— Oh, gatita, sí... — Mi dueño, sí- porque actualmente era una gata-, estaba encajándose en mi interior y les aseguro que las marcas de uñas en su espalda fueron muy apropósito — Maúlla para mí — Miauuuu — alargué la palabra, sus dedos acariciaban mi clítoris. Las orejas de gato que usaba maltrataban mis orejas reales gracias al cintillo que las mantenía en mi cabeza y poco me importaba — Dios... Sí — grité, acariciando el orgasmo en manos de ese moreno de ojos oscuros, el sudor cubría su pecho y ese six pack que me llamó la atención en la foto estaba chocando contra mi propio abdomen mientras sus dedos apretaban mis tetas.Gracias al imbécil rubio que ahora trabajaba conmigo mis visitas con los AmiGlimmer habían pasado a ser diarias, ese idiota era feliz provocando mi sensible libido y ne