Emily no esperó mucho tiempo y con cuidado se quitó la venda de su mano, revelando una herida causada por la Garra que no se veía nada bien. Aunque no lo mencionaba a nadie, su mano le pesaba y le dolía intensamente. Fue por eso que decidió dirigirse a la cocina para sentarse en la mesa y así comenzar a curarse. Abrió el frasquito de madera y en su interior encontró una crema verdosa. Sin pensarlo, llevó instintivamente el frasco hacia su nariz, donde percibió un fuerte aroma a hierbabuena y azufre, una combinación extraña pero intrigante para la chica de ojos cafés. Pese a todo, tomó una pequeña porción de la crema y la aplicó cuidadosamente en la palma de su herida. —Ay... —susurró Emily con voz entrecortada, mientras sentía el alivio que la crema le proporcionaba. Al mismo tiempo, imág