Antes de que la sirena suene, me dirijo junto a Gonzalo al bar. Compramos unas bebidas; la bebo de un sorbo, ya que la sed es insaciable. Cuando bajo la botella, veo a Leila junto a Adiel. Mi corazón se hace añicos, pero al mismo tiempo siento rabia, pues la muy zorra le dijo a mi tío que no tenía nada con Adiel y anda acariciándole delante de los alumnos. Me alegro de que el tío Félix no le haya parado bola. En cuanto a Adiel, me da placer que sea un cornudo; el muy tonto no sabe que su querida novia le monta los cuernos. Giro mi rostro y abrazo a Gonza; así caminamos hasta la cancha de baloncesto, donde esperamos al profesor y pasamos dos horas de clase junto a él. Una vez que termina la clase de baloncesto, corro al baño, lavo mi rostro sudado y subo al aula. Aún nos quedan dos horas