CAPÍTULO 2
Resoplo y me paso las manos por el vestido largo n***o, mi cabello oscuro cae en ondas por mi pecho y el maquillaje bien trabajado realza mis facciones haciéndolas ver más delicadas de lo que realmente son terminando con un labial sutil. Para mi madre es inaudito que mi hermana menor se case primero, aunque no me lo ha dicho directamente lo ha insinuado en la mayoría de las reuniones familiares. Había sido invitada dos semanas atrás a la cena de compromiso y durante esas dos semanas me las pase nerviosa. Muy nerviosa.
Toco el timbre de la futura mansión de mi hermana y mi mamá me recibe con carisma hasta que observa mi cuerpo y finge una sonrisa.
—Mel —saluda viéndome sin disimular—. Hija, estás más gorda desde la última vez que te vi —dice, alargando las palabras en tono de regaño.
—Gracias mamá —ironizo con una sonrisa fingida.
—Aunque debo admitir que son unos vestidos y zapatos preciosos, te ves preciosa.
Vuelvo a sonreírle, aunque esta vez con honestidad y me adentro al hermoso hogar. Antes de pasar mi mamá hace una seña con la mano para que me detenga.
—¿Y tu acompañante? —pregunta con voz cansina.
—Me temo que no existe.
La gran mansión de tonos neutros con diseño moderno y minimalista me da la bienvenida, allí dentro me encuentro con un montón de familiares y hombres trajeados que nunca había visto. Mis familiares me saludan, mis primos buscando a mi acompañante invisible, algunas de mis tías diciendo que me veo más gorda otras que me veo más flaca. En fin, me abstengo a soltar algo que las horrorizaría así que simplemente les asiento saludándoles y dando las gracias. Me escabullo entre las personas en cuanto tengo la primera oportunidad.
—Cariño —escucho la voz ronca de mi padre y me alegro de inmediato.
—¡Papi!
Le doy un abrazo y empieza a preguntarme como me va en el trabajo, halagándome cada cinco minutos por lo hermosa que estoy.
—¡Boo! —exclaman detrás de mí por lo que me asusto pegando un salto, derramando el líquido de la copa al suelo.
—¡Leonard! —Chillo y me abraza alzándome del piso como de costumbre—. Deja tonto, que peso bastante.
—Me importa un pepino. Llegas tarde.
—Que maduro —rio—, lo bueno se hace esperar, cariño.
—Estás hermosa hermanita, pero bájate el vestido que algunos de los niños ricos de los amigos de Logan te están viendo.
—El vestido es largo, Leo.
—Te están viendo los tobillos y las pantorrillas, hay un hombre con un gris viéndote —admite con recelo.
Lo observo horrorizada y resoplo —¿Y? Son sólo pantorrillas.
—No son sólo pantorrillas, son las tuyas, y Mel...
—Leonard... —reprende papá.
Voy a responder en mi defensa, pero una cabellera castaña que reconozco al instante se mete entre nosotros.
—¿Leonard está amenazando con la mirada a los hombres que te ven los tobillos? —pregunta divertida.
—¡Elena! —exclamamos todos con felicidad.
No veíamos a Elena desde hace un tiempo, pues estuvo en Reino Unido por una larga temporada. De hecho, creímos que no iba a volver hasta la boda de Leila. La damos un abrazo tan fuerte y apretado que estoy segura que no puede respirar.
—Estás hermosa, mírate.
Entre todos las llenamos de halagos y ella comienza a contar todo acerca del viaje que hizo para inspirarse en su nuevo libro. De las escaleras baja un hombre moreno con un traje azul rey acompañando de una mujer con un vestido blanco que acentúa sus curvas exactamente dónde deben estar, Leila. Al lado de ella la acompaña su prometido Logan Traynor, heredero de una cadena de hoteles muy famosa. Todos aplaudimos y la pareja empieza a saludar, dando gracias por sus buenos deseos. Efectivamente, mi hermana se acerca a nosotros con una sonrisa de lado a lado abrazándome con fuerza.
—Hermanita, pero que bien te ves. Estás hermosa.
—Tú eres quién está preciosa. Felicidades —digo con emoción, agarrando otra copa de champagne.
Entre nosotros nos actualizamos acerca de las novedades familiares pues Leo siempre está de caso en caso gracias a su profesión de abogado. Elena suele viajar constantemente en busca de inspiración para redactar sus libros, gracias a mi trabajo no cuento con mucho tiempo para hacer vida social y al final es Leila quien suele tener más tiempo de acompañar a nuestros padres.
—¿Vieron quién volvió a la ciudad? —Dice mi madre acercándose con emoción—. ¡Los Werner!
Inmediatamente me ahogo con la champaña, Elena y Leila me dan suaves palmadas en la espalda mirándome con precaución, siendo ellas las únicas en saber cómo me afecta el solo hecho de escuchar su apellido.
—¿Estás bien? —pregunta Leonard preocupado. Asiento con la cabeza sin poder articular.
—¿Se quedarán de vacaciones o...
—Hablé con Mildred y aparentemente se quedarán una larga temporada, por más que Alfred ama su país natal ya Mildred extrañaba el suyo.
—¿Y, esto... Bastian está aquí? —insiste Leila sin saber que ya tuve la gran dicha de encontrarme con él.
—Pues sí. La familia completa —afirma mi madre con entusiasmo.
Mi mente deja de funcionar por un momento pensando en que esto no ocurriría. Cuando la familia Werner se fue, sinceramente no creí que volverían. Después de todo, Alfred tenía su empresa principal en Alemania y se quedó aquí por Mildred, su esposa, que se negaba a salir de su país y sus costumbres. Hasta que Bastian decidió irse a estudiar en una de las mejores universidades de su país natal, por lo que unos años después la familia siendo tan unida no pudo evitar la separación que al final terminaron yéndose todos.
—Con permiso, Lena, Mel, ¿Me acompañan al baño? —pregunta Leila entre dientes, dejando bastante en claro que tenemos que aceptar si o si.
Asentimos sin muchos problemas y la seguimos esquivando a las personas que intentan hablarle.
—¡¿Se puede saber por qué carajos no has respondido el teléfono en dos días?! —exclama Leila furiosa tan pronto entramos al baño.
—Creí que me ibas a acosar por lo que me tenía que poner hoy —respondo con culpa, pues Leila es un amor, pero como es amorosa es intensa y bien sabía que me iba a dar un largo discurso de amor propio, usar el vestido más sexy y llamativo que podía encontrar y que resaltará lo que ella llama "curvas". A pesar de ser la mayor, ella es quien parece la mayor de todos dando órdenes y consejos por doquier.
—Estaba intentando decirte eso, que Bastian iba a volver. Quizás si te iba a obligar a ponerte un vestido sexy, pero eso también era importante. Y te dejé mensajes de voz, no digas que no.
—Melanie, es el único que te ha roto el corazón. Cuando se fue estuviste escuchando todas esas canciones tristes durante dos semanas sin salir de tu habitación. No puedes dejar que eso suceda nuevamente —me dice Elena sabiamente con la voz calmada, a pesar de ello puedo notar el atisbo de preocupación en ella.
—¡Por supuesto que no sucederá! Soy una mujer de veinticinco años que no puede dejar que algo que ocurrió hace ocho años le afecte —exclamo con seguridad—. ¿Pero cómo se les ocurre…
—Claro que no, porque nos vamos a vengar... —interrumpe Leila.
—¡Leila! —le reprochamos ambas. Aunque si me afectaron sus palabras hace años debo admitir que a veces siento que a mi hermana más, mientras estaba con un corazón roto a los diecisiete la escuchaba despotricar contra Bastian.
Por supuesto, que es algo que quedó en el pasado. No entiendo porque se ensañan tanto en esto.
—Pues claro que sí, está noche cuando lo veas...
—¿Está noche? —le pregunto boquiabierta.
—Esta noche —afirma—. ¿Por qué crees que te llamaba con tanta insistencia? ¿Por puro placer y gusto? Logan y él aparentemente son socios y casualmente me nombró un reciente socio alemán que quería invitar a la fiesta de compromiso. Cuando le pregunté y me dijo que era Bastian Werner, te llamé veinte veces. Así que déjame arreglar éste escote porque le vas a enseñar que demasiado gruesa es su idiotez.
Le doy palmadas en las manos cuando se encuentra arreglando mi escote evitando que lo siga haciendo pero Leila insiste y hasta me empolva la nariz antes de poder hacer algo al respecto. Elena nos observa de lejos haciéndome una mueca de "lo siento". La mujer es más neutral que Suiza en sí.
Salimos del baño con mi hermana diciéndome como lo tengo que observar, ignorar, y verificando que luzca perfecta. Ruedo los ojos ante tanta exageración y hasta carcajeo junto a Elena sin poder evitarlo. Ella nos fulmina con la mirada, lo que hace que nos riamos aún más fuerte.
—Es bueno escucharla reír señorita Bell —dice una voz masculina detrás de nosotras.
Al voltearnos nos encontramos con un Elijah Donovick impregnado en perfume masculino usando un traje n***o que le da un aire más misterioso del que de por sí ya tiene y el cabello perfectamente peinado hacia atrás. La única vez que he visto a Elijah despeinado fue ayer, cuando lo encontré borracho en su oficina. Sin embargo, no lo podría imaginar despeinado y con la camisa abierta nuevamente. Parece impropio de él y su personalidad perfecta y correcta libre de errores.
—Ho... hola señor Donovick, ¿Cómo está? Le presento a mis hermanas Leila y Elena.
Él, muy educado y caballeroso, les besa las manos con sutileza y suavidad haciendo sonrojar a Elena hasta el cuello.
—Felicidades por su compromiso, futura señora Traynor. Estoy segura que Logan encontró una gran joya en su camino.
Evito reírme o rodar los ojos por respeto mientras veo a mi hermana suspirar y a la futura señora Traynor sonriéndole derretida. Si supieran la personalidad real del señor Donovick...
—¿Podría hablar con usted en privado señorita Bell? —pregunta Donovick interrumpiendo mis pensamientos.
Como la gran casamentera y celestina que es, Leila me da un codazo que no pasa desapercibido por ninguno de nosotros.
—Por supuesto, señor Donovick.
Él les hace un gesto de despedida a mis hermanas dedicándoles una sonrisa que hace mucho no había visto. Nos dirigimos a la hermosa parte trasera de la mansión, que no es más que una gran piscina y finos sillones y sillas en donde ya me puedo imaginar recostada los domingos en las tardes.
—Verá, señorita Bell. El día de ayer presencio un acto... muy, impropio de mí. Ya sabrá usted que nunca me ha gustado mezclar el trabajo con la vida privada. Le pido que me disculpe y si es necesario, no hable de ello, por favor.
—Claro que no, señor Donovick. En los años que llevo trabajando con usted, no le he fallado y está no será la primera vez.
—Años... —murmura sin dejar de verme—. Usted entró cuando yo solo tenía un año dirigiendo la empresa.
Asiento con la cabeza imaginando a un Elijah más relajado y presente cuando yo apenas era una pasante.
—Deberíamos entrar, señor Donovick. Usted ya debería saber que no diré una palabra al respecto, puede estar tranquilo.
Veo como relaja sus hombros y por primera vez, el hombre me sonríe. Ni siquiera en cuatro años trabajando junto a él, me había sonreído y menos de esta manera. Entramos al lugar sin decir una palabra para encontrarnos con el sonido de un tenedor golpeando una copa que da a entender que la hora de los discursos ha comenzado. Logan se sitúa en frente de nosotros con un brillo especial en los ojos, ese brillo que tienes cuando estás enamorado... Y no lo digo por mí. Sino por el montón de personas que he visto en esa posición. Más de la que podía contar. Cupido está haciendo muy bien trabajo.
Menos conmigo, desde luego.
Logan se aclara la voz y nos sonríe cálidamente, —Buenas noches, primero que todo, muchas gracias por estar aquí compartiendo éste único y hermoso momento conmigo. Hace treinta años exactamente, mi padre era un hombre sin un sólo centavo en el bolsillo pero con una mujer leal que siempre le apoyó en sus sueños, en aquellos sueños locos e inalcanzables en los que nadie creía. Con el dinero que con sacrificio mis padres ahorraron juntos, compraron un hotel. Un hotel horrible, que se caía a pedazos, aquello parecía un rancho según mi padre. Y que poco a poco, fue mejorando cada vez más. Ese hotel, se convirtió en el imperio que ahora conocen como la cadena de hoteles Traynor. Crecí escuchando a mi padre decirme que la mujer indicada, era aquella que estaba allí, en las buenas y malas. Cuando lo tienes todo y cuando no tienes nada. Absolutamente nada. Creí que eso era imposible, ya que a medida que crecía la gente alrededor se acercaba a mí por puro interés. Hasta que conocí a Leila.
Suspiro con anhelo y no puedo evitar imaginar un hombre que me ame así. Noto la mirada de mi jefe sobre mí y la evito monumentalmente. Seguramente me veo como una estúpida ilusionada y sinceramente, por dentro, deseo un amor así.
Logan se aclara la garganta y sigue hablando—. Doy gracias todos los días por tenerte a mi lado, eres una increíble persona, prometida, hija y hermana. Doy gracias a mis padres, por enseñarme como encontrar la persona indicada y apoyarme en todo momento de mi vida, también doy muchas gracias a la familia Bell, sin ellos mi hermosa prometida no estaría aquí conmigo. Estoy feliz de anunciar que nos casamos en dos semanas ¡Muchas gracias! Espero que nos acompañen en nuestra celebración. Ahora, ¡Que comience la celebración!
Después de unos cuantos aplausos, bajan la intensidad de las luces y suena una canción romántica. Inmediatamente las respectivas parejas empezaron a bailar y quedé viendo a toda esa gente bailando.
—¿Bailamos? —pregunta Donovick en un susurro.
Estoy a punto de poner una excusa pero lo pienso bien y acepto. En un movimiento desprevenido me toma de la cintura, haciéndonos mover lentamente, sus pasos son lentos, elegantes y firmes. Apoyo la cabeza en medio de su hombro y el cuello, inhalado su perfume.
Me encuentro relajada bailando la dulce canción hasta que escucho la voz del hombre que no pensaba encontrar.
—Donovick, ¿Me permitiría bailar con mi pequeña Mellie?