Lo siguiente que recibí fue un vídeo de mi preciosa niña haciéndole una mamada a la botella. Bajaba y subía la cabeza lentamente, recreándose, con los ojos clavados en la cámara, en mí. Ya no se molestaba en tratar de ocultar la cara, así de segura estaba de quién era su amo.
Hundió la botella lo más profundo que pudo en su boca, tosió y con los ojos húmedos y las mejillas coloradas, susurró:
—Papi, me gustaría chuparte la polla.
Lo dijo con sus brillantes labios muy cerca del móvil. Me moría de ganas de tener su pequeña boquita alrededor de mi glande, me moría por ver su carita de ángel cuando echara mi corrida sobre su lengua.
Me estaba masturbando furiosamente, tenía demasiadas ganas de correrme como para escribirle de vuelta, me limité a machacarme la polla mientras reproducía el v
