Eso fue todo lo que necesitó para besar mis labios con mucho salvajismo, tanto que seguramente quedarían muy hinchados. Su lengua entró en mi boca sin permiso y lo recibí gustosa, cuando la mía encontró la suya una silenciosa batalla se llevó a cabo. Recordé que me encontraba prácticamente desnuda ante él y aún no se había quitado ni la camisa.Me aparté de él para tomar aire, mi temperatura corporal debía estar por los cielos, él me miró con el ceño fruncido. — Quiero dejar algo en claro: Jugaremos a amos y sumisas, ¿Estás de acuerdo con eso? — Sí lo estoy — afirmé sintiéndome ansiosa. Él habló en mi oído. — Debes dirigirte a mí cómo Amo para todo, no puedes hablarme si no utilizas esa palabra, de lo contrario recibirás un castigo. — Sí, Amo. — dije inocentemente y el me sonrió sin mostrar