Por primera vez en años, la manada experimentaba una sensación de esperanza que les invadía el corazón. Como si emergieran de una larga travesía por la oscuridad absoluta, por fin divisaban una diminuta chispa de luz ante ellos. Solo con vislumbrarla, se llenaban de una fuerza indescriptible.
―Su majestad ―Jaime se acercó a Alexander, buscando estar más cerca de él―, ¿le comunicaremos todo a Emily? ¿O se lo diremos todos juntos como manada?
―Le revelaré todo después de que celebremos nuestra boda ―respondió Alexander―. No deseo abrumarla; quiero que su atención esté centrada en el presente, en lo que tenemos frente a nosotros y nada más.
Los tres lobos asintieron, convencidos de que era una decisión acertada. De este modo, Emily no se distraería con cuestiones que no fueran su propia bo
