Capitulo Tres

1490 Words
Mary Entramos a la habitación y enseguida Tom saca las maletas para empezar a meter todas nuestras cosas sin ningún orden en específico, está furioso, las orejas las tiene roja y me parece que bota humo por la nariz. ―Ahora mismo nos largamos de este maldito lugar, en primera no tuvimos por qué haber venido, ya tenemos una familia que nos apoya y celebra junto a nosotros nuestra felicidad ―despotrica sin detenerse. ―Tom, no tenemos por qué irnos, con eso únicamente le estamos dando el derecho a que nos joda la vida ―señalo intentando hacer que se detenga, pero es muy testarudo. ―Mira, Mary, no te voy a poner en riesgo ni a ti ni a nuestra relación, mi familia es capaz de cualquier artimaña para hacer que nos separemos y antes de que eso suceda prefiero que nos larguemos ―repite y por estúpido que sea me hace sentir muy emocionada ver la manera en la que quiere proteger lo que sentimos. ―Tom, mírame ―pido quitando las cosas de sus manos―. Tú y yo sabemos que son capaces de lo que sea, pero si confiamos en nosotros, entonces no tiene por qué afectarnos nada de lo que planeen. Yo me quiero quedar a demostrarles que no pueden con nosotros ―declaro decidida. ―Sigo pensando que lo mejor es irnos, no tenemos por qué demostrarle nada a nadie ―resopla, pero como siempre hace lo que yo le pida―. Nos vamos a quedar, pero al primer pleito que tú y yo tengamos por culpa de ellos nos regresamos a nuestra casa ―advierte. ―Yo únicamente quiero que tu familia acepte tus decisiones y que vuelvan a ser la familia que alguna vez fueron, que te apoyen y entiendan. Además, no es que nos vamos a quedar a vivir toda la vida aquí, yo me casaré contigo estando todos nuestros amigos presentes y te aseguro que no será en esta ciudad ―informo recordándole todos los planes de la boda, además tengo que estar cerca de Andrew ahora que su madre no está. Pobre niño, Fernando peleando por vivir y su madre asesinada por el odio, lo único que le queda es un padre perdido en el dolor y que olvida que otro ser en el mundo comparte su misma pena. Fue tan horrible ver como un día tan hermoso se empañó por la mayor de las angustias y terminar en desgracia. ―Hey, hermosa, ¿Qué sucede? ―pregunta al ver que me he quedado en silencio. ―Nada, solo recordé a Isabella y a Andrew, después de que nos casemos vamos a vivir cerca de él, no puedo dejarlo solo, estoy segura de que Isa, así lo querría ―respondo triste. ―Eres la madre que le queda a ese niño, es tu deber permanecer cerca y no tienes ni porque darme explicaciones, lo entiendo ―dice y me abraza reconfortante. Nos quedamos abrazados en silencio mientras por mi mente circulan una tras la otra cada una de las imágenes del día de la boda de mi amiga, estaba tan feliz, sus ojos tan llenos de amor y vida caminando hacia el altar y luego en medio de sus votos, para que al final la fatalidad les alcanzaran a ella y a Alexander a la puerta de la iglesia, a veces me pregunto por qué la vida es tan injusta con los que únicamente han sufrido queriendo ser felices. ―Volvamos a la fiesta ―murmuro rato después. ―¿Estás segura de que es lo que quieres? Podemos irnos y evitar tener que estar soportando la hipocresía de todos allá abajo ―observa insistente. ―Yo también puedo ser hipócrita o jugar a ganarme su odio con mi sinceridad, no podemos huir cada vez que tu familia no esté de acuerdo con tus decisiones ―asevero haciendo referencia a su primera partida de este lugar. ―Yo no hui, únicamente evité enfrentamientos engorrosos para no tener que ceder y aceptar sus decisiones nada más por complacerlos ―lo miro con los brazos en jarra porque aunque no lo acepte me está dando la razón. ―No aclares que oscureces, mi amor ―le tomo de la mano y con suavidad lo llevo de vuelta―. Ignora el veneno, juntos somos más fuertes que todo ―susurro. Mascullo una palabra afirmando que comprende lo que digo mientras bajamos una vez más las escaleras, supuestamente sería algo íntimo, pero hay tanta gente que parece más bien una fiesta en todo regla, se nota que a los padres de Tom le sobra el dinero, aunque a decir verdad a Fernando le requetesobra y no anda con estas idioteces de estar presumiendo todo lo que tiene. ―Hijo, ¿Qué sucedió? ¿Por qué te habías ido de tu fiesta? Jocelyn me comento que fuiste grosero con ella ―tantas personas y únicamente nos persiguen los cuervos. ―No fui grosero con ella, simplemente le exigí que mantuviera su distancia ―contesta mi novio con la mandíbula apretada. ―Exacto, señora, esa resbalosa únicamente se acercó para intentar seducir a un hombre comprometido ―intervengo. ―Olvidas que ella era la prometida de mi hijo antes de que tú te metieras entre los dos ―replica. ―Le aclaro, señora, que está muy mal informada, cuando yo conocí a su hijo, él no tenía compromisos con nadie, así que bajase de esa nube de ilusiones y acepte de una vez por todas que seré yo quien se case con Tom ―refuto manteniendo la compostura. ―Tomas, ¿Vas a permitir que esta mujer me trate de esta manera? ―le pregunta a su hijo echando chispas por los ojos. ―Tú te lo buscaste, mama, si no quieres que te falten al respeto no lo hagas tú tampoco ―contesta antes de dirigirnos hacia otro lado de la casa. La mamá de Tom se queda despotricando mentalmente en mi contra, estoy segura de que en este momento tengo más de mil maldiciones encima, pero para lo que me importa, con sus malos deseos, me limpio la cola después de ir al baño. En fin, conseguimos algo de paz en medio del caos que significa la unión familiar en los Miller, cuando nos distraemos conversando con otras personas más agradables, sus hermanos, aunque medio pesados, no son tan desagradables como mis futuros suegros, estos únicamente sufren del mal de saberse millonarios, si supieran que conozco a personas con mucho más dinero que ellos, porque a leguas se les nota que no tienen ni la tercera parte de los que Alexander o Fernando tienen, no es por presumir con lo ajeno, pero es la verdad. ―Ven, es hora ―dice Tom sacándome de mis pensamientos. ―¿Hora de qué? ―pregunto. ―De dar la noticia que todos vinieron a escuchar, a pesar de que solo quería que mi familia fuera la que lo supiera ―dice al tiempo que hace repicar su copa con un tenedor que ni puta idea de donde saco―. Hola a todos, les agradezco que estén aquí, a pesar de que me habían dicho que sería solamente una comida íntima, bueno, en fin, el motivo de que estén aquí es porque, como muchos saben hace varios años me fui sin decir nada, ni despedirme de nadie ―hace una pausa y me sonríe―. He vuelto, recién llegué ayer para compartir con mi familia la maravillosa noticia de que me voy a casar con la mujer más increíble del mundo y quiero que todos la conozcan y se sientan tan felices como nosotros, amor acércate ―extiende su mano invitándome a pararme a su lado. ―Gracias, cariño, tú también eres un hombre increíble ―dice Jocelyn llamando la atención de todos―. Sabía que algún día volverías a cumplir tu promesa de casarnos ―se acerca a él y se cuelga de su brazo en medio de una lluvia de aplausos. La asesino, ahora si verá su sangre correr la muy maldita. ―Suelta a mi novio, maldita arpía ―demando con voz fría. ―No eres nadie para exigir que deje libre a mi prometido ―chilla sonriente. ―Tú y yo no somos nada, Jocelyn, entiéndelo de una maldita vez, Mary es la mujer con la que me voy a casar, te guste o no ―refuta Toma soltándose de su agarre―. Comprende que me desagrada sentir que me tocas ―dice y se acerca a mí―. Señores, esta es la mujer con la que me voy a casar, la mujer que amo por sobre todo y soy capaz de hacer lo que sea por defenderla, de quien sea ―finaliza. ―Espero que te haya quedado claro quién soy yo, querida ―digo y levanto la copa en su dirección.
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