Las horas pasaban y no teníamos indicio de que nos llamarán. Lo único que nos dijeron es que tenían agentes revisando la casa y que el cadáver lo mandarían a Seúl. Para la autopsia ya que nosotros llevamos el caso y nos lo cedieron los inspectores de Rusia. Lea no dejaba de dar vueltas por la pequeña sala, mientras que yo aún tenía a la pequeña rubia en brazos. Intenté dejarsela a ella, pero Lea se negó. Había entrado en un bucle y ahora mismo no quería nada. Conseguí calmar a la pequeña y dejarla viendo una extraña serie infantil de una niña rubia y un oso. Como no, osos… Fui a la cocina junto a la chica, ella estaba demasiado nerviosa. Ambos nos apoyamos en la encimera, mirando a la pequeña niña rubia. - ¿Qué debemos hacer con ella, Lea? - Hablé con él consulado, me dijeron que