La misma tarde
Atlanta
Gabriela
¿Basta ser sensata para no dejarse llevar por la tentación? No lo creo es muy complicado si ya probaste lo prohibido, más aún si sientes quemarte en cada paso, hasta te erizas la piel con una mirada ardiente de un hombre como mi esposo, porque no puedo negar que Aron me tiene confundida, incluso me asusta estar tan cerca de él, no solo por la tensión s****l que existe entre nosotros, sino por lo que ha comenzado a despertar en mí, entonces como un reflejo busqué en sus ojos verdes sinceridad, aunque no logro descifrarlos, más bien el silencio me grita. “Deja tus miedos en un soplo de viento, en todo caso vive sin frenarte”. Pero no es tan sencillo, no logro distinguir cuál es la respuesta, o la solución para mi dilema, es como todo en la vida, nos cuesta decidirnos a arriesgarnos, mucho más cuando el corazón entra en juego.
Además, debo sumarle que he tenido unas cuantas malas experiencias en materia del amor, dudo haberme enamorado, pues no he sentido ese cosquilleo, mucho menos las mariposas revoloteando, ningún síntoma que me indique haberlo vivido, al punto de sentir que las experiencias que tuve han sido basadas en pura atracción física, y siendo sincera me cansé, quiero una relación verdadera, sincera, me rehúso a creer que todo puede resumirse a lo físico para tener una relación profunda, tampoco estoy segura de que busca él. Igual tendré mi primera cita con Aron, como tal tengo los nervios a flor de piel, incluso todo el día no he podido sacarlo de mi cabeza y esa es la razón para estar como una tonta sin tener claro lo que me depara el futuro. Sin embargo, acabo de terminar mi turno, y me apresuro cambiándome el uniforme para escapar de la cafetería, aunque las miradas curiosas de Lucía me inquietan, y aumenta cuando escucho su comentario.
–Gaby tanta desesperación por marcharte a tu casa. Extraño porque convives con un desconocido, más bien deberías sentirte un poco incómoda o me atrevo a repetir que está cambiando la situación entre ustedes, ¿Te interesa Aron? –comenta y abro los ojos de par en par.
–Lucía es lógico que quiera marcharme, porque ha sido un día agotador, también te recuerdo que tu desconocido dejo de serlo, gracias a ti me case con Aron, ante todo tengo planes con mi esposo como parte de nuestro acuerdo, vamos a tener una cita para dar una versión a las autoridades del gobierno– explico y me da una mirada penetrante.
–Amiga ustedes no necesitan citas para mantener la fachada con el gobierno, pues viven juntos y seguro charlan todo el tiempo, entonces no tiene mucha coherencia tu argumento, además no soy ciega, pude observar cómo se miraban delante del juez, y el beso solo confirmó mis sospechas, entre ustedes existe algo más que un simple contrato. ¿Te estás acostando con tu esposo? –rebate con una sonrisa pícara y trago saliva por su pregunta.
–¡Lucía! Déjame aclararte un par de cosas para que dejes de sacar conjeturas, primero el beso que nos dimos con Aron delante del juez fue parte del teatro, nada más por más que pienses lo contrario, segundo no me estoy acostando con él porque sería complicarme la vida, ¿Satisfecha? –sentencio con firmeza y tuerce la boca.
–¡No! Más bien, me dejaste preocupada, porque te brillan los ojos cuando hablas de Aron, y ese es un mal indicio, te gusta o peor aún, estás enamorándote de él. ¿Cuál será la respuesta? –rebate con su rostro comprimido y me deja en jaque.
No puede ser verdad lo que dice Lucía, no estoy enamorada de Aron, o ¿Sí? En verdad estoy tan confundida, más que todo me asusta salir lastimada, además podemos arruinar mi oportunidad para conseguir la residencia, ¿Qué se hace en mi situación? ¿Dejarse llevar por la corriente?
–Lucía es un simple contrato que pienso terminarlo cuando tenga mi residencia, nada más, y por ahora voy a garantizar conseguirla. Así que me marcho para tener mi cita con mi esposo. ¡Permiso! –replico muy segura y me mira incrédula.
–Gabriela por tu bien esperemos que sea como repites, porque no es bueno mezclar los negocios con el placer, es una combinación peligrosa y te puedes romper en mil pedazos. De todas formas, buena suerte en tu cita. Nos vemos mañana– advierte y le doy una sonrisa forzada.
Aron
Sería una salida fácil aceptar la propuesta de Travis, pero no quiero tener sexo con cualquier mujer, mucho menos con una prostituta, nunca he pagado para estar con nadie y ahora no lo haré, sobre todo no soy tan básico, por primera vez quiero más que un momento de placer y siento que con Gabriela puedo tener una oportunidad, porque lo he palpado en nuestras charlas, en las miradas que cruzamos, más que todo los besos confirmaron lo que sé, me interesa mi esposa y quiero conquistarla, sería en mayor imbécil si me quedo con los brazos cruzados y la dejo escapar de mi vida, no voy a renunciar a Gabriela, más bien me aseguraré de ganarme su corazón teniendo todas las citas que hagan falta para continuar casados, no cambia que debo contestar la propuesta de mi amigo, como tal aclaro la voz para responderle.
–Travis imbécil sería si acepto tu oferta, porque no pienso acostarme con una prostituta, nunca lo he hecho y ahora no comenzaré, por último, no tiraré los pocos dólares que tengo en una mujer como ella– afirmo con mi voz irritada y miro su rostro lleno de malestar.
–¡Mierda! ¿Cómo caíste en las redes de Gabriela? Sí es verdad, es sexy, una belleza, pero despierta, es solo un contrato, su relación es ficticia, no existe y debe seguir como tal para no complicarte la vida– replica con su voz llena de impotencia.
–Amigo voy a cambiarlo, porque me interesa Gabriela, quiero más que un simple contrato, quiero una relación real con mi esposa, dime, ¿Qué tiene de malo? Ella es hermosa, inteligente, ingeniosa, y cualquier hombre sería dichoso de tener una mujer como ella a su lado– afirmo con seguridad y niega con la cabeza mirando su frustración.
–Aron ¿Por qué conformarte con una mujer? Sí puedes tener a todas las que quieras, recuerda que dentro de poco se termina tu matrimonio y recuperarás tu vida.
–No entiendes Travis, pero tampoco tengo tiempo para hacerte comprender lo que me sucede con Gabriela, mejor me marcho porque tengo una cita con ella. Nos vemos otro día, cuídate– digo y me escapo.
Una hora después
Con algo de nervios abro la puerta del departamento mirando a cada rincón, avanzo unos pasos escuchando de fondo música en español, y me doy cuenta de que mi esposa dejó mi ropa colgada a un costado de la puerta de la habitación, seguro para evitar otra situación incómoda, tan solo sonrió por el gesto.
–¡Hola Gabriela! Voy a darme una ducha y me visto en el baño, arréglate con calma– alzo la voz golpeando la puerta de la habitación y espero su respuesta.
–¡Hola Aron! Estaré lista a la hora que fijamos para nuestra cita– responde a través de la puerta.
–De acuerdo, nos vemos en un momento– replico y agarro mis cosas.
Un momento más tarde
Acabo de darme cuenta que estoy perdiendo el control de mi cuerpo, porque soy un manojo de nervios, mucho más que el día que me casé con Gabriela, pues en cuestión de horas mis dudas aumentaron, y ahora busco una relación con mi esposa, no estoy seguro si puedo conquistarla, pero es tarde para pensar pues acaba de abrirla puerta de la habitación, y no logro reaccionar mientras contemplo su silueta, está deslumbrante con su vestido floreado, el cabello recogido con unos mechones sueltos que solo destacan su bello rostro, aunque su voz me saca de mi burbuja.
–Aron ¿Nos vamos? O ¿Prefieres arrancarme el vestido? –replica con seriedad y comienzo a toser por su comentario.
–Gabriela no me disculparé por mirarte de esta forma, porque es natural hacerlo, además te aseguro que donde vayas robarás miradas, estás muy hermosa, pero mi única ventaja es que eres mi esposa– declaro sin abandonar sus ojos y baja un segundo su mirada mordiéndose los labios.
–Aron solo estaba jugando, no son necesarias las explicaciones, mejor tengamos nuestra cita, ¿Te parece? –rebate y le doy una sonrisa genuina.
Unos minutos más
La primera cita siempre es difícil, porque no sabes cuando puedes meter la pata, sobre todo no conoces a la chica, es como caminar por un campo minado que debes tener cuidado con lo que repites, pero tengo una ventaja a mi favor, conozco a Gabriela un poco, no mucho, entonces no puedo cometer errores, como tal decidí traerla al Northside Tavern, es un pequeño bar con música en directo donde algunas bandas locales se presentan, además la comida es muy buena, y cuenta con un ambiente relajado ideal para divertirnos. Sin embargo, después de haber hecho nuestro pedido a la mesera, nos hemos quedado en un silencio incómodo, tan solo sonríe mientras observa el lugar.
–Gabriela, espero haber atinado con el sitio, es relajante, además podemos disfrutar de las bandas musicales, ¿Te gusta? –digo buscando sus ojos marrones.
–Me gusta el ambiente, aunque me dio curiosidad por conocer, ¿Cómo es Aron Pierce en sus citas? ¿Un galán romántico? O ¿Un depredador con sus presas? –replica dándome una mirada penetrante y sonrió ante su comentario, aunque somos interrumpidos por la mesera que trae nuestras bebidas.
–¡Gracias! –repetimos ambos a la mesera y se retira.
–No entiendo, ¿Cómo estamos casados? ¿Quién atrapó a quién? –rebato entre risas nerviosas y ella suelta una mueca. –Gaby hablando en serio, no soy ese tipo que estás imaginando, soy un desastre con las mujeres, ni siquiera mis relaciones han durado, o quizás no encontré a la indicada– confieso y ella bebe un sorbo de su bebida.
–O eres como todos los hombres, no quieres un compromiso y saboteas tus relaciones para no dar el siguiente paso, porque te encanta tu soltería– replica con una sonrisa coqueta, y bajo un segundo mi mirada.
–No le tengo miedo al compromiso y la prueba más fehaciente es que estamos casados, pero hablemos de ti, seguro con lo hermosa e inteligente que eres debiste tener muchos hombres detrás de ti, la pregunta evidente sería, ¿Por qué no tienes novio? ¿Lo dejaste en México? O ¿Te rompieron el corazón? –sentencio y se queda pensativa.
–Aron bailemos y te contestaré tus preguntas, ¿Sí? –propone con una sonrisa que me desarma y estiro mi mano.
En dos segundos abandonamos la mesa, coloco una de mis manos en su cintura y entrelazo la otra con la suya, prendido en sus ojos marrones mientras su perfume inunda mis sentidos y alborota cada célula de mi cuerpo, pero intento enfocarme para no cometer el error de besarla, más bien necesito saber si puedo conquistar su corazón.
–No tengo novio, tampoco me rompieron el corazón, porque no he tenido una relación en sí, pues los idiotas con los que salí escapaban después de algunas citas, la verdad no tengo suerte en el amor, incluso creo que no existe– responde y mi corazón bombea a toda máquina por sus palabras.
Unas horas después
Gabriela
Todavía me sigo preguntando, ¿Jugué con el peligro? ¿Fui demasiado directa? Todo lo opuesto, hice lo que debía para tener claro que terreno piso con mi esposo, no solo me desnudo con su mirada, sino que fue más allá reiterándome que estamos casados, lo remarco en toda la noche, me hablo entre líneas sobre sus intenciones, pero necesito mucho más que insinuaciones, quiero que me repita con todas las letras, Gabriela me interesas, quiero una relación contigo, aunque él es igual que todos los hombres, le gusta tener el control de la situación, y lo que conseguí fueron unas miradas ardientes, un coqueteo y tener más citas. De todas formas, acabamos de llegar al departamento y como una tonta no tengo idea como seguir mientras estamos parados delante de la puerta de la habitación.
–¡Guau! Perdimos la noción del tiempo en nuestra cita, creo que es buena señal, porque no podrás negarte a salir conmigo de nuevo– replica divertido mirando su reloj para después buscar mis ojos.
–No puedo escapar de ti, aunque quiera, recuerda que estamos casados– declaro tragando saliva, apoya su mano en la pared dejándome atrapada entre su cuerpo y la puerta.
–¡No escapes de mí! –murmura sintiendo su aliento en mi rostro y me desarman sus palabras.
¿Qué hago? ¿Me dejo besar? ¿Escapo de él? No tengo la respuesta, más bien busco en sus ojos una señal para tomar una decisión.