Por otra parte, Katerina se encaminó hacia la habitación de Thomas, sosteniendo en sus manos un vestido, ropa interior, medias y unos zapatos. Tocó la puerta tres veces y, en ese momento, Isabella, quien ya había terminado de arreglarse, se encontraba sentada en la cama, secándose el cabello con el cepillo de peinar de Thomas. Al escuchar que alguien llamaba a la puerta, Isabella adoptó una pose recta y elegante diciéndole a la persona que tocaba la puerta que podía entrar. En ese momento, la rubia estaba usando la pijama de Thomas y su abrigo, ropas que le quedaban enormes. Su cabello largo estaba mojado y, manteniendo el cepillado, observó cómo entraba una joven con un rostro bonito, aunque su atuendo indicaba que podía ser de una clase social más baja. Katerina sonrió, portando una caj