Abrió los ojos súbitamente, su respiración era agitada, por el momento no tiene nombre… al menos no hasta que sea identificado, o se unirá a la lista de los Doe que se irán acumulando durante estos días. Se escucha un gorgoteo incesante a lo lejos, el ambiente es denso y la humedad penetrante, posiblemente se encuentra bajo tierra. Intenta orientarse, pero no tiene una remota idea de donde está, no sabe que es su infierno en la tierra. El miedo se apodera rápidamente de él e intenta levantarse, sin embargo, un par de correas restringen su movimiento, atándolo a una camilla. Su visión es limitada, y la poca claridad que dan un par de focos no ayuda para nada, además, le han suministrado una droga extremadamente potente que no le deja pensar. Intenta recordar cómo llegó a este lugar, cómo terminó atado en esta camilla, en un lugar del cual no tiene conocimiento alguno.
¿Pisadas? Si, son pisadas las que se escuchan a lo lejos, no obstante, no es capaz de identificar de donde provienen. Intenta concentrarse, ¿detrás?, si detrás, son fuertes y lentas, la persona que las provoca está disfrutando el temor que está causando. Una voz grave y un tanto ronca le dirige la palabra
- Veo que ha despertado, comenzaba a preocuparme, tal vez no calculé bien la dosis. Después de todo, la otra ya ha despertado
- Qui... Quién eres tú – su voz estaba entrecortada por el gran temor, se le estaba formando un nudo en la garganta y no faltaba mucho para que se pusiera a llorar.
- Claro que no me recuerda, fue hace tantos años, además, usted ni siquiera fue a ver que causó su ambición. Después de todo solo eran las vidas de trabajadores mugrientos.
- A qué te refieres, yo no he hecho nada, solo pídeme lo que necesites, dinero, protección, lo que quieras, te lo puedo dar – en este momento el hombre comienza a suplicar entre llantos
- Acaso… piensa que puede comprarme. Ahora tiene un buen cargo en el gobierno, pero… permítame refrescarle la memoria comandante
- ¿comandante? No me habían dicho así desde…
- Chernóbil, oh comandante, lo recuerdo muy bien
- Yo… yo no tuve nada que ver…Ellos…ellos fueron los que planearon todo, n-n-no… no se suponía que tenía que pasar – el miedo se apoderó por completo de él, como una ola lo engulló salvajemente. Sabía quién era el portador de esa voz.
- Oh, me ha recordado, permítame devolverle el favor de hace tantos años, señor comandante – una risa ahogada salió de sus labios. A medida que se acercaba a la camilla causaba un estremecimiento en su nueva víctima, haciendo que este entre en desesperación por liberarse.
Lo último que quedó de su víctima eran sus gritos, que causan un profundo placer en su asesino, se regocijaba con cada corte que hacía, con los gritos de clemencia y odio que le profesaban. Era su mayor éxtasis.
“A todas las unidades, se ha hallado un c*****r en St. John’s Smith Square, acercarse con la mayor brevedad posible”.