Mi teléfono comenzó a sonar insistente en el bolsillo, pero lo ignoré. No tenía fuerzas para atender llamadas en ese momento. Sin embargo, el tono seguía sonando, y finalmente lo saqué, con la intención de apagarlo. Justo cuando estaba a punto de hacerlo, Poli intervino.
—¿Por qué no respondes? Podría ser algo sobre tu padre —sugirió.
No había pensado en eso. Mi mente estaba atrapada en el estado de salud de mi madre, incapaz de concentrarse en nada más. Después de haberla visto rodeada de tubos y máquinas, apenas me había movido de esa silla. Largos minutos habían pasado sin noticias, y aunque comprendía que el hospital estaba desbordado con heridos, no podía evitar sentir que el silencio era una señal de algo malo.
Con un suspiro pesado, deslicé mi dedo por la pantalla del celular y c
