“No importa el tiempo, ni la distancia recorrida, tampoco importa lo que hemos hecho, importa nuestro presente y lo que haremos con él, porque cuando todo parece derrumbarse, siempre habrá alguien dispuesto a darnos una mano y sacarnos a flote”
Había decidido salir a correr con George esta mañana, el sol apenas asomaba en la ciudad de Seattle cuando decidimos ir a despejar la mente, estaba seguro que cada uno tenía sus motivos.
Yo, por ejemplo, quería pensar en lo ocurrido en la madrugada y George… no sé qué tenía tan incomodo a George, pero estaba dispuesto a averiguarlo.
- ¿Me quieres decir qué te pasa? – mis pies golpeaban el césped.
- Creo que me enamore – ni siquiera me miro, solo parecía perdido en su mundo mientras hablaba.
- ¿Eso es malo?
No entendía a mi amigo, sabía que había sufrido mucho a causa de un amor no correspondido en su pasado y que esa era una de las principales razones de su promiscuidad a la hora de tener pareja. Él era el único soltero del grupo por elección propia, sacando a los demás que ya tenían sus respectivas parejas, George lo había decidido así hace años, pero ahora, parecía dudar de sus propias palabras.
- No sé si lo es – suspiro – Te juro que no lo sé, tengo miedo Oliver.
- Miedo ¿de qué? – me pare y él me imito.
- Tú sabes que no he sido un santo, ¡Dios! Todo el mundo lo sabe, pero desde que nos vimos y paso algo entre nosotros, no me he vuelto a acercar a otra mujer, deje de ir a los bares, yo… - bajo los hombros.
- Estas jodido – asintió con la cabeza
- Super jodido.
- Pero si esa mujer logro todo esto, quiere decir que es la indicada – palmee su hombro – Eres un gran tipo griego, solo demuéstraselo y si ella no lo cree, pues… ella se lo pierde.
- No es tan fácil – se agarró el puente de la nariz – Está enamorada de alguien más, yo lo sabía y no me importo en su momento, pero ahora… - se apoyó contra el árbol – Me enamore de alguien que quiere a otra persona y solo me ve como un amigo con derechos.
- Mierda – apoye mi espalda en otro tronco – Creo que entiendo tu punto – lo mire - ¿Te puedo preguntar algo?
Su triste realidad me hizo caer en la cuenta de la mía, estaba aquí en el medio del bosque huyendo de lo que esperaba en mi casa. Porque era eso lo que hacía, huía. No podía enfrentar lo que había pasado o lo que casi paso o lo que no paso porque no lo permití.
- ¡Oliver! – sacudí mi cabeza y lo miré – Otra vez te centraste en tu mundo – suspiro - ¿Qué me querías preguntar?
- ¿Crees que la diferencia de edad sea mala? – sus ojos se abrieron - ¿Estarías con alguien menor que tú?
- ¿Por qué me preguntas eso? – no respondí y él suspiro – Creo que el amor no tiene edad, siempre y cuando sea mayor de edad, o mínimo tenga dieciocho. Pero creo que todos tenemos derecho a amar y ser amados, felices, sea quien sea la otra persona – asentí y mire al cielo.
- Anoche casi nos besamos – necesitaba decírselo a alguien, no podía callar más tiempo.
- ¿Con Molly? – asentí - ¿Cómo es qué paso eso?
- Ayer discutimos cuando volvíamos, ella lloro y fue raro sabes, ella parecía completamente desmoronada en un momento y al otro su rostro era completamente otro, es como si se colocara una careta, en fin, no volvimos a hablar de lo que paso. Anoche como a las tres de la mañana baje en busca de agua y estaba sentada en la mesada de la cocina comiendo helado. – me quede callado.
- Y… - me incentivo a seguir.
- La vi con los ojos llorosos, le pregunte que le pasaba, por supuesto se negó a decírmelo – suspiro – Es algo que le sale perfecto.
- ¿Qué cosa? – curioseó y empecé a caminar de regreso a la casa.
- Callar – se quedó en silencio y entendí que debía seguir hablando – Le volví a preguntar y su respuesta fue un, “no lo entenderías”, entonces decidí irme, pero tiro de mi brazo, perdí la estabilidad y quede con las manos en la mesada y el rostro muy cerca suyo, le pregunte que quería, dijo tres veces yo, yo, yo… y cuando quise acordar le estaba mirando la boca y cada vez estábamos más cerca.
- Recién dijiste casi… - lo miro – Eso quiere decir que alguno de los dos se alejó y puedo jurar que fuiste vos.
- Si – rasqué mi nuca – Le pedí disculpas, le dije que no se volvería a repetir, que era un idiota y…
- Dime que no lo dijiste – me interrumpe.
- ¿Qué cosa?
- Que era tu prima, dime que no le dijiste eso – me quedo callado – Por favor Oliver, no es tu prima, no son nada, su madre es la mejor amiga de tu mamá, sí… puede que las llames tías a sus amigas, pero no lo son, no hay sangre de por medio – suspiro – Es obvio que ella también te quería besar, ¿a qué le temes tanto?
Su pregunta me dejo en el limbo, no sabía porque había frenado lo de anoche y tampoco entendía porque ella no lo quiso frenar, solo sabía que no era correcto, sentí que me aprovechaba de ella y su confianza, confianza que me había ganado en todo este tiempo y que al parecer perdí hace unos cinco años.
- No lo sé, supongo que a todo – levante la vista y vi la casa de mis padres – Tengo que cuidarlos un mes, un mes con ella dentro de esas paredes – señale mi casa – No creo estar preparado para eso. – su mano palmeo mi hombro.
- Claro que lo estas – sonrió – Solo tienes que dejar de pensar tanto, el amor no es solo ciencia amigo, es mucho más que eso – lo mire – Es todo lo que trae consigo, son las neuronas, hormonas y los confetis, son las mariposas, los enojos y las risas. Es la sensación de sentirse volar sin siquiera despegar los pies del piso, el amor es todo y no es nada – rio - Puede que tu Molly cause todo aquello.
No dije nada, solo procesé sus palabras, él tampoco volvió a tocar el tema y terminamos de trotar hasta la vivienda, una vez dentro muchos ojos nos observaron con curiosidad, al parecer todos habían decidido levantarse temprano o nosotros habíamos demorado más de lo normal, en cualquiera de las dos opciones sentí mi boca secarse cuando la castaña entro en la sala con un jean y un top n***o que dejaba parte de su vientre al descubierto.
- Buenos días – saludé a todos y subí las escaleras en busca de un baño.
- No te demores mucho Oli o iré por ti – amenazo mi madre.
- Todos sabemos que mandaras a alguien Emma – escuche las risas de algunos y me adentre a mi cuarto.
Cuando baje solo estaba mi tía Clara en el comedor, su vista estaba perdida en algún lugar de la casa, la taza de café permanecía intacta y humeando. Me senté frente a ella y Ruth me acerco mi desayuno, le pregunte por George y me informo que había tenido que irse. Me pareció extraño, pero no iba hablar más, terminaría de comer y lo llamaría por teléfono.
Comencé a tomar mi café con leche cuando la escuché hablar.
- Sabes… - mire a mi tía – Siempre trate de hacer lo mejor, de que no le afectara, pero creo que no lo hice bien – deje la comida.
- Creo que uno trata de hacer lo que pude con las herramientas que tiene – sopeso mis palabras un momento, no sabía exactamente a que se refería.
- Yo falle cuando la saque de aquí – admitió. – Creo que alejarla de todos ustedes fue lo que más la daño.
- Necesitabas sanar – tomo su mano – No te culpes por nada.
- Quiero que la cuides Oli – sus ojos se llenaron de lágrimas.
- Claro que la cuidare, es mi prima - otra vez esa palabra abandono mi boca.
- No, no lo es – hizo media mueca – No hay lazos de sangre aquí, solo hay amistad y amor – tomo un trago de agua – El hecho que los hayamos criado juntos no quiere decir que no puedan ser felices entre ustedes.
- ¿A qué quieres llegar?
- Mira a Emily, años enamorada de Bruno. Tal vez Bruno un día sienta algo por ella y estará bien si deciden estar juntos, porque no hay lazos de sangre. O por ejemplo la pequeña Anastasia, quien te dice que en unos años se enamora de Nathan y Amy termina siendo su suegra – ambos reímos – A lo que voy es que quiero que la cuides, no importa como quieran hacerlo, pero no dejes que caiga.
- ¿Esto es por la apuesta? – claro que recordaba la apuesta que hicieron cuando éramos chicos.
- Jajaja, no Oli, no tiene nada que ver con eso – sonríe de lado – Es con que Molly no sufra, ella allá estuvo metida con gente no muy agradable– recordé las llamas y me pregunte si serian ellos – Es una de las razones por la que estamos aquí y también la razón de nuestra vuelta a Seattle después de las vacaciones, necesito cuidarla y quiero que la cuides cuando yo no este, no confió en nadie más.
- Lo hare.
Fui honesto, realmente lo haría, cuidaría de ella el tiempo que estuviera acá y evitaría que algo malo le pasara, eso incluida en que no recayera en sus adicciones. Al menos trataría que no lo hiciera, pero con ella nunca se sabía, era como un volcán a punto de erupcionar en cualquier momento y eso complicaba todo.
- ¿Dónde están? – volví a comer y esperé su respuesta.
- Fueron de compras con los chicos – tomo su café – Salen esta noche y necesitaban ropa – rueda los ojos.
- ¿Ustedes tienen todo listo para mañana?
- Nos vamos hoy – junte mis cejas y la mire – Nos quedaremos en el hotel del aeropuerto así no tenemos que salir a las cuatro de la mañana, en unas horas partimos.
- Bueno supongo que los llevaremos entre todos – asintió.
- Más les vale o se quedan sin dinero – reí – Bueno tú tienes el tuyo al igual que Emily, los demás no – pensó un momento – Molly es la primera en medicina, sus notas son magníficas.
- Es muy inteligente.
- Lo es – se levantó – Iré a terminar el equipaje, cuando vuelvan nos llevan.
Clara salió del comedor y me quede solo, los fragmentos de nuestra conversación se repetían en mi cabeza, Molly siempre dijo que quería ser doctora y ahora era la mejor estudiante de la carrera, ella era capaz de todo y sin embargo su vida estaba patas para arriba.
Me levante y salí a mi taller, hacía mucho no entraba en aquel lugar y creaba algo, pero hoy estaba motivado y quería ver si podía poner en práctica mis ideas, crear algo nuevo o solo perder el tiempo en mi mundo, lo que sea que ocurriera primero estaba bien.
El lugar estaba exactamente igual que la última vez que entre, algunos prototipos se encontraban en un rincón, incluso el que se prendió fuego e hizo que mi madre me prohibiera entrar por tres meses a este lugar.
Mire el lugar por un rato hasta que descubrí que quería hacer, modificaría mi cuarto, un simple sistema de cerrado que se amoldara a todo lo que quisiera con un solo botón.
Trabaje en la maquina por horas, no sé cuánto tiempo había pasado, pero había logrado programar tres tipos de estadios, desde las luces hasta cerrado automático de puertas y cortinas. Instale un modo romántico, no sabía porque, pero si esto funcionaba podría venderse a un buen costo en la modificación de las casa.
- El ñoño haciendo de las suyas – mi hermana se encontraba en el umbral de la puerta observándome.
- Que tu no tengas cerebro no es mi culpa – sonreí y ella también.
- Me estas confundiendo con Nathan – dijo jocosa y se sentó en el escritorio – Te hemos buscado por todos lados, hay que llevarlos al hotel.
- Perdí la noción del tiempo – miré el reloj y comprobé que habían pasado cuatro horas desde que entre.
- Te traje agua – me paso una botella – Se cuanto te puedes perder en tu mundo.
- Gracias
Bebi el líquido y la vi levantarse de su lugar, mi hermana ya no era una niña y eso se podía observar a simple vista. Recordé las incontables escenas de celos que le hice y todos los pretendientes que le aleje en su infancia, creo que incluso ahora podría hacer lo mismo.
Cuando llegamos a la entrada de casa todos me estaban esperando, observe como Bruno rodo los ojos, con él no me llevaba bien y lo quería lejos de mi hermana. No entendía porque era tan idiota, si Marcos y Merly eran los mejores. Mateo solo sonrió, mis tías me preguntaron que había inventado esta vez, pero no dije nada.
- Todavía me debes el sistema de sonido para mi estudio – Merly me miro ofendida y reí.
- No tiene sentido lo que quieres hacer -rodé los ojos – Esas máquinas están lista para todo, si quieres te hago el sistema de seguridad gratis y te evitas algún robo.
- ¿Gratis? Nada es gratis – me miro - ¿Qué quieres a cambio?
- Que golpees a tu hijo o me dejes golpearlo
Mi madre me miro mal y el resto ríe, para ninguno es una novedad que no nos llevamos bien, pero no es mi culpa, Bruno se comporta como un c*****o conmigo y yo no tengo humor, si sumamos las cosas… podemos llegar a la conclusión que él es un idiota.
- Muy gracioso Hamilton – me sonrió y le saque el dedo del medio.
- Listo Oliver – Emma me miro mal.
- Le tocan al ahijado y se vuelve loca – camine a mi auto.
- Es porque soy su preferido – grito Bruno desde el otro lado.
- Solo le das pena – respondí – Todos saben que soy el preferido – le guiñe un ojo – Tu sigue participando.
No me gaste en escuchar su respuesta, los demás estaban acostumbrados a nuestros constantes ataques, algunas veces eran suaves y otras no tanto, cuando lo último pasaba, papá y Marcos estaban ahí para separarnos. Yo no soy una persona violenta, pero él saca siempre lo peor de mí.
- Es envida – Molly se sentó a mi lado y me miro.
- ¿Qué?
- Bruno te tiene envida – seguía confundido – Cuando no estas hablan de tus logros, tú y Emily han logrado muchas cosas por su cuenta y él sigue en veremos – prendió la radio – No es como si sus padres lo sacaran a relucir, pero cuando sale algún tema por ahí tu nombre suena y bueno…
- Eso no tiene lógica, Emma, Merly, Marcos e incluso mi hermana lo adoran.
- Si, pero no es por eso – me mira – Tú has logrado muchas cosas solo, tienes tu propia empresa, sigues tus reglas y los demás, todavía vivimos de nuestros padres – encendí el auto
- Es solo plata Molly – observe que todos habían entrado a los autos y arranque – Sabes lo que daría por ser tan normal como ustedes, poder tener más amigos o incluso conseguir una pareja, tal vez hasta estaría casado.
- A mí me gusta como eres – la miro – Para mí eres increíble, así como eres.
- Gracias
El resto del camino paso en silencio, la música de fondo nos mantuvo concentrados en nuestras cosas, a diferencia de las otras veces, ahora podíamos acompañarnos sin sentir que el aire se cortaba con un cuchillo y eso me tranquilizaba.
Molly era una buena compañía, su cabello castaño estaba atado en un moño relajado, seguía con la misma ropa que esta mañana, el olor a flores llenaba el ambiente, no sabía si era su perfume o el shampoo que utilizaba, pero me gustaba.
Llegamos al aeropuerto y aparcamos en el ala oeste donde se encontraban las habitaciones, no sé cómo las consiguieron, pero estaba seguro que mis padres y James tuvieron mucho que ver en esto. Ayudamos con las maletas y nos despedimos de todos, por supuesto mis tías lloraron, mi madre repitió lo mismo por doceava vez y los hombres solo nos saludaron y pidieron los autos sin abolladuras. Estaba volviendo a mi auto cuando una voz conocida me paro.
- ¡Oli! – gire y los demás hicieron lo mismo.
- Nicole – no me lo creía - ¿Cómo estás?
- Me vez después de diez años y ni siquiera un abrazo – sus brazos me rodearon y me quede helado – Vamos a tomar algo, recién llego, pero mis padres entenderán.
- Tengo que llevar – señale a Molly.
- No te preocupes – dijo rápido – Tenemos una fiesta.
- Hola soy Nicole – saludo la rubia.
- Si, bueno – la ignoro y giro.
- ¡Nico! – mi hermana se le colgó - ¡Cuánto tiempo sin verte!
- Lo sé, estas hermosa – sonrió.
- Tú también – miro buscando a Molly y resoplo – Bueno, tengo que irme
- ¿Quién era la castaña? – me pregunto cuando caminábamos a mi auto
- Molly
- La famosa Molly – sonrió – Esta muy linda y ha crecido.
- Lo es – sonreí – Y… ¿Cómo has estado?