Estábamos ya en pleno mes de julio. Nuestros hijos se fueron a pasar unos días con mis padres al pueblo donde residen, ya que eran fiestas. Se acercaba un fin de semana en el que además, a mí me iba a tocar disfrutar de unos días de descanso.
Hablando con Bruno, teníamos la opción de ir también a pasar aquellos días al pueblo, o aprovecharlos para nosotros. Pues la respuesta era obvia: “tú y yo, solos”. Pero no iba a ser así del todo. Me comentó la idea de invitar a cenar a nuestros vecino
— ¿Qué te parece si hablo con Juan Carlos y les invitamos a cenar un día de estos? Haremos una cena informal, aquí en casa. Hace tiempo que no coincidimos... que no coincidimos los cuatro — y sonrió.
— No sé, Igual no voy a estar cómoda. La imaginación muchas veces es mala consejera, además estará Mon
