Sariel abrió los ojos, y al verse acostada sobre el pecho de Vlad recordó todo lo que había pasado anoche, y se sintió sonrojar. No se había imaginado que podía llegar a ser tan…fiera en la cama. Recordó cómo cabalgó a Vlad, como a toro salvaje, y cómo se le puso a cuatro patas para que la bombeara como a una perra mientras él tiraba de su dorada cabellera. -Mi cielo, si no subes tus escudos mentales, despertarás a todo el mundo con esas imágenes tan morbosas – escuchó hablar a Vlad y se sobresaltó. No se dio cuenta en qué momento el ruso había despertado. -Buenos días – saludó ella, dándole un pico en los labios. -Junto a ti claro que son buenos – respondió él, dándole otro pico - ¿Estás bien? ¿Te duele algo? -No, nada. Supongo que debo agradecerle a mis genes angélicos que no hay