, Ann se aferró a mi mano y la sentí temblar.
- Más te vale que salgas de ahí atrás y vengas conmigo, porque no respondo Ann.
- Vas a dar media vuelta y vas a salir por donde entraste, porque el que no va a responder soy yo - tenía los puños apretados al igual que la mandíbula, mientras me acercaba hacia él.
- Ya vas a estar sola Ann y ahí nadie te va a salvar- dijo y sentí como me subía la bilis por la garganta, este tipo quería que lo matará acá nomás.
- Tres...- alcance a gesticular y se dio media vuelta y salió.
Sentí como Luck se relajó y soltó el arma de la espalda, pero Sofía ahora lo miraba espantada, la pelirroja tomo el brazo de Ann y la tiro para alejarla de nosotros mientras ambas no dejaban de contemplarnos.
Levante mis manos y Luck me miro confundido, le hice un gesto con la cabeza y miro a las muchachas que cada vez se alejaban más, repitió mi acto y levanto las suyas despacio.
- Tranquilas muchachas, somos agentes. Aunque actualmente trabajamos en seguridad privada- dijo lo más tranquilo posible mi amigo - Si me dejan, les muestro las credenciales.
- Está bien les creo - dijo Ann, era la segunda vez que hablaba desde que todo se tensiono - No es necesario Luck - pero de igual forma mostramos nuestra identificación.
- Estás muy pálida- Ann volvió a mirarme mientras me acercaba despacio.
- La verdad no me siento muy bien – respondió mientras se agarraba la cabeza - Te molesta mucho si te pido que me lleves a mi casa – bajo su rostro avergonzada - Es que no tengo mi coche y me da miedo...- puse un dedo en su boca.
- Para nada, ya te dije, de aquí solo sales conmigo- me devolvió una sonrisa, pero su color empeoró más de lo ya estaba.
- Yo busco tus cosas Ann- Sofía se acercó a la mesa y le trajo las cosas, mientras la ayudaba a ponerse el saco Ann saco una tarjeta y se la paso a Mónica.
- Carga todo aquí - Mónica salió rápido hacia la caja y cobro los gastos- Luck – miro a mi amigo - ¿podrás dejar a Sofí en su casa? Me da miedo que se vaya sola - sabía que me lo podía haber pedido a mí, pero creo que trataba de hacerle un favor a su amiga.
- Claro que sí, para mí será un placer- a Sofía se le iluminó la cara, mientras Luck decía esas palabras y sonreía.
Mónica apareció, le entrego la tarjeta y un papel para firmar, Ann lo firmo se lo devolvió y abrazo a las dos mujeres mientras se despedía, le extendió la mano a Luck, y me miró.
- ¿Vamos? - sonrió
- Si, vamos - Saque plata para pagarle a Mónica lo que gaste y me respondió que ya estaba pagado, mire a Ann - No era necesario ¿lo sabes?
- Es lo mínimo que puedo hacer - dijo mientras se dirija a la puerta.
Salimos y el imbécil de Tom Beneck estaba afuera esperándola, se movía de un lado al otro como un león enjaulado hasta que nos vio y se dirigió hacia nosotros, rodeé a Ann con mis brazos y la aparte de su camino, ella volvió a palidecer y sentí como su cuerpo temblaba un poco.
- Te quedas atrás mío, no importa lo que pase- sus ojos se abrieron como platos, una de sus manos se aferró a mi brazo y me miro en forma de súplica.
- Ahora estás solo.
Se arremango su camisa mientras se acercaba a paso veloz, su mirada se clavo en mi rostro con un fuego casi demoniaco, el hombre parecía un desquiciado, algo que me sorprendió porque lo tenía como un completo imbécil, hijo de papi.
Pero aquí estaba levantando sus puño para pegarme, me hice hacia un lado y paso de largo, aproveche el momento para empujarlo un poco haciendo que usara sus manos para apoyarse en el suelo, volví a correr a Ann, que permanecía inmóvil a mi lado.
Su cuerpo volvió a levantarse, sus dientes asomaron completamente apretados, sus puños estaban casi blancos y sus ojos desorbitados, intento nuevamente golpearme, pero en esta oportunidad me adelantó un poco y lo intercepto antes, tirándolo al suelo sin golpearlo, simplemente pase mi pie por su pierna y con mi brazo lo impulse hacia atrás.
- Yo que tú me quedo ahí y no me levanto- lo observó fijo a los ojos- Porque la próxima te va a ir mal
Me acerco a Ann la tomo de la mano, sus dedos se aferraron a mi agarre mientras intentaba mantener el ritmo de mis pisadas, llegamos a mi coche que se encontraba a una cuadra del bar donde acababa de conocerla.
Abrí la puerta para ella mientras los gritos de Tom se escuchaban por toda la calle, tuve que empujar un poco su cintura cuando la vi estática en el mismo sitio donde la deje.
La ayudó a subir y colocarse el cinturón, ya que ella ni siquiera se mueve, está alterada, sus ojos están desorbitados y la respiración completamente errática, algunas lágrimas caen por su mejilla, las limpio con mi mano antes de cerrar la puerta y dirigirme hacia mi asiento, arranco mi camioneta y salgo esperando que me indique algo.
- ¿Hacia dónde? - le pregunto, cuando no emite ninguna palabra, mis ojos se vuelven a su cuerpo que se remueve en el asiento y me mira.
- Eh... la 9na y la 8va.
- ¿Te encuentras bien? - necesito charlar de algo.
- Define bien – susurra.
- Se que es una pregunta tonta, pero pareces a punto de colapsar - el aire parece cargado de electricidad con ella aquí dentro y tengo unas ganas terribles de tocarla.
Ella vuelve a quedarse en silencio por un momento más, pagaría lo que fuera por saber que piensa su cabeza en este instante, pero eso es imposible, asique no se me ocurre otra cosa que apoyar mi mano sobre la suya y apretarla un poco en señal de apoyo.
Sus ojos se agrandan un poco más y su pecho sube en un gran bocanada de aire, el calor en mi pecho aumento, su toque quemaba, quemaba igual que el infierno.