John estaba absorto en sus pensamientos, necesitaba procesar todo lo que Kreves le había contado, a su vez, intentaba atar todos los cabos sueltos que pudiera haber para encontrar posibles pistas ocultas. Por su lado Kreves anotaba los hallazgos de la última víctima, al observar el mapa sentía que había visto este patrón anteriormente, la cuestión era en dónde. Debía hablar con sus tíos una vez más, sin embargo, debía ser cuidadoso con lo que dijera, ya que, si ellos llegaban a sospechar que él ya tenía conocimiento de su pasado, se encargarían de que Jonathan lo sacara del caso. Había otra cosa que no dejaba que la mente de Kreves descansara, la adivinanza, hace dos días que la tenían y el plazo solo era de un día más, debían resolverla o se les escaparía un encuentro clave de sus manos. Por otro lado, en la última nota había estipulado la hora, pero no de forma directa, así que también tenían que resolver ese misterio.
- Este asesino y sus malditas adivinanzas, que diablos quiere de ti Kreves – dijo John molesto, el estrés de estos últimos días estaba afectándolo severamente.
- Que quiere de mí es fácil John, te lo dije, quiere que comprenda lo que está haciendo. Tal vez espera que lo relate, que lo haga conocido, o… inclusive que lo ayude.
- Entonces está más loco de lo que yo supuse si piensa que tú lo ayudarías.
- Bueno…
- Espero que ni siquiera lo estés pensando Kreves – John estaba intentando contener su furia, a Kreves esto lo fastidió, ni siquiera le dejaba terminar de hablar y ya lo estaba juzgando.
- John, cállate y déjame hablar antes de que pierda la poca paciencia que me queda. – Kreves suspiró, al ver que John no lo interrumpiría más continuó – No es tan descabellado pensar que yo lo ayudaría, ambos sabemos lo que ocurrió ese día, y en base a lo que escuché de mi padre puedo concluir que lo que sucedió fue planeado.
- Quieres decir que el gobierno tuvo la magnífica idea de hacer estallar una planta nuclear solo para ver sus efectos en la gente, qué rayos estás pensando Kreves, si ese desastre debió costar millones por todo el daño que causó, que gobierno en su sano juicio permitiría tal daño – John dijo en un tono irónico, le resultaba improbable que un gobierno pusiera en riesgo la vida de sus ciudadanos, su planta nuclear más grande del momento, y eso sin contar todo el daño económico ocasionado por el desastre generado.
- No, no me refiero a eso, lo que quiero decir es que todos sabían que había algo defectuoso en la planta, sin embargo, lo que sea que mi padre quisiera retrasar se llevó a cabo. No sé exactamente que fue, y dudo que mis “padres” sean tan amables de decirme la verdad, pero por no esperar y tomar las precauciones necesarias, el accidente ocurrió.
- Ya, y si es así se puede saber que mierda tiene que ver Londres en todo esto. Que yo sepa Chernóbil era parte de la Unión Soviética, no de Gran Bretaña. No tiene sentido su forma de actuar Kreves.
- Eso es lo que no sé, ese es el motivo por el cual necesito reunirme con él– John miraba a Kreves intrigado, no podía descifrar el plan de compañero. Por un momento Kreves permaneció callado, para posteriormente agregar – De todas formas, hasta que descubramos la relación entre Londres y Chernóbil si podemos descifrar que las víctimas deben ser personas del gobierno, sino cómo diablos estaría Londres ligado a todo esto. Pero antes de continuar con la identificación de las víctimas debemos hacer algo.
- Y me puedes ilustrar, porque no parece que sigo tu hilo de pensamiento.
- Me exasperas ¿sabes? Por el momento necesito que tú te concentres en esa adivinanza, yo tengo que hacer una visita a mis tíos, creo que la respuesta de la segunda nota la van a tener ellos. Además, tengo que ir a uno de los periódicos, han pedido una entrevista con nosotros desde que todo esto comenzó.
- El Capitán Brown no va a estar contento con tu decisión, él nos pidió específicamente que no demos ninguna declaración. – Kreves sonrió pícaramente, eso precisamente era lo que buscaba.
- Pero si el Capitán va a ir conmigo John, es más, el mismo brindará la declaración.
Antes de que su compañero pudiera responder salió de su oficina para poder hablar con Jonathan, ambos tenían una cita con un periodista. En el periódico de la tarde, en primera plana, se leería la declaración del Capitán Brown, nadie se hubiera imaginado que él iría por su propio pie, ni siquiera él. John miraba inaudito la noticia, no sabía que pacto con el diablo habría hecho Kreves para convencer al Capitán. Nadie había logrado que brindara ninguna declaración, a pesar de que los periodistas lo hostigaban él se mantenía renuente a decir cualquier cosa relacionada al caso, John estaba realmente intrigado de cuáles serían los métodos por los cuales Kreves consiguió exactamente lo que quería.
Kreves por su lado, tras la reunión con los periodistas y Jonathan, se dirigía a la casa de sus tíos, esta quedaba a las afuera de la ciudad, en Forest Hill. Al llegar no pudo evitar que ciertos recuerdos nostálgicos se alojaran en su mente al observar el que él considero su hogar en su infancia. Era una casa rústica de tres pisos, de teja negra y de ladrillos beige, las ventanas eran blancas y tenía una gran puerta de madera negra en su costado izquierdo, había un pequeño patio en la parte delantera donde Kreves había sembrado un par de olmos, que ahora estaban bastante crecidos. No había visitado este lugar hace varios años, se había alejado lo más posible de sus “padres”, solo un asesino desquiciado podía lograr que Kreves volviera a este lugar.
Subió las escaleras de mármol blanco de la entrada para poder tocar el timbre de la casa, esperó por unos momentos y abrió su Nana Abby, la mujer que había sido como su segunda madre, bueno… tercera. Nana Abby era ya una mujer mayor, tendría setenta años ahora, siempre había sido muy dulce con Kreves y le brindó todo el amor que nunca sintió por parte de Alexa, era una mujer risueña, buena y trabajadora, pero lo que más amaba Kreves de ella era su sonrisa. Lo único que extrañaba de todo este lugar era a su Nana, quiso llevársela a su departamento en la ciudad, pero ella no quería abandonar Forest Hill, le tenía cierto cariño a este sitio, por lo que Kreves respetó su decisión y se fue solo.
- Mi niño, me alegra mucho verte, ¿qué haces por aquí?
- Nana Abby – Kreves se acercó a ella y la abrazó fuertemente – te extrañé como no tienes una idea.
- Lo sé mi niño, esta casa se siente muy sola desde que ya no estás aquí.
- Nana, por qué sigues trabajando, ¿acaso Alexa no permite que dejes el trabajo?
- Nada de eso mi niño, si no hiciera nada estaría muy sola, al menos aquí puedo sentirme útil – Esto último no le agradó a Kreves, quería cuidar de su Nana, quería que ella dejara de trabajar para que pudiera descansar, pero conocía la forma de ser de ella y no podría convencerla de que deje su trabajo si ella no lo deseaba – aunque me alegro de verte mi niño no puedo evitar preguntarme, ¿qué estás haciendo aquí?
- Vine a ver a Alexa y Benjamin, tengo un par de asuntos pendientes con ellos. ¿Están en casa?
- Así que… ya te enteraste. – Kreves sintió un golpe bajo en su estómago, la persona en la que más confiaba también sabía del terrible secreto.
- Tú… ¿desde cuándo lo sabes? – Abigail suspiró, miró a Kreves con profunda tristeza y le hizo una señal para que entrara a la casa.
- Mi niño, tenemos que hablar – Kreves comenzó a mirar por toda la casa para ver si sus tíos se encontraban aquí – ellos no están aquí, tuvieron que salir por asuntos de trabajo, me dijeron que regresarían mañana así que podemos hablar con tranquilidad.
- Lo único que quiero es saber la verdad
- Y te la diré mi niño, ya que creo saber quién está detrás de todos los asesinatos que he visto en los periódicos.
- ¿Y tú cómo sabrías eso?
- Pues verás mi niño, para empezar no me llamo Abigail, mi nombre es Akalena, conocía a tu madre, éramos muy unidas y eso es porque yo… yo no soy una simple sirvienta, yo…
- ¿Qué? – la respiración de Kreves se agitó, es que acaso no conocía la verdadera identidad de las personas que lo rodearon durante toda su vida. Acaso todo lo que vivió en su niñez tras llegar a Londres era una farsa.
- Yo… soy tu tía. – Y con esto Kreves sintió como su corazón se partía en dos, la persona en la que más confiaba y posiblemente la que más amaba le había mentido durante toda su vida, todos lo habían traicionado.