Mary
Luego de una larga noche, al fin se ha hecho de día y aunque preferiría continuar encerrada en el cuarto de Tom, he tenido que bajar a desayunar con sus padres, y todavía falta la peor parte, sus hermanos vendrán para la cena, algo improvisado para anunciar nuestro compromiso, que por cierto no tiene tanta credibilidad, aún no tengo un anillo en mi dedo ni Tom me ha hecho la pregunta mágica, será que piensa que por estar tan enamorada de él, esos detalles pasaran por debajo de la mesa, pues no.
―¿Qué sucede hermosa? Te veo pensativa ―pregunta Tom entrando al cuarto en el que me he recluido casi todo el día y del cual solo he salido para lo necesario.
―Pasa que desde ayer soy tu prometida y todavía no hay un anillo en mi dedo ―contesto―. Sospecho que solo lo dijiste para enfadar a tus padres ―finalizo.
―Eso es porque esperaba el momento adecuado para hacerlo ―dice sacando algo de su bolsillo―. Pero creo que el momento puede ser cualquiera siempre que este tú, para hacerlo especial ―se coloca de rodillas fijando sus ojos en los míos.
―¡No está pasando! ―chillo emocionada.
―Desde el primer momento en el que tus ojos se fijaron en mí, desnudando mi alma por completo y dejando al descubierto cada detalle de mi vida, demostrándome que sin ti no soy nada porque solo a tu lado puedo ser algo, entendí entonces que es junto a ti, que quiero permanecer el resto de mi vida si tú me lo permites ―saca un delicado anillo de una bolsita aterciopelada―. ¿Aceptas ser mi esposa? ―pregunta al fin cuando mi alma ha abandonado por completo mi cuerpo para fundirse con la de él.
―¡¡Si, si, si acepto!! ¡¡Ponlo ya!! ―chillo de nuevo dando pequeños brincos.
Me coloca el anillo antes de ponerse de pie de nuevo y besarme con tanta ternura, amor y fuerza que me siento rebasada por la cantidad de emociones y sensaciones que se atropellan unas a otras dentro de mí. Hace un par de minutos pensaba en que él no me había pedido matrimonio y ahora me veo con un anillo en el dedo, sintiéndome la mujer más feliz de todo el universo.
―Te amo, Tom, te amo con cada célula de mi cuerpo ―murmuro sobre sus labios.
―Te amo, no basta para definir lo que yo siento por ti, Mary ―responde y me besa de nuevo.
De pronto unos golpes en la puerta interrumpen nuestro momento justo en instante en el que la intensidad y el calor en nuestros cuerpos empezaban a elevarse.
―Tom, hijo, ya tus hermanos empezaron a llegar ―anuncia la señora Miller desde afuera.
―En cuanto estemos listos, bajaremos ―le responde sin moverse de mi lado―, me parece que dejaremos la celebración para más tarde ―susurra y me da un beso corto.
―Si no hay más remedio ―me encojo de hombros―. La verdad no tengo ánimos para conocer al resto de tu familia y soportar sus comentarios superficiales, me gustaría que todo fuese distinto, pero no puedo hacer nada ―termino.
―Si tienes que defenderte halo sin pensar en mí, sabes bien que te apoyaré a ti, conozco a mi familia y sé lo pesados que pueden llegar a ser ―dice―, te enseñe a cómo defenderte físicamente y te instruí en el uso de armas, así que no espero que te detengas si de defenderte te trata, ¿De acuerdo? ―asiento con la cabeza, sintiéndome inmensa por la cantidad de su amor.
―Esperemos que todo vaya bien ―murmuro poniendo manos a la obra.
―¿Nos bañamos juntos? ―pregunta con una sonrisa.
―No ―contesto tajante y me encierro en el baño antes de que pueda detenerme.
―Eres una tramposa, me las pagarás ―dice pegado a la puerta, me rio de su tono pendenciero.
Por mucho que me guste bañarme con él, hacerlo en este momento significa pasar más de una hora bajo el agua y lo poco que he visto de su madre, eso sería motivo para estar cada cinco minutos tocando a la puerta, para que nos apresuremos. Es un incordio la desgraciada vieja, piensa que por no tener el mismo estatus social que ella no puedo aspirar al amor de su hijo, por Dios, que ridícula.
Me demoro al menos quince minutos en la ducha, al salir encuentro a Tom en cueros recostado en medio de la cama, es un descarado. Un cosquilleo se origina en mi vientre, pero lo controlo recordando su promesa, su promesa de vengarse por haberlo dejado fuera del baño, queriendo sacar ventaja de su estrategia, toco con mis dedos la piel de su pie izquierdo y los deslizo hacia arriba rozando apenas con la yema de mis dedos la pierna, el muslo hasta llega a la ingle. Siento como se contrae al tiempo que empieza a excitarse con la cercanía de mi mano sobre su hombría, dejo caer la toalla para poder apoyarme con la mano libre sobre la cabecera de la cama e inclinarme para susurrarle al oído.
―No podemos perder tiempo, ve a bañarte mientras yo me visto ―sonrío victoriosa mientras me alejo hacia el closet, dejando a su deleite todas las vistas de mi desnudez.
―Buena jugada, amor, pero ya quiero ver cómo me suplicas cuando te tenga debajo de mí ―pronuncia seductor rozando su erección en mis nalgas.
―Quizás seas tú quien suplique, cariño ―rebato.
Salgo de su cercanía y continuo bamboleando las caderas de un lado a otro, empiezo por vestirme bajo su mirada oscurecida por el deseo.
―Cariño, el agua fría está riquísima y te puede ayudar con tu problema ―insinúo cuando me he puesto la ropa interior y las medias panti.
Camina sin contestar hasta el baño, sé que en su mente está planificando la manera más seductora y caliente de hacerme pagar lo que le he hecho esta noche. Siempre lo hace, empezamos un juego de seducción y cuando las ganas ya son incontrolables me hace gritar su nombre en medio de súplicas apasionadas. Lejos de todo ese juego y lujuria, hacer el amor con Tom, es tan especial, tan perfecto, nos compenetramos a la perfección, él llena cada espacio en mi interior al tiempo que se empapa de mi esencia.
Termino de vestirme y me dispongo a maquillarme un poco, mientras cuando mi guapo prometido sale del baño, la sortija brilla con gracia en mi dedo, me encanta, estoy tan feliz y deseo con todas mis fuerzas que esta felicidad siga intacta cuando termine la velada. Al cabo de diez minutos los dos estamos listos para salir, Tom me toma de la mano y me guía hacia afuera, me rio por las cosas que dice hasta que siento que se pone tenso. Lo miro intrigada por el cambio en sus facciones, cuando endurece el gesto y su cara se torna seria.
―¿Pasa algo? ―sigo la dirección de su mirada y noto que está puesta sobre un único punto―. ¿Quién es ella? ―pregunto viendo a una mujer bastante bonita, bueno, hermosa realmente, se nota que está acostumbrada a ser el centro de atención, además de que se desenvuelve con tanta elegancia y sofisticación.
Con solo verla me hace sentir un bicho raro, ella lleva un vestido precioso, color n***o drapeado en la espalda, es largo hasta los pies haciendo contraste conmigo, que llevo un sencillo vestido de verano para nada del estilo del de ella, al menos no es floreado.
― Jocelyn Rivera, mi ex ―contesta Tom haciendo más presión en mi mano.
―¡Hermano! Hasta que te dejas ver ―saluda un chico un poco menor que Tom―. Imagino que eres la hermosa prometida ―dice en mi dirección.
―¿Qué hace ella aquí? ―es lo único que articula Tom.
―No sé, quien organizo esto fue nuestra madre, a mí me avisaron hace un par de horas y aquí estoy ―explica.
―Entiendo perfectamente de que se trata todo esto, te agradezco por venir, me alegra verte, después de tanto tiempo ―dice y me arrastra de nuevo de regreso a su habitación.
―Tom, espera por favor ―pido―. Ella no tiene por qué arruinarnos la noche, solo ignora que está presente ―sugiero.
―Espero que no estén hablando de mí ―no reconozco la voz, pero podría apostar mi alma a que se trata de su ex.
―Por supuesto que si querida, ¿De quién más podríamos estar hablando? ―replico a la defensiva.
―Diría que me alagas al hacerme tema de conversación, pero lamento informarte que estoy acostumbrada ―¿Quién demonios es esta arpía?
Sus ojos se balancean sobre mí escudriñando mi imagen sin perder ni un solo detalle.
―Te agradezco que te alejes de nosotros Jocelyn ―dice Tom interrumpiendo su escrutinio.
―Querido, únicamente quise venir a saludar, me enteré de que habías vuelto y pensé que tal vez podríamos reiniciar lo que quedo pausado entre los dos ―fórmula con voz melosa.
―Lamento que no puedas reiniciar nada con Tom por estar tan mal informada, él y yo nos vamos a casar y si hemos venido es precisamente para anunciarle nuestro compromiso a su familia ―replico interponiéndome entre los dos.
―Un compromiso se puede romper, querida ―arquea una ceja retadora.
―Quiero ver como logras que deje de amarme ―no pienso dejarme.
―Vamos amor, tenemos que largarnos ahora mismo de este lugar ―dice Tom y de nuevo me hace caminar con él hacia su cuarto.
La tal Jocelyn se queda en el sitio haciendo coraje, antes de perderla de vista, volteo y veo como apura el trago de su copa con frustración. La guerra ha sido declarada, ni su familia ni esa tipeja podrá hacer que nos separemos.