—Por favor, Su alteza, ruego que se comporte adecuadamente en esta ocasión —le imploró Campbell a Alexander minutos antes de la llegada de la señorita Fitzwilliam a la imponente mansión.
Alexander, sin mostrar el menor ápice de interés por esa cita, había elegido un impecable traje de tres piezas que en sí mismo parecía decir que estaba a punto de recibir a una reina. Sin embargo, su expresión facial reflejaba un absoluto desinterés, y Campbell podía percibirlo claramente en sus ojos.
—Descuida, me comportaré. Solo espero no percibir ningún mal olor... Últimamente mi sentido del olfato anda hiperactivo —respondió Alexander con auténtica preocupación, recordando con disgusto su encuentro fallido en el burdel, donde a su parecer todas aquellas mujeres olían como excremento.
Campbell suspi
