Di un respingo cuando una mano masculina cubrió la mía mientras recogía una copia de Hamlet del piso, me puse de pie y mi culo chocó con una entrepierna y un gran trozo de carne me hizo saber que era un hombre. Por supuesto, Peter no me dejaría en paz. Me solté de su agarre y me di la vuelta mirándolo con enojo. — ¿Qué? — le dije, no me importaba parecer grosera, estaba molesta. Él me miraba sonriente y examinaba mi cuerpo de arriba a abajo poniéndome muy nerviosa. Hice lo posible por disimular pero la cercanía me afectaba. Agradecía que mi tapabocas cubría mi rostro porque sino mis mejillas sonrojadas me dejarían en evidencia. Peter no usaba el suyo y pensé en decirle algo sobre eso cuando me habló. — ¿Acabó bien? — Jodido idiota, ¿quién se cree que es para preguntar por mi vida s****l?