— Me encanta tu cabello. — Y a mí tu pene — .Llevaba tres días en mi experiencia "Glimmer", y puedo decir con honestidad, me volví adicta.Pasé de ser Zenda, la chica tranquila a una ninfómana, y cómo toda droga, mi cuerpo necesitaba más.Estaba exhausta, era mi tercera taza de café del día, la arrugada cara de mi padre en el teléfono me hizo sentir mejor, estuvo llamándome las últimas 24 horas pero Pablo, mi último "amiglimmer" acababa de marcharse, por fin, y pude contestar.La cara de felicidad en el rostro de mi papá al saber que dejé a Alan no había podido ser mayor. — Gracias a Dios saliste de esa plaga, hija, ahora te queda disfrutar sanamente. No quiero embarazos de vagos y mucho menos de desconocidos, Zenda, mucho cuidado, compra condones o pastillas, yo que sé.Siempre tan sútil el hombre, qué pensaría si supiera que todo lo que me decía, tenía base. Estaba un poco aburrida así que decidí ordenar mi hogar, gracias al reducido espacio no me tomó mucho y aproveché para arreglar mi closet. Una idea se me vino a la mente y empecé a teclear en la laptop apenas terminé.Sex Shop Online, Nueva York.Bingo, cuando diversa cantidad de prendas íntimas a precios de regalo se abrieron ante mí, sonreí cómo demente y empecé a añadir a mi carrito de compras virtual. Cuando la palabra "Juguetes" llegó a mis ojos, mordí mis labios y entré, seleccionando un par de cositas.Y ahora, 6 horas más tarde, el intercomunicador sonó y di paso al delivery que llevaba unas 4 bolsas en las manos, creo que me pasé un poco. — ¿Usted es Zenda? — Sí, soy yo. Acepté el pedido firmando una pantalla virtual que él extendía, se veía cómico con un dibujo muy s****l es su tapabocas relacionado al logo de la compañía, pobre hombre. Con una propina de 5$ que tenía a la mano, el muchacho se fue.Me sentía cómo una niña en Navidad, llevé todo a mi cama y derramé el contenido de las bolsas sobre ella, y me maravillé con mis regalos.Un baby doll de tela muy clara en color fucsia chillón, otro de encaje muy elegante color azul marino, un conjunto muy de moda en cuero n***o lleno de cintas que imagino sería un problema ponerme pero quedaría maravilloso, también tres tangas de diversos tonos, pero el verdadero espectáculo estaba en la última bolsa. Mis juguetitos.Siempre quise un vibrador con baterías, aunque la pena absoluta de entrar en un s*x Shop me quitaba de inmediato las ganas, por eso cuando tuve la opción en mis manos no dudé, era cromado, de un tamaño muy atrevido, con tres velocidades distintas que deseaba probar de inmediato por lo que me olvidé del resto y, acomodándome en la cama con el pene plástico en mi interior, apreté la primera velocidad.Una leve vibración llegó a mi clítoris, dándome una comodidad infinita. Luego de unos segundos, mientras me ayudaba con la otra mano pellizcando mis pezones y cerrando los ojos con gusto, la segunda velocidad llegó con bastante diferencia, mis gemidos empezaron suaves mientras mordía mi labio inferior el juguete entraba y salía de mi v****a llena de jugos, estaba muy húmeda por lo que cuando la tercera velocidad llegó, tuve que morder mi palma para no gritar.El juguete se movía en todas direcciones y me sentí una muñeca. El orgasmo arrasador se hizo presente tal vez un minuto después y traté de extenderlo lo más que pude.Fue genial, lo limpié con mucho amor y lo guardé en mi mesita de noche, feliz con mi nuevo bebé.Revisé lo que aún no había visto, unas esposas de color rojo junto a un sencillo látigo que me atreví a comprar pensando en mis amigos de Glimmer y en algún atrevido que llegara a satisfacerme con rudeza.Miré a la ventana, la noche había llegado, me preparé un rápido sándwich cuando mi estómago se quejó por la falta de alimentos y decidí darme una rápida ducha luego de esto.Opté por usar una de las nuevas tangas, era muy pequeña de color blanco con la parte frontal transparente, prácticamente no cubría nada. Me encantaba.Peiné mi cabello frente al espejo y me rocié un poco de perfume encima, cuando busqué mi teléfono y lo aparté del cargador, empecé a buscar un nuevo compañero.Decidí que quería un hombre, alguien rudo que quisiera maltratarme un poco y robarme unos cuantos orgasmos. Cuando tres opciones aparecieron para mí las pasé con el dedo, definitivamente no eran mi tipo.Pero cuando llegué a uno en especial, cerré mis piernas con fuerza por el cosquilleo que se formó. xDomx era un hombre blanco, de ojos muy oscuros y cabello corto, tenía un aspecto violento lleno de tatuajes y sus fotos eran muy misteriosas, sí, sería él.Le envié un mensaje y no respondió, resoplé un poco y decidí hacer algo más para llamar su atención, por lo que puse la cámara frontal de mi teléfono y me tomé una sexy foto que de seguro le interesaría.Mis nalgas eran lo que se veían en la fotografía, eso y el látigo sobre ellas junto al mensaje "Quiero un poco de maltrato, ¿Te interesa?". Me respondió enseguida. Media hora después estaba junto a mi puerta.Le abrí con una sonrisa aunque me afectó su seriedad, el olor que emanaba era tan fuerte que afectó mis sentidos llenándome de deseo, malditos perfumes de hombre. — Pasa — lo invité. Él entró dándole una hojeada al lugar, no miré su rostro, los nervios no me dejaban por lo que le di la espalda. Estaba usando una ligera bata que también adquirí en mi compra, era de encaje totalmente y de color salmón, por lo que mis nalgas expuestas por el diminuto tanga estaban a la vista, y mi falta de sostén no ayudaba. — ¿Quieres algo de--Mi decente invitación se cortó de inmediato cuando tomó con rudeza mi cabello, haciéndome chocar contra la pared, su respiración en mi nuca me congeló y mi cuerpo vibró cuando empezó a acariciar el borde de mi cuerpo de espaldas. — Eres una verdadera muñeca — su voz era muy ronca y resistí un gemido cuando recostó su cuerpo al mío y su erección chocó con mis nalgas. Él quitó la bata y me dio la vuelta, mis mejillas se tiñeron de rojo cuando su mirada lasciva se dirigió a mis senos por lo que inconscientemente bajé la mirada.Él apretó mi cuello y me instó a mirar a sus ojos, eran tan oscuros que perturbaban pero estaban llenos de lujuria, cómo seguramente estaban los míos, uno de sus dedos acarició mis labios con rudeza y él bajó el rostro hasta que nuestras respiraciones chocaron. — ¿Eres una chica frágil? — preguntó sorprendiéndome. Quise que el atrevimiento que tenía últimamente marcado en mi vida saliera a flote por lo que, con toda la dureza que pude, sostuve su mirada. — No tengas miedo de romperme.