Adiel vuelve a reír y me suelto de su agarre. Me levanto de inmediato y sacudo mi mano. Agarro la mochila y lo fulmino con la mirada. —Vamos dos a cuatro, Cupidita —acota mientras ríe. Cierro la puerta mientras maldigo su nombre. "Adiel Mohammed, me pagarás lo que me has hecho". —¡Idiota! —grito al patear la puerta, luego camino a la habitación y me lanzo en ella. Mi corazón sigue palpitando al recordar a mi profesor Adiel. Llevo las manos al rostro y maldigo en mis adentros por pensarlo. —¿Kiara? Me levanto a toda prisa y salgo de la habitación. No sé en qué momento me quedé dormida. —¿Dormías, princesa? —Sí. —¿Ya comiste? Niego y camino hasta la cocina. —No, me quedé dormida, tío. Ahora mismo lo hago. —No dejes de alimentarte —refuta y se acomoda en la mesa. Seguido, tocan la