En la mansión Wolfsbone, Alexander se dirigía a su despacho luego de hablar con Nathaniel, sintiendo una mezcla de sentimientos que revoloteaban en su interior, como pájaros batallando por abandonar su jaula. El rubio emitió un leve gruñido de molestia porque detestaba cojear, se sentía estúpido de tan solo recordar que la forastera lo había pateado como si fuese un perro callejero cuando estaba convertido, de tan solo rememorar aquel momento, alimentaba su deseo para darle su merecido, algo se le ocurriría sin necesidad de recurrir... a la violencia física.
En contraste, Campbell recorría los pasillos con una pasmosa tranquilidad, guiado por el delicioso aroma que flotaba en el aire. Sus pasos lo llevaban directo a la cocina, donde la recién llegada señorita Smith, parecía sumergida en l
