Yo soy Azrael, el Ángel de la Muerte… Yo no soy hermoso de la manera que lo es Miguel, ni tengo una corona de luz. Mis alas no son tan ligeras como el aire, ni son translúcidas como las de Rafael. Yo soy el ángel más oscuro. Yo eclipso todo aquello que sea luz.
Kreves se dirigía a la escena del crimen, Jonathan lo había llamado ordenándole que se acercara cuanto antes. Mientras manejaba se percataba de que Londres ya no era la misma ciudad, antes las personas deambulaban por las calles hasta altas horas de la noche, los turistas se conglomeraban en los clubes nocturnos o en shows callejeros, pero ahora… las calles estaban vacías, la espesa neblina se apoderaba de estas, el gélido viento hacia oscilar a los faroles que iluminaban tenuemente el camino, Kreves sentía como un sudor frío descendía por su nuca, algo en su interior le estaba anticipando la escena con la que se encontraría.
Al ver las calles desoladas no podía evitar preguntarse si las personas sabrían que ellas no estaban en peligro, tal vez si supieran la verdad no buscarían esconderse al ver caer la noche, no caminarían atemorizadas, tal vez Londres no se vería como una ciudad fantasma. La verdad era que eran meros espectadores de un “plan maestro” en ejecución. Por el contrario, Kreves era una pieza clave en su venganza, todo este teatro era para él, todas estas muertes estaban vinculadas con su pasado, pero esta… realmente esta vez el asesino se había superado en todos los aspectos.
Kreves llegó a las cuatro y media de la mañana aproximadamente, antes de llegar se había imaginado cientos de escenas con las que se podría encontrar, cada una más horripilante que la anterior, sin embargo, nada de lo que él hubiera imaginado, por más retorcido que fuere, se podría comparar con lo que tenía ante sus ojos…
Frente al Palacio Lambeth, entre dos grandes robles se divisaba el terrible destino que sufrió esta persona. El cuerpo, al igual que el resto, había sido desfigurado, desmembrado y seguramente perforado en el tórax, llevaba una máscara de gas y una túnica negra, solo que esta vez el asesino no paró ahí, decidió llevar su crimen un paso más allá. La piel del área de la columna había sido desollada parcialmente, le ató hilos en ciertas partes para que así estas se extendieran como dos alas sangrientas, sin embargo, ahí no se había detenido su tortura. Le había roto las costillas para así extenderlas sobre la piel, como si intentara formar un “esqueleto” para su nueva creación, además, uso esto como ancla para así atar a la víctima entre ambos árboles y que esta permaneciera de pie. Era un acto tan barbárico que hasta la sangre se había impregnado en el ambiente, los policías que estaban cercando el área estaban pálidos, algunos de ellos habían vomitado, es más, Kreves tuvo que aguantar unas cuantas veces las arcadas para no vaciar su contenido gástrico en la escena.
Otra gran diferencia es que las rosas, que usualmente las colocaba dentro de la víctima, ahora estaban en el piso. Kreves sabía que este cambio en escena no era realizado por el azar, había algo para él entre todo este desastre. Se colocó un par de guantes para no contaminar la escena y la examinó cuidadosamente. Primero notó que el c*****r sangraba profusamente, cosa que en otras escenas no había ocurrido ya que el asesino suele drenarlos por completo. Esto le hacía pensar que la muerte era reciente, pero a su vez se percataba de que tal exhibición necesitaba ser planeada con anticipación. Obviamente esta persona había sido extremadamente cuidadosa, ya que a pesar de que las calles están desoladas, cargar a una persona con la espalda desollada seguramente hubiera captado la atención de más de uno y habrían alertado a la policía.
Prosiguió a inspeccionar la túnica que llevaba la víctima, Kreves había visto este tipo de vestimenta en los monjes, tenía un par de bolsillos a los costados así que hurgó en ellos, aquí encontró lo que tanto buscaba… En el bolsillo derecho halló un pequeño sobre lo sacó rápidamente y lo guardó para poderlo leer con tranquilidad en la estación. Por último, se dirigió hacia la espalda del c*****r, le escena era repulsiva. Las “alas” habían sido colgadas con ganchos hacia los árboles a sus costados, las costillas también habían sido proyectadas hacia los lados para proveer una especie de estabilidad a la piel que colgaba, a su vez las había utilizado para proveer una especie de ancla y poder colocar a la víctima de pie. Además, se podía ver claramente el interior de la víctima ya que los cortes profundos en el tórax permitían el ingreso de la luz exterior a esta cavidad, sin embargo, la sangre dificultaba parcialmente los detalles del interior así que la doctora Abbat tendría que continuar con la examinación del c*****r.
- Kreves, tenemos que hablar – Sin notarlo John había caminado hacia donde se encontraba Kreves. Jonathan seguramente lo había alertado al igual que había hecho con Kreves.
- Lo sé John, pero no aquí. Hay muchas personas que podrían escucharnos, y por el momento no es conveniente que el capitán Brown esté al tanto de todos nuestros hallazgos. – Kreves confiaba en Jonathan, pero sabía que él era una marioneta de sus tíos, y si ellos llegaran a saber la verdad de que los recuerdos de Kreves estaban regresando, lo sacarían inmediatamente del caso.
- Está bien – Miró al c*****r y suspiró—Sabes, esta escena me recuerda a un águila sangrienta
- ¿Un qué?
- Un águila sangrienta, se supone que los vikingos asesinaban a los cristianos de esta manera. No recuerdo con exactitud, lo vi en la universidad hace varios años.
- A mí me recuerda a otra cosa John, me recuerda al ángel de la muerte.
- Bueno… solo el asesino sabe que quería representar, y sea lo que fuere no es nada bueno.
- Debemos regresar a la estación, debo contarte la nueva evidencia que he recopilado, además… dejó otra pista. – John miró a Kreves con sorpresa, sabía que no podían hablar con tranquilidad hasta que llegaran a la oficina.
- Está bien Kreves, solo… no te parece extraño todo esto. No es lo que solía hacer con sus otras víctimas. Además, es mucho esfuerzo para una sola escena.
Esto hizo que la sangre de Kreves se helara, ¿acaso habría alguna otra evidencia que estuviera pasando por alto? Si lo pensaba bien el asesino había empleado mucho esfuerzo físico para montar todo aquello, no podía ser posible que lo único que dejara atrás fuera una carta. Su cabeza estaba intentando descifrar el mensaje oculto tras todo esto hasta que por fin encontró la respuesta que tanto buscaba. Estaba recreando la escena de ese día, estaba recreando a el Mothman, pero a su vez, no podía evitar pensar en Azrael, su tía le había hablado unas cuantas veces de él, el ángel de la muerte. Al pensar en esto no podía evitar sentir que el asesino se estaba burlando de ellos, estaba enviando dos mensajes, uno para Kreves y otro para la ciudad de Londres, el ángel de la muerte estaba en la ciudad, y se llevaría todas las almas que el asesino estaba dejando atrás.
El camino a la estación fue silencioso, Kreves tenía varias cosas que aportar al caso, pero necesitaba explicárselas a John con tranquilidad en su oficina. Todos los eventos que había vivido en las últimas veinticuatro horas no eran fáciles de describir, necesitaba tomarse su tiempo para que John comprendiera cada una de ellas y lo ayudase a aclarar ciertos detalles de su mente. Llegaron a las seis de la mañana, subieron rápidamente a la oficina, Kreves sacó la carta de su bolsillo y comenzó a leerla en voz alta.
Detective Lockwood,
Debo ser sincero con usted, admito que esta noche no estaba en mis planes, bueno… al menos no tan pronto, pero he tenido que adelantarla al darme cuenta de lo descortés que he sido. Nunca le di una hora para nuestro encuentro, así que debía remediar mi pequeño error. Nos vemos a la hora en la que todo comenzó, y no detective, aunque lo parezca no es otro acertijo, bueno… no lo es si usted ya sabe quién es en realidad.
No me defraude detective, lo estaré esperando.
P.S. Para motivarlo más debo advertirle que en caso de que usted no llegue solo a nuestra reunión, recrearé una escena muy parecida a la de hoy.
Sé que todavía no me recuerda, así que para refrescarle la memoria le diré que la escena que usted vio hoy está muy vinculada con nosotros.
Kreves palideció, si antes lo sospechaba ahora lo estaba confirmando, esta persona era la misma que él vio en el parque cuando era pequeño, aquella que les había dicho quién era el Mothman, ahora… solo debía recordar su rostro, debía enfrentarse a este fantasma de su pasado.