Capítulo 1
-¡Tierra a la vista! – gritó un marinero, y los pasajeros corrieron a cubierta, incluidas Sariel y Jelena, que en todo el viaje no habían salido a plena luz del sol. Ya poco les importaba que los demás elfos las vieran estando ya cerca de su destino.
Sariel y Raquiel sintieron un extraño cosquilleo en sus cuerpos a medida que la Náyade salía de la bruma que protegía a la isla y se acercaba a esta, que a simple vista, desde los metros que aun los separaban, parecía una isla normal, llena de árboles silvestres. Lo único que los jóvenes vieron de raro fue un brillo en el pico de la montaña más alta de la isla.
-Ese brillo que ven ahí, es el castillo de los reyes de Avalon – dijo Merlín, mirando a los gemelos rubios -. Ahí nacieron ustedes. Por eso en estos momentos deben estar sintiendo un cosquilleo. Es la isla dándoles la bienvenida a sus hijos.
El capitán hizo sonar la bocina para avisar a los habitantes de la isla que ya estaba devuelta, y los jóvenes nefilim se sorprendieron cuando vieron emerger de las aguas hermosas mujeres que saludaban a los marinos.
-Ninfas del agua – dijo Marco, contento al ver seres de su r**a.
-Creí que eran sirenas – comentó Vlad.
-Las sirenas no son para nada agradables, créeme – dijo Andrew, que durante el viaje había formado una sólida amistad con el nefilim.
A medida que el barco mercante se acercaba al puerto, los jóvenes nefilim con sus ojos sobrenaturales podían observar destellos de colores sobre la isla, lo cual indicaba su alta energía espiritual, confirmando así que ese era un lugar escogido por el mismo Dios para ser el paraíso terrenal entre las dos dimensiones.
-Este lugar es una puerta entre ambas dimensiones, donde la realidad cambia por completo y sigue reglas que no obedecen al entendimiento del ser humano común, inclusive el mío – comentó Merlín.
Vlad, Jelena y Andrew sintieron que la respiración se les entrecortaba cuando el cambio energético hizo de las suyas y la frecuencia vibratoria de ellos se elevó, algo que no pasó con Sariel y Raquiel por haber nacido en aquel lugar. Merlín posó sus manos en las cabezas de ellos, transmitiéndoles calma y regulando sus frecuencias vibratorias.
-¡Sean bienvenidos a Avalon! – Les dijo el capitán, apenas el barco se ancló en el muelle - ¡El mejor paraíso de todos los mundos!
-Gracias por todo capitán – le dijo Andrew, despidiéndose con un formal apretón de manos.
Los primeros en bajar por el puente de desembarque fueron Sariel y Raquiel, que no se habían acostumbrado del todo al oleaje y habían sufrido de mareos hasta el último día, después les siguieron Marco, Matt y Andrew, y antes de que Merlín pudiera tomarle la mano a Jelena para ser su soporte, Vlad se interpuso en medio de ambos y agarró a su hermana, no sin antes dirigirle una mirada de fastidio al mago acompañado de un leve gruñido.
Si bien Merlín era agradable y querido por todos, Vlad aún no procesaba el hecho de que estaba saliendo con su hermana, y de que le había quitado la inocencia, y pese que Merlín había intentado tener con su ahora cuñado una conversación de hombre a hombre durante el viaje, no fue posible, porque el joven lo evitaba a más no poder.
-Dormiremos en una posada cercana, y mañana partiremos hacia el palacio de los reyes – dijo Marco, al ver que el sol ya se ocultaba.
En el camino hacia las posadas, los jóvenes nefilim y el mismo Andrew se sorprendieron con lo maravilloso y fecundo lugar, lleno de árboles silvestres de manzana en toda su extensión, el gran número de vides y frutos varios, y ni hablar de las criaturas mágicas que habitaban en aquella isla. Los varones, en especial Raquiel y Vlad, estaban especialmente hipnotizados por la belleza de las ninfas, que con sus cabellos largos de diferentes colores, vestidos de tela casi transparentes y miradas seductoras, los tenían totalmente embelesados.
-Eh, veo que las ninfas de Avalon cada vez que vengo están más buenas – le susurró Matt a Marco al oído - ¿Y si salimos a cazar en la noche, como los viejos tiempos?
-He dejado esos tiempos atrás, Matt – dijo Marco, mirando a Sariel, que estaba entretenida mirando el paisaje mientras arrastraba su maleta -. Desde que supe que Dios me tenía destinada una gran mujer, he guardado celibato.
-¿En serio? ¿Tantos años sin tener nada de acción? – preguntó Matt, asombrado.
-Por ella hago hasta lo imposible – dijo el mago, mirando con dulzura a la chica, que se detuvo cuando una hada pequeña la increpó para regalarle unas flores.
-Pues ella no parece interesada en ti, amigo – dijo el hada, que había notado ciertas situaciones durante el viaje -. Ella parece atraída por Vlad.
-Por supuesto que soy consciente de eso – suspiró, mirando al mencionado nefilim -. Es idéntico a su padre, aunque solo en lo físico, aclaro, y nadie puede superar la belleza de tal ser angélico. Entiendo que Sariel sienta cosas por él.
-Entonces tienes un arduo trabajo por conquistarla, amigo mío – dijo el hada, apresurando el paso.
Marco volvió a observar al nefilim azabache. En efecto el muchacho tenía una belleza envidiable, y al igual que su progenitor tenía unas facciones que le daban un aspecto imperial, y el hecho de que se estuviera dejando el cabello largo, recogido en una relajada coleta, lo hacía aún más atractivo, hasta para el mismo Marco, que sacudió la cabeza al considerar impropios los pensamientos que estaba teniendo hacia el hijo de Lucifer.
-Cuida tus pensamientos, te recuerdo que los nefilim al igual que los ángeles podemos leer mentes – le dijo Merlín a su colega mago, que se sonrojó violentamente.
-Solo…reconocía la belleza de otro hombre, eso no puede ser malo ¿o sí?
-No te preocupes, seremos hombres heterosexuales, pero no ciegos – dijo Merlín, también mirando al nefilim azabache, que a ojos de todos, era el más llamativo de los cinco nefilim -. Antes, el ser más hermoso de la creación era su padre, y ahora lo es él junto a su hermana. Hay que mantenerlo alejado de Titania.
-¿Por qué? – preguntó Marco, aun no muy seguro de los rumores injuriosos que corrían por el mundo mágico sobre la reina de las hadas.
-Antes de que ella se casara con Oberón, y cuando Lucifer aún era un príncipe celestial, tuvieron un inocente idilio de amor – le contó Merlín, asegurándose de que el hijo del mencionado no los estuviera escuchando -. Se podría decir que el primer pecado que cometió Lucifer no fue caer en el orgullo, sino enamorarse de una criatura de la creación, es decir, de Titania.
-Había escuchado ese rumor, pero nunca lo creí verdadero – dijo Marco, aun no pudiéndose imaginar a la fiel cristiana reina Titania enamorada del adversario de Dios - ¿Cómo sabes tú que es verdad?
-Duré siglos encerrado en el palacio de Lucifer ¿lo olvidas? él solía contarme cosas cuando estaba aburrido, y yo sabía qué cosas eran verdad y cuáles eran mentira, tengo ese don, y definitivamente cuando me hablaba de Titania no había ni rastro de mentira. Se amaron, y se amaron de verdad.
-¿Y? ¿Qué pasó? – quiso saber Marco, intrigado.
-Lo que te imaginarás. Dios intervino y los separó, y fue ahí cuando en el corazón de Lucifer se empezó a gestar la iniquidad – miró de nuevo a Vladimir -. El muchacho es la viva estampa de su padre cuando era un ángel joven, Titania se enamorará de él, tuve una visión hace unas noches, y créeme que no fue muy buena. Oberón es muy celoso, afectará al Concejo de Guerra que él tenga enemistad con nosotros los nefilim por causa de Vladimir.
-Entonces definitivamente Titania no puede ver al chico – sentenció Marco.
Llegaron a una posada administrada por un hada varón que aunque tenía buenos modales, igual que todas las hadas, no le hacía mucha gracia hospedar a seres que a simple vista no eran del mundo mágico.
-Apestan a humanos del mundo mortal – dijo el hada, dándoles las llaves de las habitaciones -. Ustedes los rubitos tienen cara de americanos, y ustedes los morenos tienen cara de europeos ¿me equivoco?
-¿Cómo…? – preguntó Raquiel, sorprendido porque el hada incluso conociera los nombres de los continentes.
-En mi juventud trabajé como hada viajera, de las que van al mundo mortal en el cambio de estaciones, y a tratar de ayudar en los estragos que los humanos causan en la naturaleza – dijo con orgullo, mirando a Matt - ¿Tú también eres hada viajera?
-Aun no me han nombrado, estoy muy joven, pero mi madre sí lo es – respondió, y el posadero asintió, y continuó hablando:
-Se servirá la cena en una hora. Las tres comidas del día se sirven en punto, sin excepciones. El desayuno se sirve a las siete de la mañana, el almuerzo se sirve al medio día, y la cena a las siete de la tarde. ¿Alguno de ustedes, humanos, es alérgico a algo, para decirles a mis cocineras que lo tengan en cuenta?
-Yo soy alérgico a las nueces – dijo Andrew.
-Qué vergüenza que un humano del mundo mágico sea más delicado que los humanos del mundo mortal, estos otros se ven igual de sanos que un ángel – dijo el hada, y los nefilim jóvenes por un momento se pusieron nerviosos porque el hada pudiera adivinar su verdadera naturaleza.
Una vez se acomodaron en las habitaciones, todos se volvieron a encontrar en el comedor, en donde las hadas cocineras les sirvieron un buen festín de frutas, panecillos, legumbres y sidra de manzana, pero Raquiel y Vlad no parecieron muy contentos con lo que había en la mesa.
-Si esperaban un estofado hecho con carne de animal, lo siento por ustedes – dijo un hada, de muy mala gana -, tendrían que cazar al animal y cocinarlo ustedes mismos, lo cual lamento decirles que está prohibido en esta isla por estricta orden de la reina – mira a Andrew, que por chismes regados por los marineros de la Náyade, se sabía que era el príncipe de Mentholia -. Aquí no somos como otros reinos que permiten la caza y el consumo de seres vivos.
-Lamento recordarle, mi respetada señora, que los humanos tenemos una dieta muy diferente a los demás seres mágicos, requerimos de la carne de ciertos animales para que todo en nuestro organismo funcione correctamente – dijo el príncipe con toda la cordialidad que pudo.
-¿Proteína? ¡Pues reemplácenla con lentejas! – dijo el hada, enojada, para después regresar a la cocina.
-Qué genio tiene – murmuró Vlad, sirviéndose un vaso de sidra de manzana.
-Lo lamento, no todas las hadas somos así con los humanos, no se vayan a llevar una mala impresión de las hadas de esta isla – dijo Matt.
-Tú me caes bien – dijo Sariel, haciendo que el hada se sonrojara.
-Bueno, ahora sí tratando temas importantes…- habló Merlín, llamando la atención de todos -. Mañana iremos al palacio de los reyes – mira a las parejas de gemelos -. Pero ustedes se quedarán aquí.
-¿¡Qué!? – exclamaron Jelena y Sariel al unísono. La primera porque no quería separarse ni un día de Merlín, y la otra porque quería conocer más la isla. En cuanto a sus hermanos, ellos no tenían problema con quedarse en la posada.
-Ustedes no harán parte del Concejo de Guerra, así que no tienen nada que hacer con nosotros en la reunión con la reina – dijo Marco, al que tampoco le agradaba la idea de dejar solos a los nefilim, en especial porque sabía que le estaba dando la oportunidad a Vladimir de cortejar a Sariel -. Solo será un par de días, después regresaremos.
-Si no vamos a ser parte del Concejo de Guerra, entonces no entiendo por qué nos trajeron a Avalon con ustedes, podríamos habernos quedado en Mentholia – dijo Vlad.
-No, ni locos los hubiésemos dejado solos – dijo Marco.
-¿Por qué nos tratan como si fuéramos niños? – intervino Raquiel -. Según las leyes de nuestro mundo, ya somos mayores de edad, podemos hacer lo que queramos.
-Pero mientras estén en este mundo, deben seguir sus leyes, y aquí ustedes todavía son unos niños, y están bajo mi tutela – dijo Merlín, mirando con severidad a Sariel, que parecía a punto de explotar en rebeldía - ¿Qué diría Monder si se entera que a sus hijos les ha pasado algo por mi culpa?
-No lo sé, él ni se enteraría, nunca está presente – dijo Raquiel encogiéndose de hombros.
-Y nosotros ni padre tenemos, así que no tendrías que rendirle cuentas a nadie – dijo Vlad.
-La decisión está tomada, ustedes se quedan aquí – dijo Merlín con firmeza -. Y espero que no causen problemas, de por sí las hadas que trabajan en esta posada no les tienen ningún afecto.
-Está bien, ustedes son los adultos responsables, ustedes mandan – dijo Sariel, conciliadora - ¿Cuánto tiempo estarán por allá?
-No sabemos cuánto nos tenga Titania con ella planeando los asuntos del Consejo de Guerra, pero no creo que sea por más de una semana – dijo Marco, y Sariel asintió.
-Quedarás tú a cargo, Raquiel – dijo Merlín, a la vez que Marco le tendía un pequeño saco con monedas de oro -. Si bien ya dejamos paga la estadía en la posada por un mes, les dejaremos dinero para que solventen demás gastos, pero deben administrar ese dinero con sabiduría, nada de gastos innecesarios.
Finalizada la reunión, cada uno se dirigió a sus respectivas habitaciones. Jelena, como de costumbre cada noche antes de dormir, estaba sentada frente al tocador, peinando su larga melena azabache, hasta que escuchó unos leves toques en la puerta. No tuvo que ser adivina para saber que se trataba de Merlín.
-¡Pasa! – exclamó ella, dejando su peine sobre la mesilla.
El mago entró y cerró la puerta tras de sí, y suspiró al ver lo hermosa que se veía Jelena. Ella siempre estaba hermosa, pero cuando se alistaba para acostarse a dormir, tenía una naturalidad e inocencia que al mago le quitaba la respiración.
-Vengo a despedirme, salgo a primera hora y no creo que estés despierta tan temprano – dijo Merlín, acercándose a su amada para plantarle un dulce beso en los labios -, aunque podría despertarte en la mañana, si me dejas dormir esta noche contigo.
-No podemos, Merlín – dijo ella a regañadientes, deseando compartir cama con el mago antes de que se fuera y no poder verlo por días -, estoy en mis días peligrosos, no podemos arriesgarnos a un embarazo, si es que no estoy en cinta ya.
-No lo estás, podría sentirlo – posa su mano en el vientre de la chica -. Podría sentir su aura – aparta su mano para luego dirigirla a la suave mejilla de ella -. Si bien no me molestaría ser padre en estos momentos, por supuesto que soy consciente de que no podemos arriesgarnos, sería muy egoísta de mi parte importarme poco que te embarazaras siendo tan joven – le sonríe dulcemente -. Solo quiero dormir contigo, es todo.
-Una propuesta de esas en tu época definitivamente hubiera sido muy inapropiada, Merlín Ambrosius – le da un pico en los labios -. Pero afortunadamente, no estamos en tu época, sino en la mía.