ÉL NO EXISTE.

CAPÍTULO 03

Abril del 2002...

Aquella primavera de abril abrazaba la comunidad de Galicia con flores bellas en cada metro cuadrado de pastizal. En una de las Iglesias más conocidas de la zona Eider estaría cantando con niños a sus lados, la pequeña recibía la atención de distintas personas además de sus padres y una de ellas era su creador quien detrás de una ventana la observaba, recostado en el marco de este.

El hombre de traje apreciaba cada uno de sus rasgos, pero principalmente sus cabellos blancos los cuales le llegaban a la mitad de la espalda; A Devil no le molestaba verla con aquellos vestidos floreados y demasiado color rosa para una niña, aunque pensaba que el n***o le quedaría perfecto.  

Al verla tan entregada coreando aquellas canciones sin incoherencia este negó repetidas veces, el hombre estaba listo para darle la primera visita de una manera diferente... 

Solo bastaron días para que este se decidiese como presentarse, como tentarla. Quien iba a pensar que aquel suceso cambiaría todo por completo dejándola con preguntas sin respuestas a su corta edad. 

—Estuviste grandiosa hija— informó su madre para ayudarla a bajar de aquel pequeño escenario, Eider reía y parecía feliz confundiendo por completo a aquel ser fuera del lugar.

—Perfectus— bostezó con una sonrisa. 

[...]

La mirada de Eider se encontraba en aquel niño de ojos claros, estaba segura de que nunca lo había visto en su colegio, con una sonrisa se dirigió a él intentando ser amigable; ya que aquel niño parecía estar solo sin amigos a su alrededor.

—Hola— lo saludó para sentarse junto a él, aquel pequeño la miro fijamente como si de un espejismo se tratase, nunca la había tenido tan cerca, sin importarle absolutamente nada apreció su aspecto. —Soy Eider sin H— informó en una corta sonrisa, el niño frunció el ceño confundido.

—¿Quién le pondría H?— preguntó arrogante arruinando aquel momento junto a la niña, con un suspiro esta alzó los hombros dándole la razón. 

—Tienes razón... ¿Quién le pondría H?— bromeó con una risa contagiosa la cual hizo sonreír a su acompañante, está miro a su alrededor encontrándose con niños jugando lejos de ellos. —¿Cómo te llamas?— preguntó.

—Devil...— contestó con una sonrisa esperando una reacción mala de su parte cosa que no sucedió en aquella banca, esta nunca había escuchado aquel nombre por la zona y eso le parecio interesante. 

—Es un lindo nombre— balbuceó intentando grabar aquel nombre en su mente. —Devil... suena bien— repitió, la mirada de Devil cambió por completo, pues su misión resultaría más sencilla— pensó.

Sumergido en tensión accedió... —¿Sabes que significa?— preguntó con una sonrisa llena de maldad, para él había sido un delirio oírla murmurar su nombre por primera vez, esperaba oírlo incontables veces y tenerla a su lado pronto.

—No— la inocente Eider negó, dejándolo más que perdido... ¿Por qué aquellos mortales no le habían hablado del rey de la oscuridad?— maquinó a su lado. —¿Qué significa?— insistió la pequeña con demasiada curiosidad. 

—Es el Rey de la oscuridad y de la muerte... en pocas palabras, el diablo... Socio del ser de luz— contó este sin tener filtros, la niña abrió los ojos dejándolo aliviado, para él había sido un honor... ser el primero en ofrecerle aquel significado. 

—¡¿Ser de luz?!— exclamó en voz alta impactada por aquellas palabras, su inocente mente había bloqueado las palabras desconocidas para ella. 

—Es increíble...— susurró apenada al mirar el rostro de Devil.

Confundido he asombrado por su reacción este tragó duro para seguir explicándole más. —¿Quieres saber más sobre su historia?— le preguntó. 

—Claro— musitó Eider para acomodarse junto a él, para ella Devil era alguien cálido, no parecía malo, al contrario ella lo veía como un creyente... tristemente Eider había conocido a Luzbel en la parte trasera de aquel colegio.

—Bueno, él tiene su propio reino lleno de criaturas con pieles oscuras y pálidas... castiga a los pecadores para limpiar el mundo, debes saber que es mejor que Adonay, algunos dicen que él fue creado primero, pero son solo mitos— explicó el niño siendo serio en cada palabra. 

—No hay nadie mejor que dios, Devil— regañó esta para levantarse colocándose frente a él, con molestia el demonio alzo una ceja. —Estás equivocado— insistió Eider, segura en sus palabras.

—No, Devil es mejor que él... es más real, debes saberlo, se trata de un Dios— explicó este para levantarse del mismo modo, pues también estaba listo para partir sin dejar huella alguna. 

—¿Un dios?— cuestionó ella para mirar a Devil queriendo más explicaciones que solo esas. —¿Es bueno?— musitó por lo bajo. 

—¿Por qué no le preguntas a tus padres?... Los adultos te lo pueden explicar mejor que yo, pero debes saber que él, que Devil, no cierra puertas y acepta cualquier situación, es más justo— habló aquel niño para tomar su hombro, había logrado tentar la fe de aquella inocente Eider. —Nos volveremos a ver Eider— se despidió siguiendo con su camino dejándola completamente confundida, ¿Cómo podía existir otro Dios?— maquinaba ella.

Confusa esta se sentó en aquella banca, con curiosidad busco a Devil, el cual había desaparecido como el frío del invierno, con rapidez buscó en aquel jardín, pero él... ya había partido. 

Tristemente nadie estuvo cerca para protegerla, ni indicarle el buen camino... para ella todo había cambiado aquel día, lo que conocía al parecer no era todo...

[...]

—Felicidades, Adriel— abrazó a su hermano para sentarse en aquella mesa, el mayor de los hijos festejaba sus doce años con una pequeña celebración en aquel comedor lleno de globos y serpentinas. —La torta se ve deliciosa— informó la pequeña sin despejar la mirada de aquel pastel de chocolate, esta no podía esperar para contarle a su familia de Devil... su nuevo amigo. O de todas las cosas que él mismo le había informado. 

—¿Quieres decir unas palabras Adriel?— preguntó su padre orgulloso quien sostenía aquella cámara con ambas manos captando cada momento, su palidez ya era común para su familia, todo indicaba que él moría lentamente. 

—Gracias mamá por decorar todo y hacer mi comida favorita, gracias papá por la computadora, me servirá tanto a mí como a mis hermanas... gracias Dios por un año más de vida— sentenció el niño para mirar a su madre la cual estaba lista para partir aquella torta. 

—Te faltó agradecer a Devil— informó la pequeña con una sonrisa inmensa y llena de felicidad, las sonrisas se extinguieron, sin pensarlo su padre llevo la cámara a su dirección y su madre dejó aquel cuchillo al oírla, el comedor quedó en silencio como si se tratase de un pecado aquel nombre. 

Antes de decir algo o regañarle sus padres se miraron por segundos, Eider conocía la palabra de Dios, pero no la maldad... no conocía la rivalidad con aquel ser, no conocía lo malo que podía ser murmurar su nombre, ya que terminaría tentada. 

—¿Qué has dicho?— preguntó su padre en una voz grave, confundida; Eider estaba lista para volver a repetir sus palabras, pero la mirada fría de su madre la calló en segundos.

—No vuelvas a decir ese nombre en esta casa Eider— con furia está partió aquella torta sirviéndole a sus hijos, Samara miró a su hermana fijamente al igual que Adriel. —¿Dónde has oído ese nombre?— insistió está al darle su rebanada no muy contenta. 

—Pero él es bueno, castiga a los pecadores, es amigo de Dios, es el rey...— al ver a su familia alterarse esta decidió callarse y no terminar con su historia. —Devil me lo ha dicho— aquello hizo que su padre se sostuviera en aquella silla con un dolor en el pecho dejando la cámara aun lado. 

—¡No repitas ese nombre!— gritó su madre alterada, sin entender esta busco ayuda en sus hermanos, los cuales eran mayores y conocían el significado de aquella prohibida palabra. 

—Eider eso significa maldad, es un nombre malo... no debes pronunciarlo nunca más— intento explicar su hermano quien había dejado de sonreír para mirar el sufrimiento de sus padres. 

—¿Maldad?— pregunto está. —En el colegio conocí a un niño el cual tenía ese nombre, este me contó el significado y es todo lo contrario, dijo que es un Dios justo— desesperada explicó. 

—¡Cállate!— gritó su padre mirándola de mala manera por primera vez en su vida. —No es un Dios, es un monstruo... un demonio— aseguró. 

—¿Te sientes bien Eider?— cuestionó su madre al oírla delirar, esta se acercó colocando sus manos en su frente y mejillas buscando indicios de fiebre, al verla perfectamente bien la mujer se preocupó aún más. —Marcus— llamó a su esposo. 

—Bien... Es momento de que escuches la verdad, toma asiento Eider— explicó su padre mirándola perdido, ¿cómo se había atrevido a decir mentiras?— decepcionado pensó, él sabía que su hija no era una mentirosa, ni una persona la cual carecía de atención para decir aquellas palabras. 

—¿No me creen?— preguntó la niña al sentarse, su familia negó sin dudarlo. —Lo conocí en verdad, parecía bueno...— 

—Eider retira tus palabras ahora— pidió su hermana al mirarla. —Pide perdón— exigió. 

—Yo... yo, lo con— 

—Basta— advirtió su padre, al levantarse de aquella mesa con demasiada dificultad. —Sígueme Eider— ordenó con pasos apresurados, la niña busco la mirada de su madre quien accedía indicándole seguir a su padre. 

—Es verdad mamá— pronunció esta dejando la mesa para ir detrás de Marcus, el temor apuñalaba a su corazón a cada paso. Devil no era malo— pensaba. 

Los ojos de Eider se abrieron al verlo tomar aquel cinturón, la castigaría sin una razón...  Las lágrimas de la niña mojaron sus mejillas en segundos. 

—Entra Eider— insistió su padre al abrir aquella puerta del estudio donde corregiría a su hija, con un suspiro miro a la niña de sus ojos... llorar amargamente.

—No estoy mintiendo papá— sollozó la niña al cerrar los ojos esperando aquellas heridas en sus pantorrillas.

—Te aseguró que esto me dolerá más a mí... que a ti— prometió para soltar los primeros latigazos. —No debes volver a mentir, ni pronunciar aquel nombre— los gritos de la niña llenaron el pequeño estudio lleno de cruces y Biblias santas. 

—Papá— 

La decepción dejaba cicatrices y para aquella familia creyente fue aún peor, pues su Eider había dejado de ser la niña de los ojos de sus padres... estos preocupados no dudaron en pedir ayuda y después de tres días toda Galicia se había enterado de aquel terrible suceso. 

Ninguno de los habitantes de aquella pequeña comunidad tenía el valor de preguntar sobre aquel rumor acerca de Eider. Hasta que la misma pequeña lo confirmó. 

—Profesora— murmuró esta en un tono bajo, de aquella niña sonriente solo cenizas quedaban, Eider había cambiado y solo algunos se daban cuenta de ello.

—Dime Eider— insistió aquella maestra para sonreírle, brindarle confianza, con temor a ser tachada de mentirosa y recibir un castigo Eider bajó la cabeza sumisa. —Adelante cariño, ¿Sucede algo?— preguntó la mujer al acariciar su cabello siendo comprensiva.

—¿Por qué no ha venido Devil?— la mujer abrió los ojos más que asustada, ella al igual que todos los profesores estaban al tanto de aquel rumor. —Es estudiante de...— insistió la niña.

—Eider no hay nadie registrado con ese nombre, es imposible que sea un estudiante... ¿Cariño te sientes bien, quieres que llame a tu madre?— la niña negó con desdén pues sabía que ante los ojos de aquella mujer... era una mentirosa.

—No— susurró. —Yo... yo lo— la voz de la profesora la interrumpió no permitiéndole continuar. 

—Él no existe— sentenció la mujer para persignarse, sería la primera vez que Eider escucharía aquellas tres palabras... las cuales la llevarían a la ruina siendo tan solo una niña. 

—Claro— sin más esta se alejó de la mujer caminando aquella banca donde había conocido a Devil, el cual la miraba con una sonrisa triunfante a unos metros cuidando de su alrededor mientras su cuello sangraba por aquel castigo. 

Eider era de él y pronto está lo sabría... solo era cuestión de esperar para presentarse correctamente y después ella lo alabaría— pensaba.

La fe de Eider estaba cayendo en pedazos, tenía que conocer la verdad... ¿Quién era Devil?... ¿Era un Dios?, ¿Era malo?, ¿Era mejor que Jehova?.

Pronto todo cambiaría, pronto su familia se rompería, pronto ella pecaría y el juego comenzaría, Eider Alcalá... sería la pesadilla y el deseo de todo aquel que la mirara.