-Jel ¿por qué no damos una vuelta por el palacio? Claro, sin dejar vernos por la tal reina Titania – le dijo Raquiel a la chica ofreciéndole su brazo, la cual lo enganchó con el suyo y tras guiñarle un ojo picaronamente a su hermano, salió junto al rubio de los aposentos.
Ya solos, ambos jóvenes corrieron a abrazarse. Fue un abrazo pasional, desesperado, intimo, de esos en donde se pueden sentir los latidos del corazón del otro. Vlad aspiró el aroma dulce de Sariel, y ella por su parte aspiró su aroma varonil.
Cuando deshicieron el abrazo para poder mirarse a los ojos, Vlad sintió unas ganas irresistibles de besar a Sariel, y ella sintió lo mismo, pero se contuvieron. Él porque no quería besarla a menos que se lo pidiera, y ella porque sentía que caería en la tentación y de paso le fal
