Algo que me enseñó mi madre, esa que tiene que estar con el cerebro lavado por mi progenitor, es que debemos ser capaces de ver lo positivo de la vida. Incluso con esta siendo una completa falacia. En esa tarea me encontraba en el set de lo que sería mi primer trabajo. El de modelo improvisado. De manos. Gracias a Amelia, quien me contactó con su amiga fotógrafa, estaba en este fondo en blanco con toda la atención en mis manos. No era una mentira para dármela de gracioso, porque en lugar de concentrarse en mi cara, parecía que lo más interesante que tenía eran mis manos. El trabajo era prácticamente dejar que tomasen como mil fotos a estas sujetando diversos productos y haciendo poses. Es decir, me enteraba que las manos tenían poses. Seguro sonaré como un quejica. Pero es que ser mode