Un matrimonio a ciegas

Capítulo 05. Mi bufete de abogados.

Cómo estaba ansiosa de empezar a ejercer, decidí que lo mejor sería montar mi propio bufete de abogados, con personas que sean tolerantes con los demás, no quiero abogados trabajando para mí que se vendan a un mejor postor, quiero personas íntegras, personas que luchen por defender su manera de pensar, en estos días todo ha sido un poco difícil para mí, ya que me he tenido que salir de mi zona de confort, debo estar viajando de un lugar a otro, pues necesito hacerme de una reputación, yo necesito que las personas me den la oportunidad de defenderlos, que no les dé miedo depositar su libertad en una persona no vidente, el que yo esté ciega no me limita a alcanzar mis metas.

Rumina se marcha hoy, mi corazón se parte en mil pedazos, ella ya se había convertido en una hermosa compañía, pero debo aceptar que ella tiene una vida y que esa vida amerita salir del calor familiar, en este caso, irse de mi lado. No aguanté las lágrimas y le pedí que se detuviera

—Rumina, detente por favor—

—Gema, no lo hagamos más difícil, yo sé que te sientes sola en esta enorme casa, pero eres fuerte y necesitas volar, debes aprender a volar sola, debes entender que no debes demostrarle a los demás que los necesitas, que si no estás en compañía de alguien más te desplomarás, yo te amo y lo sabes, pero aunque se me parta el corazón en mil pedazos, yo si debo seguir mi camino, te juro que te visitaré en cuanto tenga un tiempito ¿si? —

—No puedo ser tan fuerte como tú, hermana, yo trato de no pensar en que soy una pobre ciega tratando de demostrarle a su padre que puede salir adelante sin él, pero no lo logro, mírate a ti, tu compraste tu primera casa a los dieciocho ¿y yo que he hecho? Ah, extender las manos vacías para que papá las llene, yo si quiero que tú sigas tus sueños, sé que aún tienes mundo por recorrer y estoy sumamente orgullosa de ti por eso, pero yo, yo… —

Mi llanto era tan descontrolado que Rumina se me acercó y me abrazó fuerte

—Yo no soy nadie sin nuestro padre, desde que soy adolescente no he hecho nada por mi misma, siempre debo depender de los demás, estoy harta Rumina, harta, ese día ese auto debió atropellarme más fuerte, debí morir ese día, no quiero seguir viviendo en la oscuridad, no lo soporto—

—Tranquila Gema, yo te entiendo, entiendo que trataste por muchos años de ser fuerte, hiciste que nosotros nos sintiéramos como si nada hubiese pasado, pero en realidad eres muy valiente, y te admiro por eso, yo soy la que estoy orgullosa de ti, que a pesar de tu ceguera seguiste adelante, nunca te detuviste a mitad del camino, eres una valiente hermanita y te amo por eso —

Mientras nos abrazábamos en la sala de mi casa papá entro, y se encontró con semejante espectáculo, a veces me molesta que él entre así sin ser invitado, lo malo de todo esto es que el conserva una llave de la casa que él me obsequió por mis veinte años, pero ¿con que corazón le quitó las llaves? No tengo el valor para hacerlo, no aguantaría si papá me retira también a mi el saludo, como ya lo hizo con Rumina, él es lo único que me queda en este país

—Si me hubiese enterado antes que está traidora estaba aquí en tu casa todavía, ni me hubiese arriesgado a entrar por esa puerta, ¿sabes que Gema? Volveré cuando esta se haya marchado —

—Esta tiene su nombre papá, mismo que tú y mamá me dieron al nacer ¿o ya se te olvidó cómo es que me llamo? Deja y te lo recuerdo, Rumina Pompeyo, mucho gusto—

—Tú sarcasmo es tan nefasto a veces —

—Ya basta, basta, cierren la boca los dos, no les da vergüenza, tú papá, que le hables así a quien es tu propia hija, tu sangre, y tú Rumina no te da pereza estar todo el tiempo llevándole la contraria a tu padre, el hombre que más te ha cuidado y amado sobre la faz de la tierra—

—¿Amado? A ti, pero no a mí, ese señor a quien tanto le temes me despreció desde el día en que a ti te atropellaron, el cree que yo soy la culpable de todo lo que pasó ese día, mientras el piense eso de mi, yo no puedo hacer nada, ¿sabes que Gema? Lo mejor es que me marche ya de aquí, hasta luego, yo te llamo cuando llegue a Francia—

—Esta bien Rumina, cuídate mucho hermanita y me llamas de inmediato—

Mientras terminaba de despedirme de mi hermana, papá se había marchado de la sala donde nos encontrábamos discutiendo anteriormente, está situación me tiene aún más angustiada, pero por un lado entiendo a Rumina, papá solo la ha maltratado y humillado, luego de ese bochornoso enfrentamiento pasaron unas cuantas semanas, ya mi carrera había empezado a despegar satisfactoriamente, mi primer cliente fue un chico de dieciocho años, acusado de intento de homicidio contra su padrastro, el caso estaba un poco complejo pero al fin logré demostrar su inocencia, el chico lo hizo en defensa de su hermana menor, el padrastro estaba abusando de ella, la ira lo invadió y su única reacción fue atacarlo con un martillo, todo parecía ir mal pero la justicia a veces es justa.

Amo mi carrera, amo lo que soy, amo lo que hago, pero aunque todo esto me hace feliz hay algo que aún no me deja en paz, mi padre, no puedo negar que él ha sido el único hombre honesto en mi vida y el único que daría su vida por mi sin pensarlo dos veces, pero su manera de amarme me asfixia, me hiere y me lástima, yo lo amo porque es mi padre pero el debe de entender que ya no soy su niña chiquita, que ha pesar de mi condición no soy una inútil, de lo último que me enteré es que quiere vender mi casa, está casa, la casa que me regaló, la quiere vender para que me devuelva a vivir con él, ¿cómo es capaz de mentirme en mi cara? Me enteré de sus planes gracias a su abogado, que por error hablo cosas demás, pero no sé lo permitiré, no dejaré que corte mis alas aunque papá me retire el saludo para el resto de mi vida, ya no dejaré que haga de mi vida lo que quiera.

Ya tenía trabajando bajo mi cargo a dos abogados, una chica y un chico, ambos muy inteligentes y de buenos sentimientos, lo sé porque lo siento cada vez que hablo con ellos, no los puedo ver pero siento sus emociones, es lo que siempre soñé, y sé que lo voy a lograr.