En el fondo sabía que no era el momento ni el lugar. Pero necesito que se me entienda: tenía a esa chiquilla con cara de ángel a mis pies, a mi propia hijastra, ni más ni menos. Estaba completamente desnuda, su tierno cuerpo lleno de insultos. PUTA, ZORRA, NIÑA MALA Y SUCIA. VIRGEN. APRETADA. PROHIBIDO USAR CONDÓN. Merecía el castigo. No ofreció ninguna resistencia cuando la hice arrodillarse ni apartó la vista cuando comencé a masturbarme rabiosamente a escasos centímetros de su boca. Ella misma había provocado que nos encontráramos en esa situación al hacerme acudir a casa de su amiga.
—¿Esto es lo que querías? ¿Esta es la polla que tanto deseaba mi putita? —gruñí, a la vez que presionaba el glande contra su mejilla—. ¿Quieres que te enseñe a chupar la polla de papi, que te adiestre a
