La misma noche
Atlanta
Aron
Muchas cosas se pueden decir con los ojos, con el movimiento de las manos, pero Gabriela ha sido más elocuente pronunciando en voz alta las cosas que cree o piensa de mí, no tengo claro sí es una estrategia para asustarme, para repetirme no me interesas o, todo lo contrario, me interesas, pero estás son mis reglas. No cambia que consiguió cautivarme con su actitud, porque me gusta esta versión de ella, atrevida, sincera, sin miedo a guardarse lo que piensa, en realidad me seduce de una forma peligrosa el corazón, y cada segundo a su lado quiero ser dueño de sus labios, esclavo de su piel, más que todo tener una relación real con ella. Sin embargo, en este instante me cuesta dar el siguiente paso, sigo hechizado en sus ojos marrones tragando saliva, mientras está atrapada entre mi cuerpo y la puerta de la habitación, incluso como un reflejo le pedí que no escape de mí, siendo imposible cuestionarme, ¿Cometí un error?
–Gracias Aron por la cita, me divertí mucho, pero necesito descansar y no significa que estoy escapando de ti. ¡Buenas noches! –responde y miro su mano buscar la perilla de la puerta.
–Gabriela espera un segundo, porque nuestra cita oficialmente no ha terminado, falta lo más importante para dejarte marchar– improviso sin perder el contacto visual, y miro sus ojos llenos de confusión.
–Aron ¿Qué falta? –cuestiona con su voz llena de dudas, y le doy una mirada intensa.
Vuelvo a mirar sus labios sin decidirme, porque estoy quemando por su cercanía y no estoy seguro de que baste adueñarme de sus labios, pues no puedo controlarme más, teniendo que anular el espacio entre nosotros.
–Esposa mía una buena cita siempre termina en un beso robado– susurro juntando nuestros rostros mientras cierro mis ojos, sintiendo que ardo con el roce de nuestras narices.
–¿Te gusta robar besos? o ¿Prefieres ser correspondido? –dice en un hilo de voz, y me perfilo para besarla rozando nuestros labios superiores.
¡Diablos! Como cuesta no dejarme arrastrar por mis impulsos, es que no es posible controlarme si quiero sentirla entre mis brazos, besarla hasta quedarme sin aliento, pero no basta un roce de su piel necesito más, aunque mi interior me repite, recuerda que quieres más que una noche con tu esposa, y decido apretar mis puños para responderle intentando bajar los ritmos de mis latidos.
–Un beso no importa si es correspondido o robado, sino lo que expresa con sus labios– murmuro y busco su boca.
Es un beso lento sin prisas, más bien es como nuestro primer beso, pero a la vez diferente, porque poco a poco pido permiso para entrelazar nuestras lenguas de una manera deliciosa que alborota cada poro de mi piel, igual intento disfrutar del manjar de sus labios por más que me cueste calmarme, hasta que decido darle una tregua, abandonando su boca sin dejar de sonreír como un tonto.
–Aron aun me cuesta descifrar que tipo de beso fue el que nos dimos– confiesa con su voz entre cortada, y le doy una sonrisa genuina.
–Esposa mía todo tiene solución, puedo ayudarte a descubrirlo besándote las veces que sean necesarias para que lo descifres– rebato con un tono de picardía, buscando su boca, pero me detiene su mano en mi pecho.
–Aron es nuestra primera cita no corras o me asustarás. ¡Buenas noches! Descansa– declara dándome una mirada penetrante mientras abre la puerta y sujeto mi cabeza nervioso.
–¡Rayos Gaby! ¿Cómo llegamos a casarnos a este paso tan lento? ¡Dímelo! –digo a modo de broma y suelta una mueca mientras ingresa a la habitación.
–¡Buenas noches Aron! –replica cerrando la puerta delante de mí y me quedo frustrado.
Bajo un segundo mi mirada, aprieto mis puños y coloco mi mano en la perilla dudando en abrir la puerta. ¿Qué hago? ¿Puedo ser sincero con ella?
Gabriela
A veces debemos aprender a confiar, pero no es fácil hacerlo cuando das pasos a la ciega como yo, que no tengo certezas sí es real lo que vivo con Aron, tal vez él es quién puede cambiarme la vida, o puede ser mi mayor error, no lo sé todavía y por momentos levanto barreras para amarrar a mi corazón ante el miedo, pues estoy caminando en una cuerda floja sin saber cuándo caeré, y me asusta dejarme arrastrar por mis sentimientos. Lo cierto es que quise centrarme y guardar mis temores en un cajón con llave, pero los nervios escaparon y tuve que frenar a Aron para no terminar en la cama, porque sus besos eran como una droga que recorrió mi cuerpo, y cada segundo necesitaba de ellos, entonces apareció la sensatez recordándome que quiero una relación verdadera, y escape de él. Sin embargo, estoy recuperándome del tsunami que provoco en mí, incluso tengo la espalda apoyada en la puerta, aunque acabo de girarme al darme cuenta de que se movió la perilla.
–No abras la puerta, por favor no abras la puerta– pido en un hilo de voz y cierro mis ojos.
¡Cobarde! Tal vez, pero quiero más que sexo con Aron, y sí abre la puerta no podré negarme, porque es mucha tentación este hombre, aunque otra parte de mí quiere dar un paso a la vez, enamorarme hasta enloquecer y ser la dueña de su corazón como él del mío.
–¡Buenas noches, Gabriela! Descansa– replica a través de la puerta y escucho sus pasos alejarse cada vez más.
Aron ¿Cuándo me robaste la paz? ¿Por qué acepte está locura? Ya es tarde para cuestionarme porque solo tengo un camino, arriesgarme, pero espero no estropear nuestro contrato hasta que llegue el día de la entrevista con el gobierno.
Una semana después
Volví a tener más citas con mi esposo, en realidad tres más, solo aumentando la tensión s****l que existe entre nosotros, porque Aron me lleva a mis límites, me descoloca con sus besos y en cualquier momento terminamos en la cama, además estamos en una etapa como si fuéramos adolescentes robándonos besos, pero por una ocasión quiero hacer las cosas con calma, también estoy consciente que somos adultos para conformarnos con unos cuantos besos ardientes, aunque necesito caminar con paso firme para terminar de descubrir que está sucediendo entre nosotros, y dejar atrás mis miedos para que reine mi corazón en cada acto.
En fin, hoy es de esos días que necesito llegar a casa para descansar porque ha sido una jornada agotadora y demandante, la verdad es que la cafetería estuvo repleta de clientes, pero terminó mi turno y ahora marco mi salida no sin antes escuchar la charla de Lucía.
–Gaby, menos mal que terminó el día, porque pensé que no sobreviviría a tantos clientes volviéndome loca con sus pedidos. Por cierto, no te he preguntado por tus cosas, ¿Todavía no te llega la notificación del gobierno? –sentencia y niego con la cabeza.
–Lucía aún no y estoy alarmada, porque me preocupa que tengamos una visita de los agentes migratorios en la cafetería y me quieran deportar– replico con mi rostro comprimido y suelta una mueca.
–Gaby tranquilízate, no te deportarán, recuerda que estás casada con Aron, además iniciaste la solicitud de tu residencia, igual mi consejo es que te tomes las cosas con calma, porque estos trámites tardan meses inclusive un año, pero avanzan. Por último, puedes correr con suerte y en cualquier momento tener la entrevista y la visita de la gente del gobierno. La cuestión es, ¿Están listos? ¿Conocen todo del otro? Recuerda que preguntarán hasta el color de tu cepillo de dientes por exagerarte– rebate con firmeza y trago saliva.
–Lucía sabes que nunca se conoce todos los secretos de tu pareja, menos en un matrimonio arreglado como el mío, pero dentro de todo creo que Aron y yo no dejamos escapar nada– argumento con mi voz llena de preocupación y me da una mirada inquieta.
–Ojalá sea como dices Gabriela para que pronto tengas tu residencia, porque un solo error y pueden negártela, pero confiemos que ambos hayan sido sinceros con el otro, además no creas que esa gente preguntará cosas básicas, como tu color favorito, buscarán algo más personal. Por ejemplo, el día de tu periodo menstrual, sus manías, de qué lado de la cama duerme cada uno, y quizás algunas preguntas más subidas de tono sobre su vida íntima– comenta y me deja alarmada.
–Lucía te aseguro que hemos hablado de todo con Aron, menos de cosas tan íntimas, me parece que lo haré sino me quedan más opciones– digo con mi rostro sonrojado.
–Otra cosa, te comento que mi amigo aceptó ocuparse de tu divorcio, solo debes pagarle por el papeleo, pero debes darme todos sus datos y una copia del acta de tu matrimonio para tener todo listo– pronuncia y me quedo paralizada.
–¡Gabriela! ¿Por qué tienes esa cara? ¿No te quieres divorciar de Aron? –cuestiona con una mirada llena de dudas y me deja en jaque.
Aron
Debería ser sincero con Gabriela, repetirle lo que ha despertado en mí, no hablo de lo físico, sino de ese caos que encuentro cuando cruzamos miradas, pues no solo me quitan el aliento, más bien me cautivan de una forma irracional, aunque no queda allí todo, porque vivo pensándola, incluso salgo a las corridas del trabajo solo para escuchar su voz, para robarle un beso, para contemplarla perdido en sus ojos marrones mientras charla de su día. Sé que tiene un nombre lo que siento por ella, pero cuesta aceptarlo, pues nunca una mujer me quitó la paz, se robó mi vida, al punto de sentir que soy otro hombre a su lado, incluso aquel desastre que fui hace unas semanas atrás quedo en el pasado, comencé un viaje a su lado sin saberlo, y ahora necesito tumbar sus inseguridades, que confié en mí para poder pensar en un futuro con ella.
Sé que los comienzos no son fáciles en ninguna relación, mucho más cuando las cosas no se dieron de la forma natural, nosotros nos casamos por un contrato, rompimos las reglas y ahora quiero un futuro con mi esposa. No estoy seguro de lograr conquistar su corazón, pero seguiré demostrándole que busco más que una noche de sexo. Como tal hoy decidí cambiar nuestra rutina, me desocupé temprano del trabajo y traje algunas cosas para preparar la cena, así estoy en la cocina a las corridas para sorprenderla, aunque acaban de tocar el timbre y me extraña porque Gaby tiene llave.
Con miles de dudas camino a la puerta sin dejar de pensar quién tocará, falta que sea la gente de migraciones, igual sigo avanzando hasta que estoy delante de la entrada, donde doy un respiro hondo y tomo fuerzas para abrir.
–Hola Aron, ¿No me piensas saludar? –dice una voz femenina y me quiero morir.