Kreves se dirigía a la escena del crimen, por su cabeza pasaban miles de ideas. Tenía un sentimiento difícil de describir, estaba realmente convencido de que había una pista en el puente, algo que solo él lograría entender, una especie de regalo de parte del asesino. Después de todo, este quería que Kreves lo comprendiera, y solo había una manera de que pudiera hacerlo… tenía que recuperar su memoria, solo así resolvería el caso.
Llevaba consigo fotos de la víctima, la podía ver claramente, sus ojos, o, mejor dicho, el lugar donde deberían encontrarse, estaban mirando a algo fijamente. No era coincidencia que la máscara hubiera estado mal colocada, el asesino lo dejó así por un motivo. Kreves sentía que se estaba conectando con el asesino, que lo que este buscaba era que entendieran los motivos por los cuales cometía crímenes tan atroces, y la única persona indicada para entenderlo era Kreves, quien podría ser uno de los pocos supervivientes de Prípiat.
Llegó a la escena, el clima estaba muy frío, las nubes bloqueaban los rayos de sol dando un aspecto grisáceo a la ciudad del Londres. La ciudad se veía lúgubre, las calles estaban desoladas, muy poca gente se atrevía a caminar por la ciudad, y si lo hacían se notaba su temor, se podía respirar el miedo que todos sentían. Pequeñas gotas caían del cielo, se aproximaba una fuerte lluvia, para Kreves era como si el clima de Londres acompañara a la pérdida de esta víctima. La ciudad sufría con cada muerte, decaía, se entristecía o se llenaba de pavor.
Kreves salió del carro, sacó un paraguas n***o y lo abrió. Observó a lo lejos y pudo ver la cinta policial que impide el paso de los transeúntes, aunque ahora su función era obsoleta, la gente ya no tenía curiosidad por el asesino, solo lo querían ver tras las rejas. Caminó hacia la escena, en su mano izquierda llevaba las fotos de la víctima, era indispensable que recreara perfectamente en su mente cómo fue encontrado el c*****r. Al llegar a la cinta pudo ver a los policías que se encargaban de cuidar la escena, luego de presentar sus credenciales se le permitió el paso a la escena del crimen.
Llegó a la zona en la que encontraron el c*****r, lo supo porque había una línea blanca dibujada en el piso para demostrar que ese era el punto dónde había sido depositado. Observó las imágenes y vio que en ellas el c*****r estaba sentado, su torso estaba pegado totalmente al muro del puente y su cabeza estaba parcialmente girada, su posición no era normal para una persona muerta, algo estaba deteniendo la cabeza en esa posición y seguramente la doctora Abbat encontraría que era exactamente.
Se colocó pegado al muro dónde estuvo el c*****r, miró fijamente su rostro para ver la dirección hacia la cual veía. Parecía que miraba hacia el lado del parlamento, pero algo no concordaba. Kreves caminó hacia la sección del puente en el que se observaba con claridad el parlamento, se fijó en las piedras, buscó alguna que estuviera suelta, un mensaje en el suelo. Nada, no parecía que se hubiera movido nada. Kreves suspiró por la frustración que sentía, se había equivocado, su presentimiento fue erróneo… pero, faltaba un lugar por revisar, el agua. Miró hacia el río, este por ser turbio no dejaba nada a la vista, pero presentía que había algo, definitivamente sentía que dentro del río se hallaba una pista.
Kreves llamó a los agentes que estaban resguardando el área, les explicó brevemente sus hallazgos y les dijo que tenían que pedir refuerzos para poder bajar hacia el río, puesto que el sospechaba algo. En un comienzo los policías no querían llamar a nadie más, entre más llamativa sea la escena más curiosos atraerían, pero Kreves logró convencerlos. Pasaron unas dos horas y llegaron los refuerzos, tres agentes con equipos de buceo se introdujeron en el río Támesis, por su lado Kreves esperaba ansioso en la orilla. Esperaba que fuera otra carta, otra moneda, un mensaje oculto, pero nunca se imaginó algo tan ruin.
De las profundidades del río Támesis, casi por las mismas coordenadas donde fue encontrada la otra víctima, se hallaba un cuerpo más. En este caso se lo había atado a un bloque de concreto por el cuello para que no se moviera de ese sitio, por lo demás, la víctima se encontraba igual que las otras. Desmembrada, desfigurada, marcada, con una máscara colocada correctamente esta vez, solo había una cosa nueva, también se le habían removido todos los dientes.
Luego de sacar el c*****r del río, y antes de que lo enviaran al estudio forense, Kreves con un par de guantes buscó en la ropa de la víctima. Esta estaba vestida con un saco de lana sucio y harapiento, sus pantalones también se encontraban en un estado deplorable, y fue en estos últimos en los que encontró lo que buscaba. En el bolsillo derecho del pantalón encontró una nota, que al igual que la anterior había sido escrita con recortes de periódico, solo que en este caso el asesino la colocó dentro de una funda de plástico sellada herméticamente para que no fuera destruida con el agua.
En la parte externa se leía claramente “¿Kreves?”, escrito también con letras recortadas. Esta era la pista que estaba buscando, y aunque le daba náuseas pensar que este asesino la entregara de una manera tan vil, podría ser esencial para encontrarlo. Dudó un momento en si debía abrirla, pero sus ansias de saber de qué se trataba le ganaron, abrió la carta y comenzó a leer.
Detective Kreves,
No sé si dirigirme a usted de esta manera, es más, seguramente no tiene idea de lo que le estoy hablando, y hasta debe pensar que estoy loco. No obstante, le aseguro que su pensamiento no puede estar más alejado de la verdad. No voy a hacerle perder su tiempo detective, mi obra ya mismo se encuentra lista, y aquellos que causaron tanto daño en el pasado al fin pagarán por sus crímenes. He condenado mi alma, pero al menos lograré que no hagan más daño en base a su codicia, en base a su ambición de poder y dinero.
Sin embargo, nada me asegura que los errores del pasado no se volverán a cometer en un futuro, que otras personas cometan los mismos crímenes, o que inclusive cometan algo peor… así que tiene que quedar un legado, sino, todo este trabajo será en vano, no prevalecerá. El problema detective es que nadie puede entenderme, al menos no la gente de Londres, ellos no han sentido este tipo de dolor y posiblemente nunca lo experimentarán. Por eso lo necesito a usted detective, solo usted es capaz de entender mis motivos para cometer tantos asesinatos, pero usted solo logrará comprender mi visión cuando recuerde su vida perdida. Todas las memorias que le fueron extirpadas tienen que volver a su sitio, y yo… lo puedo ayudar, solo pido algo muy pequeño a cambio, no me juzgue antes de escucharme.
Si quiere volver a recordad primero tiene que hallarme, y para ello voy a necesitar que me responda algo… si un rey besa a una reina y una reina besa a un rey ¿qué edificio público de Londres va a representar? Resuélvalo y dentro de tres días lo estaré esperando en ese lugar, solo ahí y en ese único momento podrá encontrarme.
Será que quiere encontrar la verdad o prefiere seguir viviendo en la vida de mentira que crearon sus tíos. Yo se lo puedo aclarar todo, ahora solo le toca decidir si realmente quiere saber quién es.
Mucha suerte Kreves..
Al terminar de leer la carta, Kreves estaba desconcertado. Resultaba demasiado obvio que esta reunión era una trampa, pero no tenía otra opción. A pesar de que no mencionaba que no podía ir acompañado, sabía que si iba con otra persona el asesino no se presentaría. Además, tenía que saber quién era realmente, qué era lo que había olvidado, para así entender la importancia de esos recuerdos en el caso. Era claro que el asesino tenía fascinación por Kreves, después de todo él podría ser la única persona que podría entender sus motivos, y, por tanto, la única que podría hacer que su trabajo fuera recordado.
La mente de Kreves se encontraba completamente desordenada, no tenía idea de que hacer, quería, no, tenía que descubrir quién era en realidad, sin embargo, nada le aseguraba que el asesino le dijera la verdad, es más, podría engañarlo para así lograr que Kreves comprendiera sus motivos para matar y no quedar en el olvido. Debía ir preparado, tener más o menos una idea para así no poder ser engañado tan fácilmente y solo quedaba un lugar factible al cual ir para recuperar su memoria, la clínica que hace un tiempo le arrebató su vida.