Mientras Emily y Alexander se sumergían en un torbellino de amor y pasión en la intimidad de su habitación matrimonial, Thomas, Campbell y Jaime se encontraban afuera, preparando la carne sobre la fogata. Jaime, que había tomado prestado un violín del salón de música, comenzó a tocarlo mientras Thomas supervisaba el asado. Se deleitaban en esa ocasión especial, considerándola una verdadera fiesta, mientras su rey cumplía con sus deberes de recién casado con su esposa. Además, la noche les favorecía, ya que el clima se mostraba amable y no había rastro de lluvia, permitiéndoles acampar sin preocupaciones en el bosque de la propiedad. —Es muy probable que el próximo año tengamos varios príncipes —comentó Campbell, esbozando una sonrisa radiante. —Como la señorita, o más bien, la señora Wol