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Emily luchaba desesperadamente por contener las lágrimas mientras Alexander, con una mirada llena de malicia en sus ojos, apretaba con saña la Garra en la palma de la chica. En ese momento, Alexander, lleno de excitación pero enfocado en su misión, comenzó a bombardear a Emily con una serie de preguntas dirigidas a los cazadores de licántropos. Le preguntó sobre si conocía la ubicación de su sede, si conocía a más integrantes de la organización, si había escuchado hablar de su líder y las verdaderas intenciones detrás de sus actos. Emily respondió sincera y firmemente que no sabía nada de todo eso y que nunca había escuchado algo similar. Era cierto, ella en ese instante no podía mentir, pero al darse cuenta de que ella no tenía nada que ver con los cazadores, solo hizo que las palabras