Vlad abrió los ojos cuando la extraña sensación que siempre sentía cuando se teletransportaba pasó, y un fuerte dolor de cabeza por poco e hizo que se desmayara, pero unos fuertes brazos lo mantuvieron en pie. Esperó a que la visión borrosa cesara, y vio que estaba en una especie de cueva. Como acto de defensa desenvainó la espada y la apuntó al arcángel. -¿Cómo sé que no mientes sobre tu identidad y en realidad eres un demonio? – le preguntó, y Miguel sonrió levemente. -Raziel te educó bien, nunca debes confiarte de alguien que se vea como un ángel – se quita su cadena de oro, la cual tenía el dije con la insignia de la Casa Real de Jehová -. Apuesto a que conoces esta insignia. Sin dejar de apuntarle, Vlad miró el dije. Efectivamente, era la misma cadena que tenía Raziel, aquella q