Capitulo Cuatro

1528 Words
Mary La cara de Jocelyn se desfigura al instante y sin mediar ni una palabra más lanza su copa al piso, al tiempo que le lanza una mirada asesina a mi novio y sale disparada de la sala, sé que me he ganado una enemiga, pero muy poco me importa si se trata de mantenerme al lado de Tom, ni ella ni su familia van a lograr que no separemos de ningún modo. Me sonrío mostrando la blancura de mis dientes dándoles a entender a todos los presentes que estoy lista en caso de que quieran vérselas conmigo, tomo el contenido de mi copa de un solo golpe y la dejo en la primera superficie que se me cruza enfrente. ―¡Estos es una locura, Tom! ―exclama la madre de mi prometido dándole continuidad al espectáculo―. ¿Cómo se te ocurre humillar de esa manera a Jocelyn? Ella lo único que ha hecho todo este tiempo es esperarte pacientemente, mantenía la esperanza de que volvieras para cumplir con tu promesa, yo misma mantenía es misma esperanza en mi corazón, imaginaba que un día te casarías con ella ―le reprocha a medida que los invitados comprenden que la celebración se ha terminado. ―Nunca le pedí que me esperara, si no continuo con su vida fue porque no se le dio la gana ―refuta Tom sin soltarme de la mano. ―No sabes de lo que es capaz el padre de esa muchacha por hacer que le pagues por la ofensa, nos has puesto en peligro a todos ―clama llamando la atención de Tom. ―¿Qué es lo que quieres decir mama? ―cuestiona deteniéndose en esa única declaración. ―Que el padre de Jocelyn, a pesar de que aparenta ser un hombre que se rige por las leyes, todo el mundo sabe perfectamente a lo que se dedica… ―Cállate, no digas ni una sola palabra más ―exige el esposo de mi suegra deteniendo sus palabras. ―No, ahora mismo me van a contar que es lo que sucede, ¿Por qué le tienen tanto miedo a una mujer y a su padre? ―demanda autoritario. ―Me parece que eso es algo que en realidad no te importe mucho, cuando pones a una cualquiera por encima de tu propia familia… El impacto de mi mano en el rostro del señor Miller resuena con fuerza, llenando el espacio que ha quedado en silencio y prácticamente vacío, a excepción de uno que otro chismoso que sigue rondando por la casa. ―Cuando vuelva a pronunciar una sola palabra sobre mí, asegúrese de lavarse la boca primero ―decreto hostil, demostrando que no voy a permitir que él ni nadie pase por sobre y que no necesito de mi novio para defenderme de quien sea. ―A mi padre lo respetas maldita mujerzuela ―replica el hermano de Tom antes de tirarse sobre, sin embargo, lo esquivo y sujeto el brazo con el que tenía planeado tomarme del cuello y se lo retuerzo hacia la espalda. Tom se aparta de mi lado sin perder detalle por si alguien más se quiere meter, no obstante está completamente seguro de que puedo defenderme sola, sobre todo porque sus hermanos son unos enclenques sin oficio. ―Quizás, cuando aprendas a ser hombre, puedas enfrentarte a mí ―le digo al oído―. Por el momento, no me sirves ni de calentamiento ―señalo dándole en donde más les duele a los hombres como él, en el ego. La madre de Tom grita histérica pidiendo ayuda al tiempo que vocifera que yo quiero matar a su esposo y a su hijo, muy poco me importa quien pueda venir, en todo caso los dos son hombres y yo mujer, y si los ataque fue en defensa propia, ¿Tengo culpa de que mi amado novio me haya enseñado a cómo defenderme? ―¿Cómo puedes permitir que esta mujer golpee a tu padre y a tu hermano de esa manera? Son tu familia Tom, esa mujer es una trepadora que solo te quiere alejar de nosotros ―chilla tomando a su hijo de la camisa para que lo mire. ―En primer lugar, ellos fueron los que se metieron con ella primero, ella solo se defendió y en segundo lugar sigo esperando a que me expliques el motivo de tu miedo hacia Jocelyn y su padre ―señala sin caer en sus manipulaciones. Empiezo a creer que tenía razón al no querer venir a ver a su familia, son un nido de escorias que se tapan las una a las otras. Una pareja se acerca a nosotros y fijan su mirada en mí antes de girarse a Tom y reconocerlo, ambos exclaman la palabra hermano y supongo que estos son los que faltaban, aunque no sé por qué asumí que su único hermano es ese imbécil que ahora se queja bajo el ala de mami. ―¿Qué es lo que está sucediendo? ¿Por qué los invitados están afuera yéndose y murmuran sobre un escándalo? ―pregunta la joven. ―Cierto, tengo curiosidad por saber qué es lo que sucedió, no pudimos llegar antes y al parecer nos perdimos de algo bastante entretenido ―comenta el chico que a mi parecer debe de ser un año mayor a mi novio. ―Sucede que nuestros padres no aceptan a mi mujer y desean que regrese con Jocelyn por temor a lo que les pueda hacer el padre de ella ―contesta Tom con voz impostada. ―Bueno, si soy sincera, eso fue exactamente lo que se me informo sobre el motivo de esta celebración, que tú anunciarías el compromiso con Jocelyn, pero ahora me dices que ella es tu mujer, te juro que no comprendo nada ―dice la chica. ―Estoy igual que Jen, pero de verdad y también creía que al fin venías a llevarla al altar ―señala el hermano de Tom―. Y no me malinterprete, señorita, no la conozco ni tengo nada en contra suya, no me dejo guiar por las normas arcaicas de mis padres ―ya me cae bien asiento en señal de comprensión. ―Esta mujer es una salvaje, golpeo a su padre y por poco le rompe el brazo a su hermano ―argumenta la señora Miller. Ambos personajes recién llegados levantan una ceja en señal de asombro y me miran buscando la verdad en la acusación que se acaba de hacer en mi contra. ―Jen, Gustavo, me dio gusto verlos y comprobar que siguen manteniendo los pies en la tierra ―interviene Tom―. Mi prometida y yo nos vamos hoy mismo de esta casa, pero permaneceremos en la ciudad por unos días, me gustaría compartir con ustedes dos y me gustaría que la conocieran a ella si es posible ―dice y me extiende la mano, la tomo y me lleva a la planta superior mientras el grupo familiar se queda hablando y me imagino que los padres de mi prometido me podrán como la peor de las escorias. Tom luce abatido, sé que sufre aunque no quiera admitirlo y aunque se escude diciendo que la opinión de su familia no es importante, estoy segura de que le afecta más de lo que puede admitir, mucho más. Preparo nuestro equipaje en silencio mientras él se para frente a la ventana a observar a la nada, se encuentra en esa pequeña encrucijada de sentimientos y emociones, no sé si elegirme a mí por sobre su familia sea lo correcto, pero estoy segura de que dejarse persuadir por ellos por sus propios interés definitivamente tampoco lo es. A fin de cuenta somos lo que elegimos y él eligió estar a mi lado, aun cuando yo trate de mantenerme alejada creyendo amar a alguien más, fue persistente y esa persistencia hizo que me enamorara de él lentamente, no creo que nosotros debamos sacrificar lo que sentimos por complacer a los que no nos comprenden ni aceptan. ―Te juro que vamos a estar bien, no importa quién nos apoye o no, siempre nos tendremos el uno al otro y mientras estemos juntos no habrá nada que pueda derrumbarnos ―digo y me acerco a él para abrazarlo apoyando la mejilla en su espalda al tiempo que mis dedos intentan tocarse sobre su pecho. ―Siempre te voy a elegir a ti, siempre serás tú entre miles y antes de quien sea, no me importa si es mi familia o mi propia vida ―contesta de esa manera, que me hace amarlo con cada una de las fibras de mi ser. Quien lo conozca como yo se daría cuenta de que es muy contradictoria esa manera romántica, tierna y hasta dulce de ser, las cosas que me dice, cada frase, o cuando me recita el párrafo de un poema con la imagen de matón que proyecta a pesar de ir vestido como un chico bueno en este momento. Cualquiera se daría cuenta de que es muy difícil que la personalidad sensible encaje tan perfectamente en un cuerpo entrenado para asesinar de distintas formas y maneras.
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