Horas después, en la imponente mansión principal de los Wolfsbone: Duncan yacía en el sótano, sin estar físicamente atado, aunque llevaba puesto el collar de sumisión firmemente ajustado alrededor de su cuello. Había acatado la orden de no abandonar el lugar hasta que sus captores decidieran liberarlo. Han pasado exactamente dos días desde entonces. Campbell, consciente de sus necesidades básicas, le había dejado una cantimplora con agua y comida. Duncan había estado racionando cuidadosamente sus provisiones durante esos dos días, evitando así la muerte por inanición o deshidratación. Después de todo, había sido entrenado para situaciones similares en las que, por una conjunción del destino, terminara siendo capturado por el enemigo. Le habían inculcado el arte de resistir sin alimento ni