Alguien aporreaba mi puerta, consiguiendo despertarme. Me dolía horrible la cabeza, todo daba vueltas y tenía un horrible punzón en el estómago. - ¡Lea! Abre la puerta y prepárate por dios, tienes que ir a comisaría, ha llamado como tres veces el pesado del rubio pollo. Gritaba Adam desde el otro lado de la puerta. Me incorporé, quedando sentada. - Ya, ya voy. No grites por favor. Cerraba mis ojos, mientras apoyaba la cabeza en el cabecero de la cama. — ¿¡no puede callarse de una puta vez!? Me sobresalte, girando mi cabeza y viendo a Ian James sin camiseta en mi cama. - ¿¡Qué haces aquí!? —grité en susurró espantada. - ¿¿todo bien Lea?? Mierda, Adam seguía hablando desde el otro lado de la puerta. - ¡Perfectamente, Adamie! El chico de cabello n***o se aclmodaba para segui