Kreves regresó a la estación, no tendría tiempo para resolver el acertijo y necesitaba que alguien pudiera encontrar la respuesta. No podría dársela al capitán Brown porque le prohibiría ir a toda costa, pero John, él no lo detendría. Al entrar en la estación vio el caos que siempre se generaba cuando hallaban otra víctima, al fondo estaba el capitán hablando por teléfono eufóricamente, pero al observar a Kreves dejó el teléfono en el escritorio y se acercó a él.
- Buenas tardes Kreves, buen trabajo en hallar a la otra víctima, aunque debo preguntar ¿cómo supiste que había alguien más en el río? – Jonathan lo miró de una manera bastante extraña, Kreves no podía decir exactamente qué pasaba por la cabeza del capitán en ese momento.
- Tenía un presentimiento, la colocación de la víctima no era la usual y eso llamó mi atención – Al responder Kreves lo hizo de una manera bastante calmada, esto parecía haber convencido al capitán, quien se retiró sin decir palabra alguna. Volvió a su oficina y continuó con la llamada.
Por su lado, Kreves continuó con su idea inicial, subió al tercer piso en busca de John, no obstante, mientras se dirigía a su oficina, podía sentir como las miradas de los otros oficiales se posaban en su persona. Kreves se sentía bastante incómodo, después de todo odiaba llamar la atención, y principalmente, que la gente este al tanto de él y sus acciones.
Llegó al tercer piso, se dirigió a su oficina y encontró a John, absorto en sus pensamientos, frente a él se encontraba un informe de la doctora Abbat, sin embargo, y por el número tan extenso de víctimas, no sabía exactamente de cual se trataba. Kreves tocó suavemente la puerta, no quería exaltar a John puesto que se encontraba bastante concentrado, pero este parecía no sentir la presencia de Kreves, su mente estaba completamente ocupada en la labor de encontrar nuevas pistas. Kreves siguió tocando la puerta, cada toque era más fuerte que el anterior, hasta que finalmente logró llamar la atención de John, el cual al verlo en el umbral de la puerta se levantó rápidamente para saludarlo.
- Qué gusto al verte, necesito ayuda con el último informe de la doctora, presiento que estas dos últimas víctimas nos están indicando algo. Además, el otro informe debe estar en camino y así lo podremos revisar juntos – dijo John eufórico, era evidente que necesitaba ayuda. Las grandes ojeras debajo de sus ojos, su palidez y su aspecto desaliñado denotaban claramente que no había dormido, y que la falta de sueño le estaba pasando factura.
- Perdón John, pero necesito salir rápidamente – John lo miró extrañado, por un momento se quedó impactado, pero luego su rostro comenzó a reflejar enojo, Kreves continuó – Escúchame y luego si quieres te enojas conmigo
- Está bien Kreves, pero más te vale que tu excusa sea buena
- No es excusa, el cuerpo no fue lo único que encontré en la escena, el asesino dejó algo para mí… una nota.
- Tenemos que dársela al capitán, él…
- NO – Kreves interrumpió rápidamente a John, le molestaba que no lo dejaran hablar y más cuando el asunto era importante – escúchame, John, quédate callado por un momento y así te podré contar todo
Le contó cada detalle de sus últimas 48 horas, desde la visita sorpresiva de sus padres, hasta la revelación de que él no era de Londres y que sus padres biológicos eran otras personas. También le explicó que el capitán no quería que se involucrara más en el caso por miedo a que se encontrara conectado con el asesino, y que por ello no le entregaría la nota. Le recalcó la importancia de que nade más se enterara de la existencia de dicha evidencia, que solo ellos podían estar al tanto ya que posiblemente fuera la única pista que les permita llegar al asesino y si no se manejaba con discreción lo perderían para siempre. Además, le pidió que se quedara en la estación mientras él iba al centro psiquiátrico para intentar descubrir la identidad del asesino. John escuchó atentamente todo el relato de Kreves, y a medida que el tiempo transcurría su sorpresa era cada vez mayor. Era una historia trágica, pero interesante a la vez, comprendió que su amigo necesitaba ayuda tanto para resolver el caso como para descubrir una parte clave de su vida. Al finalizar su relato Kreves caminó hacia una esquina del cuarto, estaba abrumado. John lo miró por un instante y luego dijo:
- Cuenta conmigo Kreves, nadie sabrá de la nota que encontraste en la escena. Lo que si debo decirte es que no estoy de acuerdo en que vayas a ese sitio solo, tienes que llevar refuerzos.
- No John, si hacemos eso lo espantaremos, no solo no irá al encuentro, va a desaparecer por completo y nunca más tendremos oportunidad de atraparlo.
- Eso no lo especifica en la carta, él debe saber que no vas a ir solo, después de todo quien iría a un sitio de encuentro con un asesino serial sin apoyo.
- Puede que no lo especifique, pero te aseguro que la única persona que le interesa en este momento al asesino soy yo, no me va a hacer nada, si lo hace su legado no prevalecerá y eso es precisamente lo que quiere evitar, que su trabajo se pierda.
John suspiró amargamente, le preocupaba su amigo, pero sabía que debatir con Kreves no llevaría a nada, él tenía razón, esta persona solo se acercaría por el pasado que ambos compartían. Nadie más compartía esa conexión, y por ende nadie más tendría ese acceso. Además, si llegaba a detectar que había alguna persona externa a Kreves en el sitio de encuentro, saldría huyendo y se perdería para siempre.
Miró a su amigo por un momento, tendría que confiar en él. Asintió con la cabeza, ante este gesto Kreves se dirigió a la puerta, pero antes de que pudiera salir John le entregó una carpeta con los hallazgos de la última víctima, aunque este informe no tenía nada nuevo. Tal vez Kreves podría encontrar un rayo de luz adicional a la investigación, pero dudaba que hubiera algo nuevo.
Tras la salida de Kreves, John tomó la nota que había sido encontraba en la escena, la leyó por completo y al llegar a la parte de la adivinanza tomó un papel para anotarla y así comenzar a buscar posibles soluciones a esta.
Kreves salió de la estación policial, se dirigió a las calles Harley y Marylebone con la esperanza de que la clínica siguiera en funcionamiento, pero lo más importante, que siguiera ofreciendo el tratamiento al que él fue sujeto y que hubiera alguna forma de revertirlo. Mientras manejaba pensaba en el caso, en los asesinatos, los c*******s, los lugares con los que habían sido depositados, y por último en su sueño, aquel que le había revelado involuntariamente un fragmento de su pasado.
Sus pensamientos comenzaron a perder el sentido, se enredaban unos con otros hasta formar una especie de ovillo de lana, dejó de pensar con claridad, su mente que siempre era serena, ahora se encontraba turbia. A pesar del caos interno, logró llegar a la clínica, sin saber exactamente cómo lo había hecho. Aparcó frente a la puerta del edificio esquinero blanco, que estaba rodeado por una reja negra. Al ver a lo lejos pudo visualizar un pequeño cartel a la entrada que anunciaba lo siguiente “The London Psychiatric Clinic, timbre 3”. Justo al costado del cartel se encontraban todos los timbres, contó 10, al parecer era un edificio residencial y no solo una clínica como el esperaba.
Tocó el tercer timbre, esperó aproximadamente 8 minutos y al momento en el que iba a tocar el timbre por segunda vez, una voz femenina respondió al llamado.
- Buenos días, somos The London Psychiatric Clinic, me podría decir si tiene cita y el nombre del doctor con el cual se va a atender
- No tengo cita, soy del departamento de policía, necesito hablar con el encargado de la clínica.
- Señor, el encargado no se encuentra hoy, podría…
- No, es urgente, necesito hablar con el doctor que se encuentre disponible.
La otra línea quedó silenciosa por un momento, Kreves comenzó a desesperarse, no podía esperar para recuperar sus recuerdos, para descubrir su verdadera vida y la relación que tenía con este asesino que tantos dolores de cabeza la había causado. Tras unos minutos la otra línea volvió a hablar.
- Pase por favor, suba al tercer piso, lo estaremos esperando con el doctor Beckley.
Kreves escuchó como nuevamente la línea se quedó callada, la puerta se abrió, pero no podía cruzarla todavía. Suspiró, miró el portal por un momento, necesitaba calmar su ansiedad. Estaba a punto de entrar al edificio que hace tantos años le robó todos sus recuerdos, y ahora estaba ahí para recuperarlos.